Su historia familiar con la hostelería empieza en el mítico Teatro Chino de Manolita Chen. Su tío bisabuelo Chen Tse-Ping fue el fundador, junto a su esposa Manuela Fernández. Impulsados por esta pareja, llegaron a España algo más tarde su bisabuelo y su abuelo Chen Diguang en busca de un futuro mejor. Y acabó en la cocina del único restaurante taiwanés que había entonces en Madrid. Pocos años más tarde, los Chen fundaron la primera cadena de restaurantes chinos, la Gran Muralla (el primero, abierto en 1977). Posteriormente, sus padres, en la década pasada, junto a su tío, fundaron el Grupo Tao, que llegó a atesorar 11 restaurantes de cocina asiática. Para Eva Chen (33 años) aquellos modelos de negocio claramente no son los suyos, pero sin duda, ser heredera de esta saga de restauradores le ha influido, y mucho.
Sin embargo, su entrada en el sector casi puede decirse que fue fortuita. Cambió el trabajo estable en una multinacional por la gestión hostelera, un cambio que incluso “disgustó a la familia”. Y es que, los inicios fueron duros. Pero ir de la mano de su esposo, el abogado almeriense Ignacio López, y su constancia y gran conocimiento del sector, hizo que no solo no abandonara su aventura hostelera en solitario, sino que además iniciara una nueva estirpe, la suya propia. Actualmente, Eva Chen regenta tres de los mejores restaurantes de cocina china de Madrid: La Pagoda, Manolita Chen y el recién inaugurado Yum House.
Aunque su familia le advirtió que “meterse en el negocio de la hostelería era una locura”, usted abandonó la multinacional donde trabajaba y se embarcó en esta aventura. ¿Algún día se ha llegado a arrepentir de esa decisión?
E.C. De momento (y ojalá que así siga), no me arrepiento en absoluto. Trabajar en una multinacional me aportó muchísimo, pero a día de hoy, estoy tremendamente feliz de haber dado este paso, ya que si no, siempre me habría quedado con la duda de qué habría ocurrido.
Di el paso porque siempre había tenido interés por emprender, pero concretamente, el sector hostelero era el entorno en el que me había criado desde pequeña, pese a no haber trabajado nunca en él. La restauración china la inició mi abuelo en este país hace cuatro décadas. Es algo me enorgullece y siempre he querido poder formar parte de esta historia aportando mi granito de arena.
Viene de una saga de restauradores que le habrán enseñado mucho y bien. ¿Qué es lo que más ha aprendido de ellos y qué es lo que ha querido no repetir?
E.C. Lo más preciado que me han inculcado es el valor del trabajo y esfuerzo y que, con dedicación, todo es posible. Por otro lado, lo que no hemos continuado es el crecimiento exponencial que ellos vivieron. En un Madrid tan dinámico como el que vivimos, con este boom de restauración como el que vivimos, hemos optado, mi marido y yo, por llevar un ritmo más tranquilo, aprendiendo que no siempre es “cuanto más mejor”.
Echemos la vista atrás, ¿cómo recuerda sus inicios hosteleros?
E.C. Mi marido y yo nunca habíamos trabajado en hostelería antes. Yo trabajaba en comercio internacional y él era abogado. Nos lanzamos en esta aventura el verano del 2015, y recuerdo que los inicios fueron bastante grises y sin mucho rumbo. Fue un aprendizaje muy duro pero también muy necesario.
¿Qué ha sido lo más difícil de estos años de andadura como restauradora? ¿Y qué es lo que más satisfacción le ha dado?
E.C. Lo más duro ha sido el tener que adaptarnos a una era hostelera tan dinámica y competitiva. No olvidemos que hemos sufrido y superado una pandemia.
Al mismo tiempo, esto nos ha hecho estar muy alerta desde los inicios, tratando siempre de mejorar y crecer. Ver que después de casi una década, cada año, seguimos creciendo y aprendiendo algo nuevo, ha sido desde luego de lo más gratificante.
¿Cuál cree que ha sido la clave del éxito que ahora recoge?
E.C. Creemos que el mix cultural entre mi marido y yo ha sido siempre el epicentro de nuestros negocios y lo que nos ha enseñado a pivotar y evolucionar durante todo este tiempo. Realmente ese fue el éxito en su día del inicio de mi familia en España con el Teatro de Manolita Chen, y sólo esperamos poder aprender lo máximo de ello.
Ahora, con tres locales en su grupo, los tres en Madrid, ¿hasta dónde van sus metas y objetivos?
E.C. Nuestra meta nunca se ha proyectado en dimensión de negocio, sino más bien en asentar bien y consolidar las bases de cada uno de nuestros proyectos.
Aunque Madrid es una buena plaza, también hay mucha competencia ¿Qué ofrecen en sus restaurantes que les hace diferentes?
E.C. Nuestros tres locales se sitúan estratégicamente en el eje que cruza Madrid (Chamartín, Barrio Salamanca y Plaza de España) y buscamos ser referentes como restaurantes de gastronomía asiática contemporánea a los que poder acudir de manera recurrente para cualquier ocasión debido a su calidad estable, ambiente acogedor y buen RCP.
Su último proyecto, Yum House. Háblenos de él.
E.C. Es nuestra última apertura en plena Plaza de España, en la calle Leganitos. Esta zona tiene una gran oferta y variedad de cocina asiática streetfood, pero queríamos ofrecer nuestra variedad gastronómica de precio asequible, en un ambiente más cuidado y un servicio acogedor. A veces, en la vorágine del centro, parece que sólo está enfocado a turistas y todo es muy “rápido”, donde a veces es difícil encontrar un espacio cómodo y un servicio atento.
Además, ofrecemos una variedad de coctelería muy atractiva que es perfecta para hacer de planes culturales de teatro y cine en el centro, una experiencia redonda.
Dice en alguna otra entrevista que con éste, se planta, ¿habrá un “pero…”? ¿Abriría más restaurantes en otras ciudades? ¿En dónde?
E.C. Como mencionaba anteriormente, no ponemos nuestro foco en objetivos de expansión o aperturas, sino más bien en el presente. Por eso, pese a que no sea nuestra meta primordial, tampoco cerramos ninguna puerta.
Y pese a que haya oportunidades muy interesantes, de la misma manera nos enfrentamos a la cuestión de si abriremos en otras ciudades, donde, por el momento, no está en nuestro radar.
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