Nacho Álvarez Oter es camarero y de esos profesionales de hostelería que consiguen encumbrar a una ciudad como destino turístico. Lo es gracias a su gran profesionalidad, a su aportación a la profesión y a su carisma. Y lo hace desde 2017 en el Kiosko El Triunfo de Sigüenza, donde es famoso por su dominio en la preparación de los combinados, pero también como formador para capacitar a nuevos camareros.
Nacho siempre ha dedicado su vida a la hostelería, como camarero y barman. Comenzó a trabajar en el Parador de Turismo con solo 17 años, como extra para bodas y eventos. Con solo 20 años, abrió junto a su hermano Javier el Pub Oboe. Fue entonces cuando empezó a interesarse por la coctelería. Autoformación, concursos, y mucho trabajo lo han convertido en un experto en la materia. De hecho, ha logrado convertir el Kiosko El Triunfo en un icono de la hostelería seguntina. Nacho ha creado además The Corner Cocktails, una barra itinerante para eventos.
El bartender, que además es delegado provincial de ABCAM (Asociación de Barmans de Castilla-La Mancha), es asiduo de los certámenes. Entre sus logros está haber firmado el mejor cóctel Tiky de 2022. También es suyo el mejor gin tonic 2019, el segundo mejor en 2018, y el segundo mejor tiraje de cerveza en 2017, siempre en los concursos regionales convocados por ABCAM. Y este año ha quedado semifinalista del Concurso Camarero del Año.
¿Por qué y cómo acabas dedicándote a la profesión de camarero?
NAO. La verdad es que siempre me he dedicado a esto. Empecé de muy joven y he seguido toda mi vida. Ya ahora, quizás más enfocado a la formación de camareros, de personal de sala, para enseñarles a la preparación de bebidas, de café…
¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión? ¿Y qué es lo peor de tu oficio?
NAO. Aunque sea un tópico, pero siempre se dice y es algo cierto que esta profesión está mal pagada. Eso sería lo peor. Y también cuando un cliente viene con las expectativas muy altas y sale decepcionado. No es que suela suceder mucho, pero cuando pasa, es un fracaso. Y lo mejor, la satisfacción del cliente. Cuando el cliente viene sin conocerte y vuelve, y repite, eso quiere decir que algo estás haciendo bien. Es la mejor recompensa, saber que lo estás haciendo bien.
¿Cuál ha sido el mejor servicio y el peor de tu vida? ¿Por qué?
NAO. Todos los días en la vida de un camarero son diferentes y se aprende algo. Claro que hay muchos servicios exitosos, cuando sale todo bien y la gente sale contenta, tanto el personal como la clientela. Y malos… Cada día pueden salir problemas, pero la clave es ser resolutivos y saber solucionarlos.
¿Qué cualidades debe tener un buen camarero?
NAO. Un buen camarero tiene que ser una persona creativa, resolutiva, amable, tener mucha empatía hacia el cliente y pensar siempre qué quiere, qué necesita y qué le puedo ofrecer yo.
¿Qué piensas que necesita la profesión para que esté mejor valorada?
NAO. En esta profesión está clarísimo que hay muy buenos profesionales, cada vez más, pero nos falta que todo el gremio vaya de la mano y se profesionalice. Es importante que estemos unidos como gremio, y que se hagan las cosas bien. Para eso, hay que apostar más por la formación. Ahora, sigue faltando mucha formación tanto en últimas tendencias, como en la base. Yo creo que si vamos todos a una, si todos intentamos hacerlo bien, si se forma más al sector, podremos conseguir que el oficio esté mejor valorado y que tenga más prestigio.
Este noviembre participaste en la semifinal del concurso Camarero del Año ¿Por qué decidiste presentarte al certamen?
NAO. Pues conocí el concurso por las redes sociales hace tiempo. Me interesé mucho por él, pero quise prepararme antes. Y así fue. Estuve preparándome varios años y me presenté en esta edición. La verdad es que me preparé mucho, le he puesto mucha ilusión, dejando lo mejor de mí.
¿Cómo te gustaría verte (profesionalmente) en un futuro?
NAO. Seguir haciendo lo que hago ahora, pero sobre todo, seguir apostando por la formación. Formar a más gente y compartir todo lo que he aprendido en estos 20 años que llevo de profesión. Pero eso sí, sin perder esa conexión con el trabajo del día a día, de estar detrás de una barra o en una sala, y vivirlo desde dentro, porque es la práctica lo que te ayuda a adquirir habilidades y conocimientos.
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