Mientras Nutri-Score está superando todos los inconvenientes que se le han atribuido desde su lanzamiento en 2017 y se va imponiendo como indicador del valor nutricional de los productos de consumo (recientemente, Holanda se ha declarado partidario de su aplicación) en materia de información medioambiental, la variedad de iniciativas e interpretaciones, amenaza en el caso de los comensales de los restaurantes, con no facilitar la labor de interpretar qué plato contribuye más al cambio climático.
Comunicar información nutricional es diferente de estar informado sobre el impacto ambiental de los productos consumidos. Eco-score es un sistema de etiquetado privado, un indicador que evalúa el impacto ambiental de los productos alimenticios, con el fin de orientar a los consumidores hacia una dieta más sostenible.
Es una iniciativa independiente promovida por un grupo de diez empresas independientes comprometidas con una alimentación más sostenible, como Yuka, Marmiton, ScanUp, Open Food Facts y el portal de alimentación online La Fourche que necesitaron dos años para configurarlo.
Ya hay algunos restaurantes que han empezado a usarlo; empresas como Compass, Wahaca, Leon, Benugo o Food Cheri son una muestra de ello, además de empresas con autogestión propia de sus comedores, como es el caso de Microsoft.
El Eco-score se basa en datos del programa de investigación del gobierno francés Agribalyse llevado a cabo por la Agencia Francesa de Medio Ambiente y Gestión de la Energía (Ademe) y por el Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente (Inrae). Este trabajo científico utiliza el método de Análisis de Ciclo de Vida (LCA) que evalúa el impacto de un producto en el medio ambiente en base a 16 indicadores diferentes.
La etiqueta, para el caso de los restaurantes, muestra el impacto ambiental de un plato o una bebida. La idea es proporcionar al consumidor un referente de un vistazo, a través de una letra y un color. Hay 5 categorías en total, que van desde la A (impacto ambiental muy bajo) hasta la E (impacto ambiental muy alto) según una puntuación sobre 100:
- Categoría A (verde oscuro): Eco-Score entre 80 y 100
- Categoría B (verde claro): Eco-Score entre 60 y 80
- Categoría C (amarilla): Eco-Score entre 40 y 60
- Categoría D (naranja): Eco-Score entre 20 y 40
- Categoría E (roja): Eco-Score entre 0 y 20.
Este indicador tiene en cuenta, entre otros, el análisis del ciclo de vida del producto, la producción, el transporte y el tipo de envase. Para completar el ACV, se añade un sistema bonus-malus, que va de -15 a +20, para tener en cuenta los criterios de origen, estacionalidad, métodos de producción, reciclabilidad de envases, etiquetas, etc. Así, por ejemplo, el sistema bonus-malus permite promover las producciones locales; de hecho, los productos orgánicos se benefician de una bonificación que oscila entre 15 y 20 puntos.
El impacto ambiental de un producto también tiene en cuenta varios otros factores relacionados con la contaminación del aire, el agua, el océano y el suelo, así como los impactos en la biosfera, como las emisiones de gases de efecto invernadero o la radioactividad.
¿Cuál es la diferencia entre Eco-score y Nutri-score? La respuesta es que son dos indicadores muy diferentes. No se correlacionan. De hecho, un producto puede tener un Nutri-score E y un Eco-score A, por ejemplo. Como su nombre indica, el Nutri-score es un indicador nutricional, mientras que el Eco-score refleja el impacto ambiental de un producto, así como el bienestar animal. Además, el Eco-score cumple un doble propósito: informar al consumidor de productos respetuosos con el medio ambiente y animar a los fabricantes, a revisar sus productos y volcarse hacia una producción más sostenible y así ofrecer una oferta más transparente.
¿Y cuál es la diferencia entre la etiqueta orgánica y el Eco-score? Un producto etiquetado como orgánico significa que el método de producción es respetuoso con el medio ambiente y el bienestar animal. La puntuación ecológica es más compleja que eso. Tiene en cuenta otras dimensiones, mencionadas anteriormente. Pero el objetivo entre estos dos indicadores es similar: avanzar hacia una alimentación sostenible.
El Eco-Score no es el único proyecto de etiqueta ecológica que se está probando. Foundation Earth, una organización sin ánimo de lucro con sede en el Reino Unido ha lanzado recientemente un proyecto piloto europeo. Cuenta con el apoyo de varios grupos de alimentación como Danone, PepsiCo y Nestlé. El food retail (Aldi, Lidl, Tesco, Eroski y Sainsbury’s…) y el food service (Costa Coffee, Starbucks…) también participan en la Fundación.
Al igual que el Eco-Score, el sistema de puntuación Eco Impact de Foundation Earth se basa en un método de evaluación del ciclo de vida, con una calificación de A (excelente) a G (no bueno). La primera marca en mostrar la puntuación Eco Impact en sus productos es Mash Direct, que eligió 5 productos para probar. Foundation Earth tenía como objetivo tener un modelo y una etiqueta estandarizados para su aplicación en toda Europa en 2022.
Ya sea Nutri-score, Eco-score, Eco-Impact… estos indicadores permiten a los consumidores saber más sobre lo que están consumiendo; son parte de una conciencia colectiva sobre los alimentos, pero que deberían tender a converger en sus criterios en materia de datos, clasificación, métricas y restricciones de modo que se evite caer en una especie de torre de Babel, donde nadie entienda nada.
Países y en este caso los socios de la UE, tienen la palabra.