Durante varias décadas el Racó d’en Cesc ha sido todo un referente del buen comer en Barcelona. Un establecimiento culinario reconocido por su confort y privacidad, y por su cocina y sus maridajes con cervezas artesanas. Buena parte de “la culpa” de haber ensalzado hasta la categoría de “imprescindible” a este establecimiento barcelonés la tiene Toni Romero (Barcelona, 1969), al frente de los fogones del Racó d’en Cesc durante los últimos 30 años.
Este 2023, sin embargo, el chef ha emprendido una nueva andadura, dejando atrás ese capítulo de éxitos y reconocimientos por su labor en el templo de la cocina catalana actualizada. Ahora, Toni Romero muestra su faceta más rockera, más transgresora y divertida en Bart Gastronòmic, un pequeño local santboiano en donde quiere demostrar que la alta cocina también puede tener forma de hamburguesa.
TR. Mi padre, mis tíos, mis primos eran y son cocineros. Así que, supongo que fue algo natural. A los 15 años me puse a trabajar en uno de los restaurantes de la familia y decidí que aquello era lo mío. Luego me fui a trabajar a un restaurante de Sarrià que se llamaba Churchill, y que por aquella época bastante famoso. Y de allí a otro y a otro y a otro… Soy 100% autodidacta, porque no estudié Cocina en ninguna Escuela de Hostelería. Eso sí, he aprendido de todos y cada uno de los restaurantes por los que he pasado, desde los más sencillos a los de alta cocina. He tenido la suerte de estar en restaurantes muy afamados, como La Dama o el Grupo Paradís, y he tenido el privilegio de trabajar también con el maestro Lladonosa… Y de todos ellos fui cogiendo un poquito de aquí y otro de allí. Porque todos tenían algo especial, que yo luego le daba la vuelta y lo adaptaba a mi forma de cocinar.
30 años en los fogones del Racó d’en Cesc
TR. Sí. Con ellos he estado 30 años, que son muchos. Son como mi familia. Allí he podido dar rienda suela a la técnica y a todo lo que fui aprendiendo de jovencito. Porque al Racó entré con 24 años. Y me siento muy afortunado por todo lo vivido en El Racó d’en Cesc. Hemos hecho muchísimas cosas de las que me siento orgulloso. Sobre todo, porque recuerdo que cuando entré, en el año 1992, me encontré con una cocina muy sencilla y algo anticuada, y le dimos un vuelco total.
De una carta de más de 80 platos, nos quedamos con una veintena de platos que cambiaban por temporada y con las sugerencias del día, según lo que comprábamos en el mercado. Hacíamos cocina catalana actualizada, y como nunca paré de aprender yendo a congresos, visitando muchos otros restaurantes, y haciendo cursillos y talleres, pudimos ir evolucionando también la carta del restaurante.
TR. Por supuesto. Además, soy un apasionado del producto de proximidad, y trabajo con los productores del Parc Agrari del Baix Llobregat y especialmente con la Cooperativa Agrícola de Sant Boi. Es un lujo para un cocinero de ciudad poder tener productos frescos de tanta calidad, y cultivados tan cerca. Además, son colaboraciones que van más allá de la cocina, porque también participamos con ellos en Jornadas Gastronómicas como el Març Gastronòmic o la Carxofada de Sant Boi, vamos a ponencias y congresos como el Fòrum Gastronòmic o Alimentaria a mostrar la cocina de proximidad.
De Barcelona, a Sant Boi
La hamburguesa, un arte
TR. ¿Qué es estar en la primera línea? Que la gente venga a decir lo bien que lo hacemos. Ahora, también lo hacen, pero en otra liga. La satisfacción es la misma. Evidentemente que me llevo muchísimos buenos recuerdos del Racó d’en Cesc, han sido muchos años. Lo hemos pasado muy bien y muy mal, también.
He vivido momentos incomparables, como cuando venían a comer los Reyes y te felicitaban por tu cocina… O cuando los clientes me decían que estaba loco por ofrecer unos espaguetis de chocolate y naranja, que luego se quedaron en carta. Por todo ello, les estaré muy agradecido, pero estoy ahora en otro momento. Tenía la necesidad de frenar el ritmo y de buscar un refugio donde no viviera con tanto estrés. Porque estar en lo alto conlleva mucho sacrificio y estrés.
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