Cocina Mediterránea

Aitor López lleva el mediterráneo recorriéndole las venas desde que nació. Este orgulloso valenciano, de Xàtiva, sueña un futuro profesional de vuelta a su tierra para abrir allí su propio restaurante, pero hoy, está al frente de los fogones del Citrus del Tancat, en Alcanar, junto a las aguas del Delta del Ebro. Por eso no es de extrañar que presuma de crear unas propuestas "con las que disfrutamos de nuestra cocina: mediterránea, de tradición y recuerdos". Y donde los proveedores del entorno juegan un papel esencial, por sus productos pero, y sobre todo, por su calidad humana.

Se autodefine como un cocinero muy polivalente gracias a su crecimiento en restaurantes tan diferentes entre sí y reconoce que, aun llevando 14 años en el oficio, siente que esto no ha hecho más que empezar. Los últimos tres los está disfrutando, y mucho, en el restaurante del hotel Tancat de Codorniu tratando de crear un destino gastronómico dentro de este hotel con encanto. Y lo ha conseguido gracias también a su equipo, tanto de cocina como de sala, para el que solo tiene palabras de admiración y agradecimiento y al que define como su ‘familia gastronómica’.

Dices que descubriste tu pasión por la cocina a los 12 años. ¿Cómo fue eso?

A. L. Cuando mi madre o mi padre cocinaban en casa, yo les ayudaba. Recuerdo que me sentaba en un taburete delante de un cubo de basura donde pelaba las patatas y en ese entorno me sentía tranquilo, a gusto y realizado, simplemente pelando una patata. Al poco se le comuniqué a mi padre, el cual se puso en contacto con Ferran Adrià y me llevó con tan solo 13/14 años a pasar un día con él en la cocina de El Bulli. Fue la primera vez que pisé una cocina profesional.

¿Cómo defines tu trayectoria hasta llegar donde estás actualmente?

A. L. La defino como corta. No sé si es el término correcto, pero es lo que siento. Llevo 14 años vinculado a la cocina, y empecé en restaurantes de barrio donde daba de comer yo solo a 60/80 personas. ¡Imagínate! Pero poco a poco he ido creciendo hasta formar parte de alguno de los restaurantes de mi tierra, algo que siempre había sido mi sueño.

El vivir este crecimiento dentro de restaurantes completamente diferentes me ha servicio para ser un cocinero muy polivalente y, sobre todo, para darme cuenta cada día de todo lo que me queda por avanzar, crecer y evolucionar. Por eso creo que, aun con 14 años en el oficio, cuando me vuelco en mi primer proyecto personal donde tengo que ser yo el que determina qué se sirve en cada mesa, siento que todo esto no ha hecho nada más que empezar.

Formado en Valencia y Castellón, ¿qué importancia le das a los estudios y las prácticas de un futuro cocinero?

A. L. Creo que unos buenos estudios son indispensables para poder empezar en el sector, así como unos buenos cimientos para entrar en una cocina con cierta seguridad en ti mismo. Creo que las prácticas o ‘stages formativos’ son, en muchos de los casos, la única manera que tiene un cocinero de trabajar en el restaurante que sueña.

En mi caso, estoy aquí justamente porque cuando pude, invertí mis ahorros en pasar unos meses en la casa que siembre había soñado, formándome, y ha sido, sin duda, una de las mejores decisiones de mi vida profesional. Pero también creo que un cocinero se forma en las cocinas, en los libros y en las mesas de otros restaurantes.

¿Qué es lo mejor de tu profesión? ¿Y lo menos bueno?

A. L. Un día un cocinero me dijo: "Hay dos tipos de cocineros, los que trabajan de cocinero y los que son cocineros". Estas palabras las llevo grabadas. Yo elegí ser cocinero y asumir todo lo que este oficio conlleva, como trabajar los fines de semana, pasarme el día en el restaurante, perderme fiestas y eventos… Y parte de mi entorno no lo entiende y puede que para ellos esta parte sea la menos buena, pero para mí va implícito en mi oficio, en lo que soy y no lo veo como negativo, sino como parte de lo que decidí ser.

Lo mejor, sin duda, mi familia gastronómica que he creado en torno a cada restaurante donde he pasado un tiempo. Compartir una buena mesa con compañeros del oficio con el simple objetivo de disfrutar de la gastronomía y de su compañía es, sin duda, de los mejores regalos de este oficio. Pero lo mejor de todo es disfrutar de los servicios de cada día, que aunque haya tensión y exigencia, nunca deben faltar unas buenas risas en torno a los fogones.

¿Cuál es la diferenciación, gastronómicamente hablando, que tiene el restaurante Citrus del Tancat?

A. L. Citrus es mediterráneo, tradición y recuerdo y creo, aunque suene raro, que esto es lo que le diferencia. En Citrus encontrarás sabores super reconocibles, los de toda la vida que a todos nos gustan, pues es lo que llevamos comiendo desde siempre y, al final, es con la cocina que disfrutamos, nuestra cocina.

Hacer disfrutar a un comensal de nuestro territorio con unas alcachofas con sepia, limón y perejil es más complicado creo que con, por ejemplo, un ceviche, pues los que vivimos en el Mediterráneo llevamos toda la vida comiendo con estos registros.

Ya ha quedado atrás la idea de que los restaurantes situados en hoteles están en una categoría inferior. ¿El Citrus es un buen ejemplo de ello?

A. L. Antiguamente se creía que el restaurante del hotel era simplemente un servicio más que cubrir para el huésped, como lo era, por ejemplo, tener un parking o un servicio de masajes en la habitación. Solo se buscaba cubrir la necesidad que tienen los comensales de alimentarse.

Creo que muchos restaurantes, y también es el caso del Citrus del Tancat, nacen ya con el propósito de dar valor a una experiencia más completa y de crear un destino gastronómico dentro de un hotel, como es el Tancat de Codorniu.

¿Qué valor le das al equipo que te acompaña en la cocina? ¿Y en la sala?

A. L. Citrus del Tancat no soy yo, ni mucho menos. Está formado por un equipo con el que no creo que tenga la suerte de volverme a rodear tan fácilmente. Álvaro Centeno, como jefe de cocina, junto a Xavi Melchor y el resto de la cocina son, si duda, el alma de la propuesta. Sin ellos, que defienden este proyecto y cada una de mis elaboraciones igual o más que yo mismo, este proyecto no tiene sentido.

Pero si conseguir compañeros que se impliquen en la cocina es complicado, en la sala parece imposible. Nosotros, por suerte, contamos con unos compañeros que serían difícilmente reemplazables, como Susanna Krcivoj, la líder de este equipo, junto a Felipe y Rossi son el otro pilar que sustenta este gran proyecto, defendiendo cada día el trabajo que hacemos todos en esta casa.

¿Cómo elegís los proveedores? ¿Qué características han de reunir para formar parte de vuestra lista de la compra?

A. L. Tengo más claro que nunca que no se eligen proveedores, sino personas que te ayuden en tu proyecto. Poco a poco seguimos conociendo más productores de nuestro entorno que, una vez conoces su persona, producto y filosofía, es prácticamente obligatorio trabajar con ellos.

Citrus del Tancat es tu primer proyecto personal y en solitario. ¿Habrán más? ¿Cómo ves tu futuro?

A. L. Algún día tendré un restaurante donde cocinaré yo solo, delante de una barra, algo muy pequeño en mi pueblo, Xàtiva (Valencia). Pero eso será cuando crea que ya lo he hecho todo. Yo en la cocina siempre digo que una de las cosas más bonitas que tiene la gastronomía es que cuanto más sabes, aprendes y camino recorres, más te das cuenta del poco conocimiento que tienes y lo mucho que queda por recorrer.

Así que, por lo visto, mi casa estará en la comarca del Montsià, en el Tancat de Codorniu y en el Delta del Ebro por mucho tiempo, parece.  Jajaja… Este camino acaba de empezar porque llevamos 3 años cocinando en Citrus y solo tenemos ganas de seguir evolucionando, creciendo nosotros y ver crecer el proyecto que tanto sacrificio nos está costando. Además, cada año nos sentimos más seguros con el proyecto y con los compañeros del sector de nuestro entorno.

¿Por qué te presentaste al concurso de Cocinero del Año? 

A. L. Siempre he tenido este concurso como un referente a nivel nacional, sobre todo para nuevos cocineros emergentes. Al final, es algo que claramente ocurre vista la trayectoria que han llevado compañeros que han pasado por aquí en las pasadas ediciones. Nunca había podido pensar que podría estar al nivel que requiere un concurso de este calibre y este año pensamos que tendríamos alguna oportunidad y me propuse intentarlo, aunque nunca pensamos ni siquiera pasar el corte a la semifinal del Concurso de Cocinero del Año.

Pero lo has pasado, eres finalista. ¿Qué significa esto para ti?

A. L. Ir a la final con estos 6 compañeros es, sin duda, el reto más grande de mi carrera. Vamos con nervios, respeto y responsabilidad a partes iguales, por lo que significa estar en ese escenario. Ahora vienen meses de afinar la propuesta e ir con la máxima seguridad que vamos a ofrecer la mejor versión de nuestra casa y, sobre todo, con muchísimas ganas de vivir una competición rodeados de estos 5 chefs que, seguro, se convertirán en parte del núcleo duro de chefs de nuestro país en un futuro no muy lejano.

En 2020, en plena pandemia, algunos “valientes” restauradores no frenaron sus proyectos de nuevos negocios. Fue el caso de los impulsores del Bar Mono en Barcelona. Y es que, llevaban meses -y años- (desde 2018) cocinando a fuego lento su sueño: abrir un restaurante de cocina saludable, sana, pero también moderna y para todos los paladares.

 

Así, tras meses de reformas de un local idealmente ubicado junto a la Plaça del Pi, en el corazón de la Ciudad Condal (Pl. Sant Josep Oriol 4), el Bar Mono abrió sus puertas en julio de 2020, adaptándose a todas las medidas y restricciones anticovid. Pero fue ya en 2021, y con la nueva normalidad, cuando el restaurante renació y se convirtió en el local de moda.

 

Su propuesta era infalible: 365 días de cocina ininterrumpida, propuestas gastronómicas donde brilla una perfecta fusión de cocina mediterránea con toques multiculturales; y una decoración moderna, cálida y con estilo, que invita, sobre todo, a compartir buenos momentos.

 

Desde su apertura, y hasta este otoño de 2022, el chef Francesc Fernández, dirigió los fogones, y aportó su experiencia mezclando sabiamente bases de cocina mediterránea con algunos toques de aquí y de allí (de oriente, especialmente). El Bar Mono se popularizó entre el público local, por sus deliciosos arroces, y por otros platos como el Tomahawk de vaca vieja madurada, Café de París y Demi-Glace, o sus divertidas y refrescantes propuestas de street food. Pero también se convirtió en imprescindible para un turista que regresaba a Barcelona y que buscaba un local céntrico para saborear unas buenas patatas bravas, unas croquetas de buey deliciosas, una tortilla abierta de setas de temporada, botifarra del perol y ajos tiernos, o unos huevos estrellados o cabreados con jamón ibérico o con gulas.

Y ahora, en Sant Cugat 

Tras el éxito del Bar Mono en Barcelona, este abril de 2022 los tres impulsores del proyecto, encabezados por el empresario Haykel Vidal, han abierto en Sant Cugat un nuevo Bar Mona, esta vez mucho más amplio (en Barcelona es para 100 comensales, en Sant cugat, para 250).

Nuevamente, la ubicación ha sido muy acertada. Así, y gracias a la amistad que mantienen con su anterior propietario, se han hecho con un local mítico del municipio, el Mesón de Sant Cugat (Pl. d’Octavià, 6), un bar muy frecuentado por personalidades sancugatenses, “un lugar mágico y emblemático”, en palabras de Vidal.

 

De hecho, tal y como remarca Haykel Vidal, “hemos querido hacerle un homenaje al antiguo local”, por eso, no han querido borrar todas sus huellas, manteniendo la estructura del local y conservando algunos elementos decorativos, como un cartel luminoso y algunas fotos que siempre recordarán al popular bar de Sant Cugat.

 

El nuevo Bar Mono, sin embargo, respira modernidad y nuevos aires, con decoración de Daniel Poch y arquitectura de Salvador Llobet. La idea del nuevo Bar Mono es convertirlo en un establecimiento para que los comensales “compartan” tapas, platillos, ensaladas, street food, brasas y arroces. “Algo primordial para nosotros es que la carta sea amplia, que un día puedas picar algo y otro darte un homenaje”, cuenta Haykel Vidal.

 

Entre los platos que más destacan está el arroz de secreto ibérico y trompetas de la muerte, que ya se considera uno de sus platos estrella, tras triunfar durante mucho tiempo en su local hermano de Barcelona. Sin embargo, según asegura Vidal, “hay muchos platos nuevos en cartera, esperando buenos momentos para probarlos con nuestros clientes”. Platos que se diseñan en equipo, tanto con los chefs, como con los socios fundadores y otros trabajadores (entre los dos restaurantes suman unos 75 profesionales).

 

Así se selecciona también la gran variedad de vinos expresamente escogidos para complementar sus platos, tanto de proximidad como de bodegas nacionales e internacionales. Y, a destacar, la buena oferta de cócteles clásicos y exclusivos, como mojitos, Moscow Mules, Bloody Marys o Micheladas. No en vano, Haykel Vidal es un empresario con larga trayectoria profesional en el sector del ocio nocturno, por lo que la selección de bebidas es algo que cuida al detalle.

Del ocio nocturno a la gastronomía 

Para Haykel Vidal su paso a la restauración y al mundo de la gastronomía le ha venido de forma muy natural, ya que como gerente de locales barceloneses de ocio nocturno de gran éxito, como el conocido y popular Gatsby, dar el paso a la hostelería era algo lógico. “En Cocobongo o Gatsby juntamos las cenas y las copas, y fue así como me enganché a la restauración. Es mágica, me sedució, y descubrí muy pronto que era algo que me encanta”, asegura el empresario.

 

Ahora, su mirada está puesta en la playa. A medio plazo, quieren seguir creciendo y lo harán en zona costera, no en vano, “hacemos muy buenos arroces”, subraya Haykel Vidal, y abrir en la playa sería algo lógico y natural.

 

Este 2022, pese a la inflación, “ha sido un muy buen año, sobre todo en verano”, añade Vidal, aunque augura que en breve la restauración, en general, “tendrá que subir precios, porque los suministros, alquileres, impuestos y materias primas son una losa cada vez más grande.

 

Tenemos que tener liquidez para poder pagar más a nuestro personal, a nuestros profesionales, o corremos el riesgo de que emigren a otros sectores, con mejores horarios y condiciones en general”, añade Vidal. De hecho, el empresario espera que haya más apoyo institucional: “espero también, tarde o temprano, que llegue un giro en lo que se refiere al apoyo institucional. Somos -los hosteleros de Barcelona- de los que tienen envidia a otras ciudades como Madrid o Sevilla… ciudades donde dan muchas más facilidades en todo: terrazas, impuestos, etc… Si queremos recuperar el centro de Barcelona, empecemos por apoyar sus negocios, y, por ejemplo, no tardar 20 meses en dar una licencia de obras, ni prohibir terrazas donde se pueden poner perfectamente”.

 

Pero el 2023 lo ve con optimismo: “lo encaramos con ilusión, con ganas de mejorar, crear, aprender y seguir creciendo como equipo de profesionales”.

La localidad costera tarraconense de Cambrils, posee entre muchos restaurantes de nivel, uno que desde 2005, atesora una estrella Michelin gracias a la labor conjunta de Diego Campos en cocina y Montse Albiol en la sala. El tiempo no pasa en vano, y todo está listo para un relevo sin traumas. Su hijo Rubén Campos Albiol, está preparado para ello.

Dentro de la riqueza y la variedad de la cocina de la villa marinera de Cambrils encontramos el restaurante Rincón de Diego… ¿Cómo y cuándo se funda?

R. El Rincón de Diego nace en marzo de 1983, cuando mis padres deciden lanzarse a la piscina y abrir un proyecto propio después de años de haber trabajado en otros restaurantes. ¡Mis padres soñaban con su pequeño rincón… y mira donde han llegado! 

Es un restaurante familiar, con usted (Rubén) y su padre a los mandos de la cocina, su madre (Montserrat Albiol) en la dirección de sala… ¿Cómo influye esto -si lo hace- a la hora de trabajar o de cara a la experiencia del comensal?

R. Así es, somos una familia con un restaurante familiar, pero ya no solo por nosotros sino porque contamos con trabajadores que llevan muchos, pero muchos años, con nosotros. Y gran parte de nuestros clientes también llevan años visitándonos. Y es que es así es como queremos que se sientan los clientes, como en casa.

Con su padre a punto de colgar el delantal, «medio-jubilado» como él mismo dice, ¿cómo asume la tarea de liderar el proyecto? 

R. Bueno… la verdad que llevo unos cuantos años escuchando eso de la jubilación… Mi padre lleva la cocina en la sangre. Así que seguramente ni jubilado dejará de pisar su Rincón. Cuando el día llegue, lo llevaré con el respeto y la responsabilidad que esta casa se merece.

 

Si mi madre tarda unos años más… tendré el otro firme pilar conmigo.

¿Qué aprendizaje le deja la experiencia de haber trabajado con su padre?

R.  Cierto es que hasta que no visité otras cocinas no me di cuenta del maestro que es mi padre, del talento que tiene… Mi padre es pasión, detalle, amor por lo que hace, por los clientes, … constancia, sacrificio, … mi padre empezó de la nada, y todo lo que ha conseguido no se lo ha regalado nadie. Le admiro mucho como cocinero, y como padre. Es un privilegio poder compartir día a día con la familia… bueno, unos días más que otros, tampoco te voy a engañar, pero tengo mucha suerte.

Estuvo más de una década fuera de esta ‘casa’, ¿cómo fue la experiencia? ¿por qué decidió regresar?

R. Fue una gran experiencia, ahí crecí como persona y como cocinero, tengo un bonito recuerdo de esos años, pero siempre supe que tarde o temprano iba a regresar a mi casa.

Definen la propuesta del restaurante como una cocina mediterránea de autor. ¿Esto qué quiere decir o cómo se materializa? ¿Cuáles son sus características? 

R. Nosotros creemos y hacemos una cocina de producto y de temporada, y también muy personal, con ingredientes de km0 pero cocinados con influencias de nuestra historia personal, de nuestras vivencias, de nuestros viajes. Creemos que así conseguimos que el comensal no se aburra y que encuentre sabores distintos a lo largo de su experiencia gastronómica

Tienen carta, también diferentes menús, una bodega muy cuidada… ¿es ésta la línea a seguir? ¿qué destacaría de su oferta?

R. A nuestra casa viene un cliente muy distinto, familias, parejas, clientes en ruta de estrella, clientes que solo vienen una vez y clientes que vienen casi cada semana, por eso tenemos una amplia oferta, porque queremos que el cliente encuentre lo que le apetezca y sobre todo que siempre, siempre lo disfrute. Ahora mismo además de la carta tenemos un Menú gastronómico, un Menú a base de cava y marisco y un Menú Summum que es nuestro menú más largo y creativo donde ofrecemos recetas más novedosas y arriesgadas. Y un poco gamberras también. Es un Menú para pasárselo bien y dejarse llevar.

En 2005 recibieron la estrella Michelin que han mantenido todos estos años, ¿cuesta más trabajo conseguirla o mantenerla? ¿Sueñan con la segunda?

R. La estrella llegó realmente en un momento inesperado; ni mi padre ni mi madre se la esperaban para nada. Nadie del equipo. Y la recibimos con mucha ilusión, como un reconocimiento a un trabajo honesto. Nunca nos lo tomamos como un trabajo mayor, pero sí como una responsabilidad. Nos sirvió como motivación, como motor para seguir haciendo las cosas como creíamos que debíamos hacer. ¡Y supongo que algo seguimos haciendo bien si, año tras año, vamos renovando la estrella! ¡Lo de la segunda, es que tampoco soñamos con la primera! Nuestro lema y único objetivo es que la gente que entra en nuestra casa salga con una sonrisa, es una señal de que ha disfrutado y se lo ha pasado bien.

La calidad de la materia prima y el producto, ¿qué papel juega en su cocina? ¿de dónde se abastecen? 

R. El producto es la base y el motor principal de Rincón de Diego. No tenemos ningún plato que no lleve materia prima: una gamba de Tarragona, una cigala de Cambrils… un buen tomate, un espárrago de calidad, …

Destacan la importancia del pescado y el producto marino en su carta… ¿cómo es el ‘fruto’ del mar mediterráneo? 

R. El mar mediterráneo es nuestro km0. Como restaurante de costa, siempre hemos mantenido la importancia del pescado y el marisco en nuestra carta. Creemos en nuestro producto y lo defendemos honestamente.  

¿Cómo conjugan tradición (esa cocina de toda la vida) con la modernidad y la vanguardia culinaria?

R.  Para nosotros, la tradición está en nuestro producto y en las recetas típicas de nuestro pueblo pesquero, que es la esencia de Cambrils, del mediterráneo. Y la modernidad está en la voluntad de mantenernos actualizados en estos 40 años de vida del Rincón de Diego. Estamos viviendo años donde todo va muy de prisa, y es importante no cerrar los ojos. No hemos dejado de viajar, conocer, leer, comer, aprender… vivimos por y para la cocina, y todas nuestras vivencias acaban reflejándose en nuestra cocina. Nos inspiramos en lo que vemos, sentimos y olemos… a veces arriesgamos un poco más, creamos texturas y presentaciones más visuales, pero intentamos siempre respetar al máxima el buen producto, para no perder nuestra esencia tradicional. Quizás ahora mismo nuestra cocina es también una metáfora de la relación entre mis padres (la tradición) y yo (la evolución).

Tanto usted como su padre han realizado varias acciones para promocionar la gastronomía de Cambrils, incluso con viajes internacionales. ¿Cómo es esta experiencia de ser embajadores de la gastronomía de su tierra?

R. Desde el primer día lo hemos vivido como un privilegio y como una oportunidad de abrir nuestra mente porque nos gusta mucho viajar. Nos sentimos muy afortunados por ejercer este intercambio, nosotros poder enseñar la gastronomía de Cambrils, de nuestro mediterráneo por todo el mundo y a la vez enriquecernos nosotros de cada lugar en el que hemos cocinado. Cambrils y nuestra cocina nos han permitido viajar por ciudades y países muy distintos y especiales y no hemos dejado escapar la oportunidad de llevarnos algo de cada lugar en el que hemos estado. Adentrarnos en las distintas culturas gastronómicas, enriquecernos personal y profesionalmente e intercambiar y aportar nuevas ideas y sabores a nuestra cocina. 

¿Cómo definirían la gastronomía cambrilense? ¿Qué tiene de particular?

R. Es una cocina que tiene historia, dicen que es la capital gastronómica de la costa Dorada. Hubo una época en la que había 4 restaurantes con estrella en un pueblo de unos 15.000 habitantes. Un pueblo pesquero con un mar y una huerta espectacular, donde tenemos un producto fantástico y restaurantes emblemáticos que han ido pasando de generación en generación. 

Recientemente han participado en el congreso San Sebastián Gastronomika, ¿Cuál fue el mensaje principal que pretendió transmitir?

R. Con mucha ilusión y ganas, después de tantos años sentados en las butacas del Kursaal, viendo y escuchando a grandes maestros de la cocina a los que admiramos, fue un honor vivirlo un año más desde un prisma distinto. Nuestra intervención se focalizó en que los asistentes vieran un trocito del Cambrils gastronómico a través de lo que hacemos en el Rincón de Diego.
Diego y Rubén Campos
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