cocinera

Aunque su trayectoria profesional estuvo durante 11 años alejada de la cocina profesional, Aroa López decidió en 2016 convertir su pasión, la cocina, en su nueva profesión. La chef dejó atrás su faceta de interiorista de la mano de quien ha sido su mentor y mejor maestro: Víctor Rodrigo. Con él comenzó a explorar el mundo de la cocina profesional, un viaje que le llevó a convertirse en la segunda jefa de cocina del restaurante Samsha de Valencia y a asumir la coordinación de todo el equipo, además de gestionar los stocks y pedidos. Pero lo que más le llena es que, junto con Víctor, forma la parte creativa de Samsha.

En estos años, ambos han sido ponentes en diferentes ferias gastronómicas, como Alimentaria, Hostelco y Alicante Gastronómica, Murcia Gastronómica y Espacio Cocina SICI. También han impartido charlas en la Universitat Politècnica de València y la Universitat d’Alacant, así como cursos de grado y máster en la Universidad de Gastronomía y Management Culinario, Gasma (Castellón). Además, han realizado showcookings por toda España para diferentes patrocinadores.

Ahora, junto a Víctor, acaban de estrenar un menú revolucionario, Cromas, donde ambos chefs rinden homenaje al color a través de un viaje inmersivo por los cinco sentidos. Un menú de 34 platos y más de 200 elaboraciones, presentadas durante tres horas en un espectáculo que combina arte, color y sabor. “Mi objetivo es transmitir mi personalidad a través de mis elaboraciones, crear mi propio estilo de cocina y reflejar la pasión con la que trabajo en cada idea. Mi meta es seguir creciendo y evolucionando en el ámbito gastronómico”, confiesa la chef. Y con Cromas descubrimos la faceta más colorista y creativa de ambos, de Víctor (ex grafitero)  y de Aroa. No en vano, la chef viene del mundo del diseño.

Aroa, durante 11 años, estuviste centrada en el interiorismo. ¿Cómo y por qué entras en el mundo de la cocina profesional?

La cocina siempre ha sido una pasión para mí y decidí convertir esa afición en mi nueva profesión. Gracias a mi mentor y mejor maestro, Víctor Rodrigo, comencé a explorar este fascinante mundo hasta convertirme en la segunda jefa de cocina del restaurante Samsha. La decisión de cambiar de carrera fue impulsada por mi amor por la cocina y el deseo de seguir una vocación que me permitiera seguir expresando mi personalidad y creatividad.

Restaurante Samsha.
Plato azul, del restaurante Samsha. ®Mario Agulló

Con Víctor Rodrigo presentáis algo absolutamente novedoso y rompedor, Cromas, una experiencia gastronómica que rinde tributo al color. Cuéntanos, ¿cómo y por qué surge la idea?

El principal motivo para diseñar un show en homenaje al color ha sido permitir a Víctor expresar lo que los colores significan para él en todas sus tonalidades. Antes de ser cocinero, Víctor fue grafitero y sus platos siempre han rendido un pequeño tributo al color. Sin embargo, nunca había creado un menú cromático completo, con una historia de principio a fin. Era una idea que tenía pendiente, y consideramos que este cuarto show era el momento perfecto para llevarla a cabo. Con Cromas, queríamos ofrecer una experiencia gastronómica innovadora, rompedora, donde el color fuera el protagonista absoluto, permitiendo a los comensales vivir una explosión sensorial que une gastronomía y arte de manera sorprendente.

Decís que es la evolución de vuestra experiencia. ¿Qué experiencia?

Nos referimos a la “experiencia Samsha”, conocida ya por muchos. En estos casi 9 años, nuestros clientes han experimentado tres experiencias diferentes, así que, para nuestra cuarta propuesta, había que evolucionar. Es por ello que la mesa de Samsha y, en consecuencia, el concepto de la experiencia que vive el cliente, se han transformado para satisfacer las expectativas de nuestros comensales. Esto representa un paso más en nuestra búsqueda continua de seguir creciendo, evolucionando y sorprendiéndonos a nosotros mismos.

Hasta dos años para conseguir la tonalidad sin alterar el proceso. ¿Qué ingrediente se ha resistido más?

El color que más resistencia presentó fue el azul y los ingredientes que lo representan. Encontrar ingredientes azules que conservaran su pigmento sin alterarse durante la cocción fue todo un reto. Un ejemplo es el té azul, también conocido como té de mariposa, que requirió mucho tiempo de experimentación para asegurar que mantuviera su tonalidad original sin comprometer el proceso culinario.

Plato amarillo, del restaurante Samsha.
Plato amarillo, del restaurante Samsha. ®Mario Agulló

¿Y qué color ha sido imposible?

No ha habido ningún color que haya sido completamente imposible de lograr. Hemos adaptado la comida y cada plato a los tonos naturales que hemos podido obtener de los diferentes alimentos.

En un momento en el que la sostenibilidad, la vuelta al producto base, es más que una tendencia, ¿no puede chocar vuestra propuesta por “poco natural” y “muy química”?

Samsha nunca ha seguido las tendencias; siempre hemos preferido ir a contracorriente. En la elaboración del menú Cromas, respetamos la naturaleza de cada producto base y evitamos, por ejemplo, el uso de colorantes artificiales. Nuestra investigación de más de dos años nos ha permitido descubrir métodos naturales para alcanzar cada color, a través de las más de 200 elaboraciones que componen nuestra propuesta. En Samsha, nunca sacrificamos la creatividad culinaria para seguir modas pasajeras. A lo largo de los años, hemos demostrado que la innovación y la sostenibilidad pueden coexistir perfectamente.

El resultado de toda esta investigación son 34 platos, más de 200 elaboraciones ¿Qué tiempo de preparación requiere cada pase?

Cada pase de nuestro menú requiere una preparación meticulosa. Preparar un menú completo desde cero nos llevaría aproximadamente tres semanas de trabajo. Es fundamental mantener una organización impecable para gestionar los stocks y garantizar que podemos preparar los platos semanalmente a medida que agotamos los ingredientes.

Son tres horas de “espectáculo” para los sentidos ¿Qué es lo que más fascina al comensal?

Lo que más fascina al comensal es, sin duda, el conjunto de todo. Nuestro trabajo gastronómico, por supuesto, es fundamental y a menudo eclipsa parte del espectáculo. Sin embargo, también dedicamos un gran esfuerzo al aspecto sensorial para crear una experiencia completa y cautivadora. Esa combinación perfecta es la que realmente fascina a quienes nos visitan.

¿Cuáles han sido, hasta ahora, las mejores “críticas” de vuestros comensales?

Que nos hemos superado una vez más y les hemos sorprendido nuevamente. Lo que más nos enorgullece es escuchar a diario que han tenido la mejor experiencia gastronómica de sus vidas.

El chef Víctor Rodrigo y Aroa López ®Mario Agulló

Víctor, además de compañero en Cromas, es compañero sentimental. ¿Esto ha hecho más fácil desarrollar este proyecto?

Víctor y yo tenemos una conexión increíble. Hemos trabajado juntos muchos años y hemos creado toda esta trayectoria conjuntamente. Y fundamental para ello ha sido también el apoyo y la colaboración de todo el equipo Samsha. Cada miembro aporta su talento y pasión. Este proyecto es el resultado del esfuerzo y la dedicación de todos.

Tras este punto y aparte en la propuesta de un restaurante, ¿cuál será vuestro reto de futuro?

Nuestro principal reto es seguir sorprendiéndonos a nosotros mismos en cada nuevo show que creamos, buscando superarnos y llevar nuestra creatividad y entusiasmo al límite. Siempre hay algo mejor por venir, y ese pensamiento es el que nos impulsa a mantenernos siempre innovando y llenos de ilusión.

Benicarló es una de las poblaciones valencianas destacadas de nuestro mapa gastronómico. Peregrinos culinarios lo visitan para degustar y saborear la propuesta del restaurante que regenta el chef Raúl Resino desde 2013. En aquel año, Raúl abría su propio negocio, bautizado con su nombre y apellido. Solo tres años después, conseguía erigirse como el Cocinero del Año y poco después, lograba su primera estrella Michelin, que conserva y conjuga con los dos Soles Repsol. 

Son distinciones que premian el buen hacer y el oficio de un chef con 30 años de trayectoria. Porque Raúl es de los cocineros que empezó muy joven y desde abajo, en restaurantes humildes. Y de los que también se formó en las más prestigiosas casas de comidas, como el restaurante Martín Berasategui de Lasarte***, El Racó de Can Fabes***, El Celler de Can Roca en Girona***, el restaurante Suzaku ** de Tokio, con el prestigioso maestro Yoshikawa Takamasa, el restaurante Zuberoa* en Oiarzun (Guipúzcoa), el Hotel Hostal de la Gavina en S’Agaró (Girona). 

En la actualidad, además de seguir deslumbrando en su restaurante -con capacidad sólo para 16 comensales y donde, sin carta, ofrece un menú degustación basado en producto de proximidad-, Raúl Resino asesora a hoteles, restaurantes, y es formador de formadores en cadenas hoteleras de lujo tan prestigiosas como Sheraton y Ritz Carlton. Además, es vicepresidente del jurado del Concurso Cocinero del Año (CCA), certamen con el que ha mantenido su relación desde que lograra ganar en 2016. 

Raúl, cuéntanos, ¿qué queda de ese Raúl Resino que ganó el Concurso Cocinero del Año y que consiguió su primera estrella Michelin?

RR. De aquel Raúl queda todo. Yo soy la misma persona, con los pies en el suelo, con la misma filosofía de trabajo, con la misma mentalidad de seguir aprendiendo y evolucionando. Pero es cierto que para mí, el premio más importante que he ganado en mi vida gastronómicamente fue ganar el concurso Cocinero del Año. Ese premio me ha permitido estar donde estoy, cumplir mi sueño. Un premio que luego nos abrió las puertas para la estrella Michelin y para recibir diferentes reconocimientos en la Comunidad Valenciana. Pero lo más importante, es que nos abrió y nos dio a conocer a más clientela, gente que vienen solo para verte y para probar lo que haces. Que viene a este pueblo humilde y con poco atractivo turístico, para sentarse en tu restaurante.   

Y en todos estos años, pues como soy algo inquieto, hemos ido evolucionando. Ahora, estamos con el Menú 10º Aniversario, un menú muy trabajado y con mucho esfuerzo detrás.

Volvamos a tu persona, a tu restaurante homónimo. Este pasado noviembre, de hecho, has renovado la estrella Michelin… ¿Cuál es el secreto para seguir en lo más alto? 

RR. Si consigues la estrella Michelin por lo que uno es, no hay que sufrir. Hay que seguir en esa línea, pero también no confiarse. Tampoco vivir con presión. Seguir mejorando, ser muy responsable con el cliente, con la calidad… Nunca hay que perder la ilusión y la constancia en un restaurante.  

¿Es ahora más fácil o menos mantenerse en la élite de nuestra cocina?  

RR. Pues no sabría decir… Nosotros lo que sí sabemos es que, como decía, no podemos bajar la guardia. Hay que seguir mejorando. Lo que está claro es que mantener la estrella es algo mágico. 

En tu web publicas esta frase: "Cocinamos como pensamos, no pensamos cómo vamos a cocinar". Desgrana esta declaración de principios… 

RR. En definitiva, es, como antes comentaba también, ser uno mismo, ser fiel a lo que somos. Nosotros no pensamos, dejamos que fluya. Yo, cuando estoy delante de un producto, de un pescado fresco, de una verdura, ellos “me hablan” me dicen qué cocción que elaboración debo hacer para ensalzar su sabor. 

Cocina de la mar, productos de la mar… ¿No se hace cada vez más complicado apostar por el producto cuando cada vez queda menos producto? 

RR. Por ahora no. La cocina del mar es mi identidad 100%. Si estuviera en el interior de Castellón, cocinaría absolutamente diferente, con los productos de allí. Tenemos ecosistemas diferentes, por lo que no puede ser lo mismo. Tengo la suerte de estar cerca del mar y yo me adapto a él. A su temporada. El mar es mágico, a veces sales y hay un producto y al día siguiente otro. Pero lo importante es adaptarse a lo que el mar nos regala. 

Solo 16 comensales, sin carta… ¿Cómo vas adaptando ese menú a las temporadas? ¿Cómo va evolucionando el menú?

RR. Sí, son solo ocho mesitas y ahora, con un menú especial, enfocado al 10º Aniversario. Queríamos hacer algo especial para el aniversario. Es un menú con mucho producto del mar, 14 platos con más de 18 productos del mar, con espardeñas, ortiguilla de mar, galeras, gambas, navajas, caballa, cigalas, bonito, carreta, cananas, pintarroja, pulpo… Y siempre con una visión evolucionada. Haciendo guiños a la tradición, a ese rancho marinero, pero con una visión actualizada. 

¿Cuál es tu ingrediente fetiche y el que nunca entraría en tu restaurante?

RR. Decidirme por uno es difícil. Podría decirte que el aceite de oliva virgen extra, pero como cualquier cocinero. Porque con el producto que tenemos, con los AOVE de aquí, ¡como para no valorarlo! Pero también destacaría, como productos estrella, los pescados humildes. Y por elegir uno, diría la juliola, que fue con el que gané el concurso de Cocinero del Año. Es un producto que prácticamente se usa solo para hacer caldo y yo allí presenté un plato compuesto por juliola con “all i pebre” de alcachofas y mini tomates. De hecho, en Castellón se me conoce como “el príncipe de la juliola”. 

Y el que no entraría, aunque sea de Castellón, pero es un producto de montaña, es la trufa. Porque no casa mucho con mi cocina. Es un producto maravilloso, pero a mí no me encaja. Las angulas, el caviar, que ahora está tan de moda, tampoco me encajan… Yo soy anti modas. 

Y si pudieras elegir entre todo tu recetario, ¿qué receta es la que elegirías y por qué? 

RR. Antes he mencionado el de la final, pero si tuviera que elegir uno sería el que me metió en la final. El plato de la semifinal que fue una merluza con AOVE infusionado con hierbas. Los recuerdos que me trae, además, son muchos. Porque era un plato que tenía que hacer con lubina, pero hubo un temporal horrible. Recuerdo que aquel día a las 5 de la mañana me planté en Mercabarna buscando una lubina salvaje y no la encontré por ningún lado. Así que al final, vi una merluza de pincho preciosa y la compré. Y me presenté con la merluza. El jurado me lo permitió, el cambio de última hora. Y al final la improvisación me fue increíble. 

Si volvemos a mirar al pasado, ¿Con qué te quedarías de tu periplo como cocinero y qué borrarías de tu trayectoria?

RR. No borraría nada. Todo lo que he hecho, por todos los sitios donde he trabajado en estos 30 años, siempre he aprendido algo, en cocina o como persona. Me he movido mucho, antes de abrir mi restaurante, y me quedaría con todos. De todos he aprendido y he estado muy a gusto. Pero me confieso un “Martinista” porque soy muy de la filosofía y de la forma de pensar y cocinar de Martín Berasategui. 

Mucho ha llovido, y ahora ya puedes hablar como maestro, como modelo para otros. De hecho, eres juez en el Concurso Cocinero del Año. ¿Qué les recomiendas a los aspirantes?

RR. A los concursantes les diría que sean ellos mismos, que no hagan nada que sepan hacer ya. Que vayan con lo que son ellos, que es lo que les ha llevado hasta la final. Que sean naturales y que cocinen lo que hacen en sus restaurantes. Y que piensen que llegar a la final es un sueño. Todos son ya ganadores. Que vivan esa experiencia. Y que lo ganen o no, entrar en Caterdata es maravilloso porque hay detrás un gran equipo de asesores, de prensa, etc. El Concurso, además de abrirte nuevas puertas, te permite conocer a mucha gente y tener amigos para toda la vida. Yo, por ejemplo, ahora, estar en el jurado me permite seguir cumpliendo sueños.

Y si miramos ahora al futuro, ¿cómo lo ve Raúl Resino, o cómo le gustaría que fuese? 

RR. La suerte en este oficio no existe, así que el futuro es por el que yo peleo. Aquí nadie te regala nada. Solo existe lo que tú siembras. Yo solo pido no quedarnos en el olvido. De hecho, seguir como estamos, es lo que pido. Seguir con ilusión, seguir aprendiendo, seguir exigiéndonos lo máximo, y seguir siendo un punto de referencia en el mapa gastronómico. Si se puede seguir creciendo, pues bienvenido sea. Pero como digo, todo es consecuencia del trabajo. Y yo estoy muy orgulloso de pertenecer a la familia del CCA (Concurso Cocinero del Año). Llevo tatuado en la piel el premio -y el logo- del Cocinero del Año por todo lo que ha significado en mi vida profesional.

Pedro Sánchez es el cocinero que ha conseguido ubicar en el mapa gastronómico la más pequeña de las capitales andaluzas. Desde Bagá (Jaén), su diminuto restaurante de solo 45 m2, Sánchez cocina para solo ocho comensales, aunque a él le gusta decir que lo que hace es “otra cosa”, lo que hace es “crear recuerdos”. 

Lo que es cierto es que el chef ha logrado que Bagá sea el espacio más pequeño de Europa galardonado por la Guía Michelin y dos soles Repsol. Ubicado junto a la Basílica de San Ildefonso en la capital jiennense, Bagá es un “templo” de la cocina andaluza. Desde allí un Pedro Sánchez sencillo, afable, apacible y reflexivo elabora una cocina disruptiva, emocionante, sencilla y sabrosa con apenas un par de ingredientes en cada plato. Una cocina que atrae a reconocidos chefs de todo el mundo curiosos por probar su propuesta, así como a peregrinos gastrónomos llegados de todo el mundo.

La clave de esta atracción es su particular forma de convertir lo más sencillo en lo más extraordinario. Una zanahoria, un champiñón, una quisquilla se convierten en manos de Pedro Sánchez en productos de lujo. Porque detrás hay mucha reflexión, y un ingrediente muy apreciado por el chef: la inteligencia.

"Me habían vendido la imagen del gran restaurante. O tenías algo así para poder desarrollarte, o no había nada que hacer". Así lo afirma en el libro Bagá. Pedro Sánchez, el equilibrio del sabor (Montagud, 2021), un resumen sobre la esencia de su cocina y su carrera.

Pedro, se ha dicho mucho, y bueno, de ti, pero ¿cómo te defines como chef y cómo defines tu cocina? 

PS. No me gusta que me llamen chef. Me defino como un cocinero normal, sencillo, tímido… Mi cocina no sé definirla, me cuesta ponerle una etiqueta.

¿Por qué y cómo acabaste en este universo, el culinario? 

PS. ⁠Acabé en el mundo de la cocina por casualidad. Me gustaba desde pequeño, como la meteorología, aproveché que abrió en 1998 La Escuela de hostelería de La Laguna en Baeza y probé suerte echando la solicitud, me admitieron … Y hasta ahora.

¿A quién te gusta recordar a la hora de ver en lo que te has convertido? ¿Tu maestro culinario?

PS. – ⁠Siempre recuerdo el estar en Francia, con mi mochila, sin un duro, en la puerta de Bocuse, de grandísimos restaurantes, y no poder entrar. Un cocinero joven soñaba con poder trabajar en una gran casa, aprender de los grandes, comer en ellos. Ahora todo es diferente. No se admite el sufrimiento para conseguir algo, se toman caminos más cortos y con el esfuerzo muy medido. No sé si es mejor o peor, pero ser el último de un lugar, fuera de tu casa… te hace mejor persona, creo. No tengo maestros culinarios, pero sí muchas personas a las que admiro.

Hoy estamos en un momento dulce para la cocina y la hostelería española. Pero al mismo tiempo, con este nivel tan alto, es complicado despuntar ¿Cuál crees que ha sido el secreto para haber destacado como lo has hecho?

PS. Bagá es un proyecto tan simple que creo que es eso lo que le hace diferente, no busco nada.

España se diferencia de otros países punteros en lo gastronómico, que se puede comer bien, muy bien más allá de las grandes capitales. ¿Cómo ha sido para ti hacer alta cocina en Jaén?

PS. – ⁠España es un país maravilloso, con una hostelería única en su diversidad, pero estamos cambiando, copiando el mundo anglosajón y no es bueno alejarse del producto, de la cocina, de la siesta, de nuestras tabernas y bares. La alta cocina debe estar también para apoyar todo lo que nos hace diferentes. A mí me hace más ilusión llevar a Andoni o a Ángel León a una taberna de aquí de Jaén que venir a comer a Bagá.

Has demostrado, junto con muchos otros como tú, que es posible hacer “algo grande” en poco espacio y con pocas personas, en tu caso con tu mujer y un sumiller. ¿Crees que es éste el modelo del futuro, el de pequeños restaurantes para pocos comensales?

PS. – ⁠No sé si es el futuro, pero sí un modelo que puede ir a más. No todos podemos tener un súper restaurante. Yo creo que en cualquier rincón de un pueblo puedes cocinar lo que te plazca, mira Mesón Sabor Andaluz, Fuentelgato, Lera…

Hablemos más de tu cocina. ¿Alguna manía u obsesión? 

PS. No tengo obsesiones. Sí es verdad que, conforme voy madurando más, me obsesiono por ser feliz y disfrutar cada día de lo que hago. La cocina va acompañada de una competitividad insana: premios, guías, listas… Esto va de otra cosa: poder vivir, trabajar y ser feliz.

Has demostrado que hay ingredientes menos menospreciados por otros, que tú logras ensalzar a la altura de los más lujosos Entre todos ellos, ¿algún ingrediente fetiche? ¿Por qué?

PS. ⁠Soy un enamorado de la verdura, de un buen tomate o una buena pera, del pescado, del marisco, de la carne… Pero me siento más cómodo con los vegetales.

¿Uno que nunca entrará en Bagá?

PS. El pulpo. 

¿Sabor, estética o textura? ¿A qué no renuncias nunca en un plato y qué es prescindible? 

PS. Sabor, estética, textura, temperatura… Hay platos donde la temperatura es todo, y otros donde la textura, el sabor no lo es todo, el buen gusto es muy importante. La locura también.

El momento por el que pasas, haber conseguido ubicar Jaén en el mapa de la alta gastronomía, los premios, distinciones… ¿Sueño conseguido o aún quedan por realizar? 

PS. Mi sueño era cocinar feliz. Si los premios y distinciones ayudan a poder hacerlo, bienvenidos sean. Sueño con poder seguir, solo eso. Jaén la llevo en el corazón, y todo lo bueno que le pase me hace feliz.

Es una de las chefs más mediáticas de la televisión catalana. Gessamí Caramés (l’Ametlla de Mar, 1992), de hecho, pensó en dedicarse a la interpretación mucho antes de descubrir que despuntaría en los fogones. Después de pasar por la alta cocina (Michel Guérard, Paolo Casagrande y Martín Berasategui) y ganar competiciones como barista, la cocinera empezó a presentar, junto a Marc Ribas, el programa de TV3 “Cuines”, lo que le catapultó al éxito popular. Apasionada de la cocina dulce y la repostería, Caramés regresó a su tierra donde regenta desde 2022, junto a sus hermanos, el restaurante Meleta de Romer. Es allí donde se ha reconciliado -aunque nunca se hubiera enfrentado- a la cocina más tradicional, la del producto más humilde y de proximidad. Es allí donde ha demostrado que el presente y el futuro pasa por la cocina sostenible, la que evita químicos y procesados, pero también la que es sostenible con la vida laboral de sus trabajadores.

Por todo ello, la chef fue distinguida en el Gastronomic Forum Barcelona con el premio a la cocinera más sostenible del año. Un galardón que llegó prácticamente junto al lanzamiento de su segundo libro, “Els ranxos de la Gessa”. 

Mujer, joven, y de “les Terres de l’Ebre”, que no es precisamente una gran ciudad como Barcelona. ¿Se hace más difícil triunfar en la cocina con estos calificativos?

Siempre es un poco más complicado desde fuera de la capital. En general, todos los que trabajamos fuera de Barcelona lo tenemos más complicado, pero también tenemos la suerte de contar con una gran riqueza y rasgos que nos hacen especiales y únicos. En mi caso, fue mi manera de hablar, que me ayudó muchísimo a tener la oportunidad de poder trabajar en la televisión, por ejemplo. 

De hecho, eres asidua de eventos culinarios como la presentación de l’Oli Nou de la DoP Oli Terra Alta, o en GastroMar y GastroEbre. ¿Cuál ha sido la receta que te ha llevado hasta tan alto en la cocina y la restauración en Catalunya? 

Los ingredientes de esta “receta” son la ilusión, las ganas de aprender y las ganas de mejorar día a día, de conseguir cosas nuevas que me hagan ser mejor. Pero también la paciencia, la perseverancia… Aunque sin duda, son la pasión y la ilusión los ingredientes fundamentales para conseguir lo que una quiere en la vida. 

¿Cómo acaba una estudiante de Comunicación Audiovisual presentando un programa de cocina, regentando su propio restaurante y escribiendo exitosos libros y recetarios?

Yo siempre había querido estudiar teatro, pero llegó un momento en que la vida me llevó a estudiar Comunicación Audiovisual. Pero con el tiempo, me di cuenta de que yo, en mis ratos libres, para relajarme y evadirme, estaba siempre en la cocina. Fue como un click en la vida y me di cuenta que lo que me gustaba como hobby podía ser también mi mundo profesional. Entonces decidí estudiar cocina, con muchísimas ganas, alegría, ilusión… Porque estaba consiguiendo lo que siempre había querido. Era el momento de trabajar, estudiar, coger todo lo que podía y llegó la oportunidad de hacer un casting para el programa “Cuines”. Lo hice y me cogieron. Y de ahí, pues, llegó todo el resto. El éxito y conocimiento por todo el mundo de Gessamí, como copresentadora de “Cuines”. Ya gracias a eso, pues también he podido escribir un par de libros, tengo un proyecto del restaurante que ha sido lo más arriesgado, pero lo más personal y bonito que he hecho hasta ahora. Y al final es eso, es encontrar tu camino, y aprovechar las oportunidades que se te presentan y estar preparada para ellas. 

En la era de Instagram y de TikTok, alguien como tú, joven y con gran dominio de los medios audiovisuales, decides sacar un segundo libro, esta vez de recetas. ¿Cómo es que has apostado por  “el papel”? 

En realidad me gusta mucho el mundo de las redes sociales para transmitir contenido, pero nunca he tenido mucha paciencia para esas cosas. Creo que hay gente que tiene un don para ese mundo. Si tuviera más tiempo me dedicaría más a ellas. Y no es que haya apostado más por el papel, pero sí creo que los libros nunca deberían desaparecer. Yo siempre había tenido esa ilusión de tener un recetario propio. De hecho, creo que todos los cocineros siempre deberíamos tener un recetario propio, ya sea en forma de libro y publicarlo, o simplemente como un compendio de recetas, para tenerlo a mano y revisarlo. Y no reniego del formato audiovisual, pero es más efímero y más difícil de conservar. Un libro es un gran material para tener esa información siempre allí. 

En tu último libro, “Els ranxos de la Gessa”, reúnes 62 recetas marineras. ¿Cuál de ellas es la que más ilusión te hace haberla “inmortalizado” y por qué?

La del tartar de gamba roja, porque cuando la hice, sabía los ingredientes, cómo se preparaba, pero no sabía cómo iba a emplatarlo… Y cuando lo hice me di cuenta de que era el emplatado más bonito que había hecho nunca. Me encantó. Creo que es una receta muy sencilla y el emplatado es tan elegante que cualquiera puede hacerlo. Me sorprendió mucho.

¿A quién le debes tu pasión por la cocina marinera? 

Supongo que a mi abuelo, que era pescador. Siempre he tenido en mi casa tradición marinera, de cocina de abordo. Mis abuelos siempre cocinaban con pescado. Y ya sea entre semana, con pescados más asequibles, como los días festivos, con pescados más nobles. Así que es eso, realmente, tanto la tradición de cocina marinera del Mediterráneo, como también el hecho de que han sido los platos de mi infancia.

¿Crees que en la restauración moderna se olvidan demasiadas veces de las raíces?

Cada vez menos. Eso pasó en un momento en el que la verdadera cocina desaparecía detrás de la técnica. Cada vez se tiende más a recuperar el sabor en el plato, el sabor y el aroma. A partir de ahí buscamos unas técnicas que puedan sorprender, un aspecto… pero lo importante es el sabor y el aroma. Siempre partimos de la base de la tradición y luego podemos fusionar culturas, probar mezclas de sabores, aplicar técnicas… pero siempre desde la base tradicional. 

Este pasado noviembre fuiste nombrada Mejor Cocinera Sostenible en el Gastronomic Forum Barcelona. ¿Qué es para ti la cocina sostenible? 

Para mí la cocina sostenible en un restaurante abarca muchos aspectos. Primero, el producto, que tiene que ser que deje la mínima huella de carbono. Un producto cercano, de proximidad. Pero también intentamos trabajar minimizando la huella, por ejemplo, no limpiamos con químicos, usamos ozono. Y tenemos muy clara la gestión de residuos. Aparte tenemos la “manía” de tener esa sostenibilidad humana: nuestros trabajadores no hacen más de 40 horas semanales. Porque algo que parece tan obvio, en hostelería se cumple muy pocas veces. Y nosotros queremos que nuestros trabajadores tengan conciliación familiar. 

Cada vez conseguir productos de proximidad puede ser más difícil. La “pagesia” cada vez es más escasa, y ni qué hablar de los problemas de la mar y de los pescadores. ¿Crees que hacer cocina de producto y de proximidad será más difícil en el futuro? 

Yo creo que debería ser lo más fácil y lógico. El transporte de cualquier producto encarece la producción final. Pero es cierto que cada vez hay menos relevo generacional en el campo, y que la agricultura de proximidad está en peligro, porque cada vez más se ven mal pagados. Por eso, se va a ir perdiendo, pero por otro lado, todos necesitamos ese sector primario. Y como al final es una cuestión de oferta y demanda, veo que en el futuro todos esos productos se van a encarecer, porque habrá menos oferta. Yo espero que no se pierda la proximidad, no tiene sentido. 

Con tu éxito y tu figura mediática, ¿te has planteado ir a una gran ciudad a abrir restaurante? ¿O a asesorar algún gran hotel o restaurante de hotel?

Ni me lo he planteado ni me hace mucha ilusión. Con el restaurante que tengo en l’Ametlla tengo más que suficiente. Me siento muy agradecida con lo que he podido construir hasta ahora. No tengo esas ganas de tener tres o cuatro negocios, porque yo quiero estar en ese negocio, quiero estar al lado de los trabajadores y hacerles sentir bien y hacerles crecer. No niego en el futuro abrir otro tipo de negocio, pero sin más. Lo que sí me gusta mucho es la docencia. Cuando hago un showcooking me encanta, porque estoy en contacto con la gente, me preguntan, les enseño… Eso me da mucha satisfacción.

¿Cuál es la receta que esperas “cocinar” en tu futuro?  

La verdad es que mi sueño siempre había sido tener un restaurante y que funcionase. Ahora lo tengo, pero mi próximo objetivo es que funcione y que lo haga sin depender de mí. Que yo pueda estar simplemente mirando, por ejemplo, y que todo vaya como la seda.Y tengo la esperanza de que pueda mantenerme en este mundo, en el de la gastronomía, porque es lo que me hace feliz. No quiero perder nunca la ilusión por la cocina, salga el proyecto que salga. Estoy abierta a nuevos proyectos, pero siempre en este mundo de la gastronomía.

"No suelo poner etiquetas a mi forma de cocinar. Busco sorprender al cliente y darle a conocer productos nuevos y de la tierra”. Así de transparente se presenta Celia Jiménez, la primera mujer andaluza en conseguir una estrella Michelin, como jefa de cocina de El Lago de Marbella, en el año 2005, hoy propietaria de su propio restaurante en Córdoba.

Esta apasionada de la gastronomía estuvo en el afamado restaurante marbellí solo cuatro años, pero fue un tiempo que le marcó. Una de las muchas huellas que han dibujado su particular forma de cocinar y de defender la coquinaria andaluza. 

Pero además de demostrarlo en sus platos, lo ha hecho y lo hace también desde diferentes púlpitos. Lo hizo como responsable del Departamento I+D y directora del departamento de Cocina de la Escuela de Hostelería de Córdoba. También, como directora de la Dirección Técnica de Cocina de la Cátedra de Gastronomía de Andalucía. Y lo hace desde hace años como miembro de  la Junta directiva y delegada territorial de Andalucía en Mujeres en Gastronomía (MEG)

Desde 2015, la chef demuestra esa pasión por la cocina, cocinada con un buen puñado de técnica depurada y muchas cucharadas de modernidad, vistosidad y también tradición en su propio restaurante en Córdoba.

Celia, abogas por una “gastronomía sin etiquetas”, pero ¿cómo te catalogarías a ti como chef y a tu cocina?

C.J. Estoy convencida de que los cocineros/as debemos de ser intérpretes del territorio al que pertenecemos. La gastronomía forma parte del patrimonio de las distintas comunidades, y, en ese sentido, siempre sentí la obligación de cocinar para mostrar lo que supone mi tierra, su identidad, su riqueza, su forma de compartir la vida etc.

¿Qué aporto yo? Técnica más depurada, la mejora visual de los platos, sabores más puros, contrastes nuevos, texturas mejor tratadas… Pero siempre pensando en la tradición. Es una ecuación simple, pero que me hace sentir cocinera.

Fuiste la primera mujer en conseguir una estrella Michelín en Andalucía, gracias a tu trabajo como jefa de cocina del restaurante El Lago. Ahora, cuando miras atrás y recuerdas aquel momento ¿qué balance haces, qué ves?

C.J. Que cocinar es una forma de vivir. Que la industria en la que operamos no espera a nadie. Que hay que estar en constante evolución. Que no he parado ni un sólo minuto de trabajar, y que no paro de planear nuevos retos profesionales…..

Desde que empecé, he servido bodas, bautizos y comuniones, he estudiado mucho, cocinado al más alto nivel, he coordinado y he dado formación, he trabajado para otros, para mí misma. Y siendo una mujer de mi tiempo. Por tanto, siempre tuve los pies en el suelo.

Es verdad que el reconocimiento es un momento de felicidad plena. Pero desde el momento en que lo recibes, sientes una responsabilidad enorme, una exigencia que te persigue el resto de tu carrera.   

Desde 2015 al frente de tu restaurante homónimo. ¿Es fácil hacer cocina de estrella Michelin en Córdoba, más concretamente donde está ubicado tu restaurante?

C.J. La cocina de estrella Michelín no es fácil hacerla casi en ningún sitio. La cocina sabrosa y barata de nuestras abuelas se proyecta como un paradigma idealizado. Los establecimientos de cocina más creativa y actual, con formato gastronómico, tienen un nicho de mercado muy reducido. Necesitan más ciudad, más actividad económica, más cultura foodie, más globalidad. No es tan fácil en Córdoba como en Madrid o Barcelona.

Además, aquí se convive con una gastronomía muy enraizada en la ciudadanía, y de mucha calidad.

¿Qué hay de la historia de Medina Azahara y de Córdoba en tu cocina?

C.J. La gastronomía en Córdoba es patrimonial. ¿Qué quiere decir esto? Pues que se ha formado como consecuencia de la realidad e identidad histórica. Es una gastronomía que parte de un clima y de una tierra determinada, de una tradición agrícola y ganadera que los distintos pueblo y culturas que alguna vez fuimos han ido aportando, generando a su vez paisajes que albergan tradiciones, y modo de producción y se va formando la identidad propia, recetas, modos de vivir y, sobre todo, productos únicos. Ahí está mi cocina.

En un momento en el que la sostenibilidad es más que una moda, ¿cómo lo articulas tú en tu establecimiento?

C.J. Todos aquellos que cocinamos “territorio” somos sostenibles. Todos aquellos que interactuamos con productores locales, dentro de las posibilidades, somos sostenibles. Todos aquellos que evitamos poner en el plato referencias lejanas y de alto impacto en la huella de carbono, somos sostenibles. Todos aquellos que respetamos las reglas de juego establecidas por la regulación laboral, y que, además pensamos en la conciliación familiar, somos sostenibles. Luego, estamos atentos a implementar toda esa realidad con dinámicas y gestos que hagan posible que traslademos el planeta a los que nos sucederán en las mejores condiciones posibles.

Además de gran chef, también has ejercido la docencia. ¿Qué opinas de la enseñanza de cocina en la actualidad? ¿Crees que los jóvenes salen “bien preparados” para afrontar lo que es ser cocinero o cocinera hoy día?

C.J. La enseñanza de cocina, como toda disciplina humanista y cultural, está en constante evolución. No podemos enseñar con las mismas claves que hace 30 años. Ni 20, diría yo. Las técnicas nuevas, la tecnología al rescate, los nuevos retos sociales como la sostenibilidad, la nutrición… Hay que actualizarla constantemente. Y hay que encaminarla hacia una enseñanza dual. La experiencia sobre el terreno es esencial. El trabajo real te muestra una dinámica que ni imaginas mientras estudias: estrés, horarios, fines de semana y fiestas, tensiones de servicio, la interactuación en equipo etc. Hay mucha toalla arrojada entre los jóvenes que se incorporan y descubren ese mundo tan especial.

Hablemos de MEG. Desde 2018, la voz de las mujeres que nos dedicamos a la gastronomía, cocineras, productoras, enólogas, comunicadoras…, ha dejado de estar en la sombra ¿Cuál es tu balance que haces de estos años? ¿Cuánto ha cambiado el panorama? 

CJ. MEG ha supuesto un antes y un después en cuanto al papel que todas las mujeres, no solo aquellas que tienen alguna distinción, desarrollan en este sector. La asociación trata de dar visibilidad a todas aquellas que de otra manera seria mas difícil que la tuviesen.

En mi opinión, mientras solo se siga hablando de reconocimientos, guías, distinciones… Esto no va a cambiar, porque es una realidad que ellos atesoran muchas más. Hay que poner el foco en otros aspectos y valorar el talento, esté dentro de los cánones que marcan las guías, los críticos, la revistas o no, y eso es lo que hace MEG Aún así, nos queda mucho por andar….

¿Te imaginabas cuando empezaste en esta profesión que conseguirías un lugar dentro de la historia de la gastronomía en femenino?

C.J. Nunca. Todo se ha ido haciendo a baja temperatura y con cocción larga.

Un deseo de futuro.

C.J. Que la cocina que haga, siga siendo aquella que me sale del alma. Sin condicionantes.

Cuando se habla de pastelería en Barcelona, sin duda alguna, uno de los nombres de referencia es Hofmann. Quince años después de que su fundadora, la chef, restauradora y empresaria Mey Hofmann, abriera su pastelería en el barrio del Born de Barcelona, su hija Silvia, heredera de su gran imperio gastronómico abre su segunda boutique dedicada al dulce, esta vez en la calle Pau Casals, 5, en la zona alta de la ciudad. Y lo hace con el orgullo de abrir en una ubicación que “le hubiera encantado” a su madre, tal y como la propia Silvia Hofmann asegura, un local que acerca sus elaboraciones más golosas hasta el público barcelonés.

 

Y es que, tras el fallecimiento de Mey Hofmann, su hija se puso al frente del timón del grupo que su madre había ido erigiendo poco a poco desde su afamada escuela de hostelería, hasta su prestigioso restaurante. Ahora, al grupo se suman dos boutiques de pastelería y una asesoría gastronómica. En definitiva, un pequeño imperio gastronómico que fundó Mey y que su hija ha sabido no solo mantener en los mismos estándares de alta calidad y de detalle, sino incluso, está consiguiendo dar muchos pasos más hacia la excelencia.

 

Silvia Hofmann, diseñadora de interiores de formación, también deja su propia huella en este grupo de restauración, de cuya escuela han salido más de 20.000 alumnos. Muchos de ellos siguen nutriendo sus propios negocios, el restaurante y las pastelerías, que ahora verán incrementar su producción. Así, de los 22.000 croissants que elaboran al mes, esperan llegar y superar en breve los 30.000. Y siempre nutriéndose del equipo humano que se forma en “su casa”. “Nuestro equipo humano es nuestro tesoro, y este talento que nosotros mismos creamos, podemos decir con orgullo que viaja a todas partes del mundo, pero que también se queda aquí, en casa”, asegura Silvia Hofmann.

Silvia, aseguras que para emprender cualquier empresa se necesita “motivación y confianza”. Ahora, con esta nueva apertura, ¿te reafirmas esta idea?

SH. Totalmente. Este 2023 el Grupo Hofmann cumple 40 años y lograrlo requiere la motivación del primer día y la confianza en el grupo y en nuestro buen hacer. No se trata únicamente de abrir una tienda, es una pieza más del puzle que conforman las distintas patas del proyecto: escuela, restaurante, consultoría, catering…
Este crecimiento no solo afecta al Grupo Hofmann, sino también al grupo humano que hay detrás. Esta apertura nos permite conservar el talento que genera el propio grupo a través de la escuela. Veo el Hofmann como un universo gastronómico 360 que no solo enseña, transmite unos valores, una profesionalidad y también motivación de seguir dentro del grupo poniendo a prueba lo aprendido y seguir creciendo profesionalmente.

La nueva pastelería Hofmann está ubicada junto a la Pl. Francesc Macià de Barcelona + Hofmann
La nueva pastelería Hofmann está ubicada junto a la Pl. Francesc Macià de Barcelona + Hofmann

Una segunda boutique-pastelería en Barcelona ¿Por qué de nuevo Barcelona? ¿Por qué de nuevo una pastelería?

SH. Mi madre siempre le profesó un amor incondicional a la ciudad y eso forma parte del ADN del Grupo Hofmann. Por este motivo, atendemos a las necesidades de los barceloneses y también de los visitantes que aman esta ciudad. Ha sido una nueva pastelería porque el obrador tenía potencial para realizar más productos de bollería y queríamos aprovecharlo creciendo fuera del centro de Barcelona.

Cuéntanos, ¿cómo es el nuevo establecimiento, qué habrá de novedoso…?

SH. Igual que la tienda del Born, conserva los colores de la pastelería Hofmann. No obstante, cada establecimiento tiene un carácter distinto y que respeta la armonía de la zona. Mientras que la tienda del Born combina con la tradición y lo clásico del barrio, la nueva boutique se refleja en el estilo de los establecimientos de las grandes marcas de moda que marcan tendencia.

Siete años sin tu madre y siete años ya en esta ciudad. ¿Es la misma Barcelona -gastronómicamente hablando- que cuando volviste para coger las riendas del negocio que fundó tu madre?

SH. Creo que es distinta y es algo que notamos nosotros como grupo que acapara las distintas vertientes de la gastronomía. Barcelona se ha caracterizado siempre por ser cambiante y adalid de tendencias artísticas y uno de los mayores artes es la gastronomía. Esto no quiere decir que haya habido una revolución, pero las tendencias cambian y el público cada vez es más exigente. Es esencial estar al día y poder responder a esas necesidades. Es algo que vemos, por ejemplo, en el restaurante. No es sencillo conservar una estrella Michelin durante casi 20 años.

¿Y cómo ha cambiado Hofmann (empresa) en estos 7 años?

SH. No sé si cambiar es la palabra, prefiero decir que ha evolucionado. La escuela de hostelería ya tenía una trayectoria muy marcada, pero a su vez ha seguido creciendo. Ha introducido nuevos cursos y adaptándose a los cambios que ha habido. Asimismo, creo que el resto del grupo se ha asentado sumando más experiencia, como es el caso del restaurante, que lleva ya 19 años con una estrella Michelin y está consolidado como un referente.

Los croissants son una de las grandes especialidades de la Pastelería Hofmann + Hofmann
Los croissants son una de las grandes especialidades de la Pastelería Hofmann + Hofmann

¿De cuáles de los hitos que has conseguido en este tiempo estás o te sientes más orgullosa?

SH. Continuar el proyecto que inició mi madre hace 40 años. Me llena de orgullo ver dónde está hoy el Grupo Hofmann y las distintas ramas que lo conforman. La escuela de hostelería sigue creando talento y formando más profesionales de cuarenta nacionalidades distintas. Además, muchos de ellos dan el salto al restaurante que perdura con su estrella Michelin. La pastelería nació fruto de la pasión que mi madre sentía por la repostería y ahora estamos abriendo la segunda tienda de pastelería.

Restaurantes y cafés, pastelería, escuela de cocina, consultoría… ¿En dónde estás más a gusto?

SH. Es difícil quedarse únicamente con uno. Cada uno es bello a su manera, pero quizás, elegiría la llevar las riendas del propio grupo. Disfruto realizando la estrategia empresarial de la marca y posicionarla para llevarla donde creo que se merece, que es lo más alto, estableciendo el grupo como una marca de referencia en el sector gastronómico.

Como diseñadora de interiores, ¿cómo aplicas tus conocimientos al resto de tus negocios de hostelería?

SH. No solo aplico conocimientos a partir de mi sabiduría en el sector del diseño de interiores. Mi experiencia en ciudades como París y otras ciudades europeas me permiten otorgar una perspectiva innovadora y vanguardista del sector de la gastronomía y del ámbito empresarial en general. Pienso en todo lo que he aprendido a lo largo de mi carrera, no me suelo centrar en un solo campo.

¿Estética, diseño o sabor, producto?

SH. Todo. Si bien es cierto que la comida se digiere, el apetito que nos genera suele depender de su aspecto. Considero que influye enormemente. Por este motivo, en la pastelería hay una presentación y un packaging particular para cada producto.

¿Qué opinas del interiorismo de restaurantes que vemos en los establecimientos de Barcelona?

SH. Que sigue la línea antes comentada. Barcelona se ha caracterizado siempre por ser influyente y marcar tendencia y debe ir ligado a un estilo. Tiene que haber un maridaje de restaurante y diseño. Los establecimientos deben ser armoniosos con la gastronomía y el estilo marcado por el chef.

De hecho, Barcelona llegó a marcar tendencia en interiorismo de restaurantes. Ahora, ¿a qué ciudad hay que mirar para inspirarse?

SH. Hay varias ciudades a tener en cuenta. Milán es una ciudad que cada vez que regreso me sorprende por algún nuevo local, restaurante etc. Copenhague, por ejemplo, por su estilo sobrio, de mucho gusto. Fuera del radar europeo, me encantan Tokyo, Seoul y Nairobi por su toque exótico.

Hablemos de la Escuela, todo un referente internacional para los que quieren formarse en cocina. Hace meses nos contó que entre sus objetivos estaba ampliar su oferta académica. No en vano, son ya 40 años desde que iniciaron las clases. ¿Qué novedades habrá para este 2023-2024?

SH. Son cuatro décadas de evolución, desarrollo y asentamiento. Al mismo tiempo que añadimos nuevos cursos que se adapten a la vanguardia del sector, como sería el caso de la incorporación de la digitalización, también mantenemos esos cursos que son esenciales en la Escuela (Hostelería y Pastelería), adaptándolos al siglo XXI, y también recuperamos esos cursos que fueron éxito, en este caso me refiero a los cursos temáticos o monográficos que realizamos. Actualmente, estamos cerrando algunos acuerdos para contar con novedades en la oferta formativa y esperamos anunciarlos próximamente.

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Carme Ruscalleda no necesita grandes presentaciones. Fue la primera chef en conseguir y atesorar hasta 7 estrellas Michelin y sigue siendo una de las figuras más destacadas de nuestra gastronomía. Apasionada de su profesión, del producto de la tierra, de las técnicas culinarias, y de aquellas historias que respeten el entorno y las raíces culinarias y la innovación, Ruscalleda se ha posicionado siempre como gran defensora de la “buena cocina”.

 

Nacida en 1953, se define autodidacta, y habla de su carrera como de una travesía del desierto: de una charcutería a un restaurante de vanguardia viviendo en su pueblo, Sant Pol de Mar, de 5.000 habitantes. “Con 14 años ya recogía tomates del campo y deshuesaba cerdos”. Tras pasar por  varios establecimientos culinarios de Barcelona, en 1987 abrió su primer restaurante, el Sant Pau, en Sant Pol de Mar, desde el que erigió todo un imperio gastronómico que la llevó incluso hasta Tokyo. Cuando estaba en la cúspide, la chef decidió dar un paso al lado, retirarse del día a día del restaurante y continuar trabajando para y por la cocina desde la formación y la comunicación. Y todo ello, sin perder de vista a su vástago, Raúl Balam, quien sigue la saga de restauradores con su propio sello, pero con muchas tildes de su madre.

Carme, aunque retirada de la primera línea, sabemos que no has parado ni un solo momento. Ahora mismo, ¿en qué proyectos estás embarcada?

CR. Continúo colaborando con los Restaurantes Moments de BCN y Sant Pau de Tokyo, además de participación en secciones de cocina en radio4, en RNE, en TV3 y en la revista CUINA. Acompaño también a productos gourmet tan interesantes como CUICK y Aceites Mestral. Además de participaciones en congresos, escuelas y conferencias… Es un no parar, sin duda.

Carme Ruscalleda con los productos Cuick, una de sus colaboraciones actuales
Carme Ruscalleda con los productos Cuick, una de sus colaboraciones actuales

¿Qué ha de tener un proyecto para “conquistar” a la Carme Ruscalleda actual?

CR. Sin duda debe contener calidad y honestidad. Disfruto sumándome a proyectos que son útiles para la sociedad.

De todas las actividades que haces ahora (docencia, colaboraciones, intervenciones en medios, Cuina Estudi…) ¿Qué es lo que más te llena profesionalmente hablando?

CR. Todas y cada una de las actividades, las realizo con la misma entrega e ilusión.

Tras un tiempo ya de distancia, ¿cómo ves, cómo evalúas tu trayectoria al frente del Sant Pau? ¿Cómo recuerdas esa etapa de tu vida? ¿Cambiarías algo?

CR. La historia gastronómica del Sant Pau es la de una trayectoria de pequeños pasos profesionales, pero todos ellos muy solidos. No cambiaría nada, sin duda es una historia de éxito.

Y ¿qué supone para ti verlo ahora “renacido”, ahora como Cuina Sant Pau, y con tu hijo Raúl al frente?

CR. ¡Muy emocionante! Precisamente porque es una decisión suya particular conjuntamente con su socio Murilo Alves.

De hecho, en los últimos meses, tu hijo está siendo más televisivo y entrevistado que su propia madre… Están siendo meses de catarsis para ambos, imaginamos…

CR. Estamos encantados conviviendo con una agenda repleta de compromisos. ¡Me encanta la capacidad comunicativa de mi hijo! Creo que este fenómeno se le denomina como “NEPOBABBIES”.

Haber sido la cocinera con más estrellas Michelin de la historia, ¿ha sido más una mochila que una locomotora para ti?

CR. Siempre he sentido las estrellas como una confirmación al compromiso profesional, para mí son como “viento en popa” . Siempre he trabajado con presión profesional, impuesta de forma personal.

Carme Ruscalleda en el rodaje de un espot en 2016
Carme Ruscalleda en el rodaje de un espot en 2016

Las mujeres en la cocina

Fuiste pionera en la alta gastronomía, por conseguir todo lo que conseguiste, siendo mujer. Y ha pasado mucho tiempo, pero la balanza sigue estando desequilibrada ¿Por qué sigue siendo tan difícil para las cocineras?

CR. Estoy convencida que nadie ni veta, ni duda del talento femenino. Habrá tantas chefs estrelladas como ellas se propongan.

¿Cómo se explica que las escuelas de hostelería, cada vez más profesionalizadas, cuenten con la misma proporción de hombres y mujeres y, sin embargo, los nombres de mujeres chef conocidos sean anecdóticos? Hay un 51% de mujeres en gastronomía, pero no un 51% de los chefs son mujeres.

CR. Probablemente ellos deciden ocupar cargos que merecen más implicación profesional y en consecuencia más proyección mediática. Repito: habrá tantas, como ellas decidan.

Fuiste, además, coetánea del mejor momento por el que ha pasado la historia de nuestra gastronomía. ¿Cómo ves ahora el panorama en nuestro país? ¿Son capaces las nuevas generaciones de mantener o incluso de superar lo que se consiguió contigo, con los Adrià, con los Roca…?

CR. La vida evoluciona notablemente, estamos viviendo otro momento social. Nunca habíamos tenido unos cocineros/ras tan bien formados/das, en su mano está seguir encarando un futuro con calidad y originalidad.

El mejor consejo

¿Qué buen consejo les darías tú a estas nuevas generaciones?

CR. Que se enamoren de esta profesión tan maravillosa, que le dediquen calidad, tiempo y estudio. Que trabajen con honestidad y con el máximo respeto para con los productos, los equipos humanos y para con el público.

Se habla también mucho de que Barcelona, está perdiendo la carrera con Madrid, hablando de hostelería y de restauración ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

CR. ¡De ninguna manera! ¡Estoy en total desacuerdo con esta afirmación! Les invito a que nos visiten y frecuenten la gran variedad de establecimientos que actualmente ofrece Barcelona y verán que no es cierta dicha afirmación.

Dinos un restaurante que hayas últimamente descubierto o redescubierto y que te haya sorprendido.

CR. Un establecimiento de BC: BAR CAÑETE “BARRA Y MANTEL”.

¿Y un plato que te haya dejado “con la boca abierta”?

CR. Uno de los platos del Menú Les Diners de Gala, que ofrecemos en Moments, impresionante por la ejecución, sabor y fragilidad: los Huevos de codorniz con perlas Bandar Pahlav.

¿Y un ingrediente que haya “redescubierto” y que te fascine?

CR. Unos espárragos de Gavà ¡¡¡¡insuperables!!!! (también dentro del Menú de Moments).

Y para acabar, nos gusta mirar al futuro, ¿cómo ves ese futuro para ti, Carme Ruscalleda?

CR. ¡¡¡OSTRAS!!! Llevo ya mucho “kilometraje DE VIDA” pero me encantaría encarar mi futuro con la salud y la ilusión que me acompaña. Sigo aprendiendo y descubriendo, como cuando era una cría.

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Una chef italiana, jefa de cocina de dos restaurantes barceloneses, gana un certamen por una receta asiática. Parece algo rocambolesco, pero así es como se ha dado a conocer Antonia Pagano. Nacida cerca de Nápoles, Pagano es la mano derecha de Fran Agudo y actual jefa de cocina de los restaurantes Mont Bar (1* Michelin) y Mediamanga, ambos en Barcelona. El pasado mes de marzo se proclamó ganadora de los séptimos Asian Culinary Awards, el concurso de referencia de cocina asiática que organiza Udon Asian Food.

 

Aunque estudió psicología, pronto supo que su camino tenía otro rumbo, uno enfocado a los fogones, los hornos, los cuchillos y tenedores. Así, se formó en su país, pero pronto voló hasta el nuestro, donde tuvo la suerte de trabajar con el chef Marc Gascons, en El Informal. Más tarde se incorporó al equipo de El Barri con Albert Adrià y trabajó en Tickets, número 20 en los 50th Best Restaurant.

 

En las cocinas de Pakta, el restaurante japonés del grupo, se despertó su interés por la cocina y la cultura japonesas. “Los restaurantes y los chefs con los que trabajé me enamoraron de esta profesión”, dice. Siempre le interesó Japón, su cocina y su cultura, pero fue en los fogones de Pakta donde despertó su pasión asiática. La receta con la que ganó Asian Culinary Awards fue una versión ibérica del ramen, un caldo de jamón y miso con fideos de seta de cardo, papada confitada con salsa teriyaki, jamón al corte y huevo poché. Un claro homenaje a su paso por el Pakta.

Antonia Pagano (© Pakta)
Antonia Pagano (© Pakta)

Antonia, antes de nada, felicidades por el premio. ¿Qué ha supuesto para ti haber ganado el Asian Culinary Awards?

A. Estoy muy contenta porque ha sido inesperado, emocionante y, al ser la primera vez que participaba en un concurso, me sentí muy satisfecha.

“Trabajamos para que el cliente tenga la mejor experiencia posible” 

De hecho, en los restaurantes donde trabajas, lleváis un gran año con varios premios y distinciones: la primera estrella Michelín para Mont Bar, el premio Mejor Cocinero 2022… ¿Cómo afecta todo esto a la hora de trabajar, en el día a día?
A. Para nosotros fue un gran logro y personalmente me sentí muy feliz. Después, el día a día, la cosa sigue igual: trabajamos para que el cliente tenga la mejor experiencia posible e intentamos siempre superarnos paso a paso.

Tu versión ibérica de ramen parece una fusión arriesgada: jamón y miso. Cuéntanos cuál fue tu inspiración para la creación de este plato.

A. Soy una gran amante de la cocina asiática y en concreto del ramen, y el toque umami del jamón creo que se asocia muy bien con el miso, sabores fuertes, con mucha potencia y que te redondean el plato. De hecho, cuando le comenté a Fran Agudo (chef del Mont Bar) mi idea, me dijo que no era tan arriesgada, ya que para dar potencia a los guisos en España también se utiliza el hueso del jamón como en el cocido o las lentejas.
De hecho, es curioso que triunfes con un plato de cocina asiática, o la fusión asiática, cuando has decidido venir a trabajar como chef a España… ¿Qué opinas de esa tendencia?
A. He trabajado en sitios con inspiración o conceptos asiáticos, como en el Pakta donde el lenguaje entre la cocina asiática y mediterránea era constante. Por lo que cuando pensamos en ingredientes o técnicas para nuevos platos no diferenciamos de dónde vienen. Creo que es una tendencia que será una costumbre en los próximos años.
Naciste en Nápoles y te formaste en tu país, Italia. ¿Cómo y por qué decides venir a Catalunya a seguir tu andadura profesional?
A. Estaba estudiando cocina en Nápoles y me ofrecieron unas prácticas en El Informal, de Marc Gascons. Así fue cómo vine. Una vez aquí decidí quedarme.
Cuéntanos por qué decides hacerte cocinera, dónde estudiaste y qué restaurantes “conociste” en Italia antes de llegar a Els Tinars de Marc Gascons.
A. Me gustaba mucho cocinar y quería trabajar en diferentes sitios para aprender todo lo posible. Como comentaba antes, estudié en Nápoles, en una escuela pública de cocina, y después de hacer las primeras prácticas tuve claro que me sitio era este, la cocina.

“Callar y trabajar” 

¿Cómo recuerdas tu paso por El Barri?
A. Muy emocionante. Aprendí muchísimo y fue muy feliz. Trabajar en elBarri fue una experiencia inolvidable y un antes y un después en mi trayectoria profesional.
¿A quién consideras como tu gran “maestro” en la cocina?
A. No tengo solo un maestro, sino dos: Albert Adrià y Fran Agudo.
¿Cuál es el mejor consejo o lección que te han dado en la cocina y quién fue?

A. Callar y trabajar. 

¿Te ves en el futuro con tu propio restaurante? ¿Cómo sería ese establecimiento y su cocina?

A. En este momento no me lo planteo. Ahora mismo estoy disfrutando mucho de mi oficio y el futuro ya se verá.
¿Cómo te defines como chef?
A. Soy bastante exigente con mi trabajo y con el de los demás. De hecho, me gusta mucho el orden en el trabajo.
Tu restaurante favorito.
A. Tickets. 
Tu plato favorito.
A. Pollo frito.
Tu ingrediente favorito.
A. Kimchi.
Un restaurante que te encantaría visitar y aún no lo has hecho.
A. Más bien diría que también son dos: Diverxo y Noma.
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Ada Parellada (Granollers, 1967) es una de esas restauradoras de linaje que ha sabido salvaguardar y renovar con creces la buena fama de su estirpe. Nació en la Fonda Europa de Granollers, un establecimiento regentado por su familia desde 1771. Aprendió el oficio en casa, pero a los 25 años emprendió su propio camino abriendo Semproniana, un establecimiento en el centro de Barcelona. Hoy, 30 años después, no solo sigue al frente del día a día de su restaurante – en todos los sentidos-, sino que además, saca tiempo para abanderar cruzadas tan relevantes como el de la lucha contra el desperdicio alimentario, la alimentación saludable infantil o la divulgación de la cocina más allá de los fogones profesionales.

 

Intrépida, incansable, inquieta, multidisciplinar, Ada, a sus 56 años, nunca dice que no a participar en eventos donde pueda divulgar su gran pasión. Así fue como nos la encontramos en GastroPirineus 2023, en un showcooking donde alabó las bondades de las sopas, unas especialidades casi extinguidas de la alta cocina, pero que ella defiende a pecho y espada, incluso en el papel (en 2022 publicó el libro “Sopes. Brous, escudelles i sopes fredes”, Ed. Rosa dels Vents).

Ada, bastante arriesgado defender las sopas en la alta gastronomía y en cualquier peldaño de la cocina profesional…

AP. Las sopas siempre han tenido y tienen un papel muy importante y mucho valor en la cocina, porque son un plato que fomenta la economía circular. Es cierto que siempre han ocupado un espacio humilde dentro de la cocina, porque han sido el plato del aprovechamiento absoluto. Y ahora, cuando vivimos en un mundo donde cocinamos para Instagram, quizás no sea su gran momento, porque no suelen ser platos fotogénicos, pero en cuanto superemos esto, las sopas recuperarán su espacio.

Notamos ciertas críticas hacia las Redes, cuando sabemos te mueves en Instagram como pez en el agua…

AP. Por supuesto. Instagram y las redes sociales son las herramientas más rápidas, baratas, ágiles y sostenibles que hay para darnos a conocer, y es muy interesante conocerla y saber usarla. Es accesible a todo el mundo, por eso, no se debe desestimar, porque es un medio democrático. No podemos darle la espalda en la hostelería porque una buena foto en Instagram seguro que puede traerte clientes a tu restaurante. Pero hay que saber utilizarla.

30 años de Semproniana

Siempre al día, Ada. Cualquiera diría que ya llevas tres décadas liderando tu propio restaurante. De hecho, celebras los 30 años de Semproniana.

AP. Sí, ya llevamos 30 años y ni yo me imaginaba que iba a llegar hasta aquí. Ni yo, ni mi entorno, que no daba ni un duro por mí. Ha sido del todo inesperado, pero supongo que es porque yo me lo tomo como un aprendizaje continuo. En mi trabajo nunca acabas de dejar de aprender. De hecho, cada día que pasa pienso que sé menos.

¿Qué balance hace de esta larga trayectoria?

AP.  Un balance… Que ha sido muy divertido, enriquecedor, pero no volvería a hacerlo. No por el hecho de ser hostelera, sino porque no volvería a ser una pequeña empresaria. Porque el pequeño empresario siempre tiene que estar enfadado, siempre tiene que estar alerta. Lo que más me gusta de mi trabajo es que nunca es igual, nunca estoy haciendo lo mismo ni una única cosa, y eso satisface mis inquietudes. Pero es muy intenso, muy cansado, agotador. Estás aquí y allá, tienes que estar con un ojo en la sala, con otro en la cocina, el otro en el pedido, y el siguiente en el cliente… No tienes días de fiesta como los demás y siempre está pensando en qué más se puede hacer para mejorar. Que de hecho es lo que más me gusta, pero a la vez, lo que menos, porque siento que tengo que estar en muchos sitios al mismo tiempo, sin estar bien en ninguno de ellos.

 

Al mismo tiempo, no hay nada en el mundo mejor que poder elegir tu oficio, y esto nunca lo olvido, porque yo he elegido ser lo que soy. El tema es que ahora estoy en un momento crucial. Ya no tengo tanta motivación en el restaurante como antes, porque, egoístamente, veo que no tengo relevo generacional.

¿Qué borrarías de estos 30 años de trayectoria?

AP. Borraría mi falta de autoconfianza, el no creer en mi proyecto, el creerme menos capaz que el resto. Siempre he sido una persona así, con muy poca confianza en mí misma, pero precisamente eso ha sido mi motor durante todo estos años, porque siempre he querido demostrar a mi entorno que sí podía. Para mí, cada día es como superar un nuevo reto y esto a mí me encanta. Como soy una persona a la que le gusta el cambio, el hecho de poder moverme, sin salir del sitio, me ha motivado siempre.

Chef, mujer y con una larga trayectoria. ¿Has notado discriminación en tu profesión por el hecho de haber sido mujer?

AP. Yo nunca lo he notado. Quizás, porque las actitudes de micromachismo las hemos tenido demasiado normalizadas en mi generación. Hemos crecido en una cultura y una sociedad machista… También ha sido fundamental que mi madre fuera una mujer avanzada a su tiempo, una gran feminista sin saberlo y eso nos lo fue transmitiendo. Ella nos enseñó a que tenemos que comportarnos como un hombre sin serlo, a ser autosuficientes, a no depender nunca de un hombre, y creernos iguales. Nos empoderó desde siempre. Incluso nuestro padre, porque éramos seis niñas y también nos enseñó a empoderarnos. Nos dio formación, oficio y aficiones, las tres patas de un taburete, como decía él, las tres partes imprescindibles para la vida.

¿Cómo te ha ayudado ser hija de…? Es decir, ser heredera de una saga hostelera como la de los Parellada…

AP. Me ha ayudado muchísimo. De hecho, siempre reconozco que yo nací con un pan bajo el brazo, como se suele decir. He tenido la suerte y el privilegio de crecer en la “Universidad del Gusto”, y he tenido unos hermanos de los que he aprendido muchísimo.

30 años de éxito en Semproniana, un restaurante ya icónico del centro de Barcelona. ¿Nunca te has planteado salir de Barcelona y abrir, por ejemplo, en Madrid, en Valencia o en otra ciudad?

AP. No. Para mí Barcelona es un paraíso y creo que salir sería para mí muy difícil. Sé que una ciudad como Madrid es un polo de atracción política, social, cultural… pero yo soy feliz donde estoy.

Destacar entre 7.000 restaurantes

¿Y cuál crees que es tu secreto para haber conseguido mantenerte y ser un referente del mapa hostelero de Barcelona?

AP. El secreto de poder estar tantos años en una ciudad como Barcelona es destacar entre los 7.000 restaurantes que tiene la ciudad. Y yo lo he conseguido haciendo siempre lo que sentía que tenía que hacer. Ahora, no sé si podría hacer lo mismo, porque antes era más joven, más inconsciente, más valiente… No tenía miedo de nada. Si haces caso de lo que el mercado pide, nunca lo consigues a tiempo porque siempre vas más tarde que la rapidez de las modas. Yo hice el restaurante que quería hacer. A veces he coqueteado con las tendencias, pero siempre he intentado ser muy fiel a la cocina que yo sé hacer, y que yo quiero hacer. Si haces lo que los demás quieren que hagas, pierdes tu nicho de trabajo, el de tu propia personalidad.

Y de personalidad sabemos que te sobra… Porque además de chef del Semproniana has abanderado guerras como la del no despilfarro alimentario.

AP. Para mí ha sido algo muy natural, porque yo entiendo así la cocina. Es una cuestión de conciencia y también de ahorro. Es algo intrínseco en mi plan de negocio, utilizar y reutilizar, no malgastar nada de lo que se compra para cocinar.

Ada, si solo te dejáramos elegir un plato de tu recetario sería…

AP. Los canelones de butifarra negra.

Y si solo pudiera elegir un ingrediente…

AP. Las patatas.

Y nunca ofrecerías en tu restaurante…

AP. Sushi.

Y si tuvieras que agradecerle a alguien todo lo que sabes como chef, tu gran maestro sería…

AP. Sin contar a mis padres, Pep Salsetes.

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Se autodefine como “un cocinero payés, y a mucha honra”. Con una estrella Michelin por su restaurante del Berguedà, Els Casals, Oriol Rovira (1974, Sagàs) es uno de los exponentes más importantes de la cocina de terruño, aquella arraigada a la tierra y a los productos de su entorno.

Se crió en una familia de payeses, pero su interés por la cocina le llevó a Manresa a estudiar cocina en la Escuela Joviat. De allí, pasó a un periplo de prácticas en restaurantes como Lluçanès, Cibzela o L’Esquirol. También conoció bien las cocinas de Andramari, L’Aligué, Abrevadero, la Cotê de Sant Jaques de Biarritz o la de Martín Berasategui.

Fue en 1998 cuando volvió a su hogar, y cuando abrió Els Casals. En el restaurante de Sagàs, Rovira obtiene en 2004 el premio al Mejor Cocinero Joven de la Academia Nacional de Gastronomía y, en 2007, su primera estrella Michelin. Consolidado Els Casals como un restaurante de alta cocina de montaña, Rovira abre en Barcelona Sagàs en 2011, un restaurante de bocadillos elaborados con los productos que ellos mismos trabajan, y Pork en 2013, un proyecto gastronómico que tiene el cerdo como elemento central. Profesor del Máster en Innovación de Producto y Técnicas Gastronómicas del Barcelona Culinary Hub, Rovira también gestiona la gastronomía del Hostal Sant Maurici de La Quar (Barcelona) y el restaurante Las Pardines 1819 de Andorra en colaboración con los hermanos Puy. Proyectos que compatibiliza con maestría y muchas veces desde la distancia, porque él defiende su papel y su lugar, siempre en su casa madre de Sagàs, porque como subraya, “un cocinero ha de estar en su restaurante”.

Por ello, es difícil encontrarlo en eventos y jornadas gastronómicas. Una de las poquísimas veces que se ha dejado ver ha sido en GastroPirineus 2023, las Jornadas Profesionales de Cocina y Producto de los Pririneos, que se han celebrado este abril a 2.000 metros de altitud, en el Hotel Port Ainé de Rialp, y donde el chef ha proclamado su pasión y arraigo por la cocina de producto y de montaña.

Oriol, en GastroPirineus has coincidido con varios cocineros y cocineras que, como tú, apuestan por la vuelta a las raíces, a la cocina ancestral en donde se cocina con lo que hay en el entorno en cada temporada, y al reaprovechamiento. ¿Crees que es una tendencia al alza?

OR. Quizás sea una tendencia, pero más que tendencia, los que apostamos por ello lo vemos como una manera de vivir y de entender la cocina. Es valorar lo que tenemos a nuestro alrededor, y esto, los catalanes lo llevamos muy mal. En Catalunya tenemos una diversidad brutal y en una zona relativamente pequeña, que se recorre de punta a punta en solo tres horas. Y muchos no saben verlo ni apreciarlo. Pero en cada casa, pueden hacer lo que quieran, eso denota libertad. En la cocina nos pasa como en la alta cocina, que es creadora de tendencias. Lo que hoy es tendencia, mañana puede no serlo, porque todo es creatividad. En la cocina, aunque arraigada al entorno, también hay que permitirse viajar. También en Els Casals hacemos viajes gastronómicos… Viajamos con el café, con el chocolate, con el jengibre… Y aprovechamos estos viajes para enriquecernos.

¿Se puede estar tantos años en lo más alto sin desfallecer?

OR. Bueno, en mi caso ya empiezo a notar cierto cansancio, pero no es una queja. A mí me gusta cocinar, y sí, gestiono otros negocios, ayudamos en recursos humanos, en el diseño de cartas, en Andorra, en Barcelona… pero yo soy cocinero de Els Casals. Lo era en el año 1998 cuando no nos conocía nadie y hoy día, 25 años después, continúo haciendo lo mismo. Es lo que soy y es el camino que he elegido. Uno no se puede meter en un tema si no lo hace en cuerpo y alma, y este oficio tiene malos momentos y buenos, pero hay que estar al frente de todos. Para ser cocinero has de ser “muy generoso”, como dicen Joan y Pitu Roca. Y con la generosidad llega un momento en el que te vacías y necesitas recargar. Nosotros lo hacemos cada día, pero ¿hasta cuándo podré seguir haciendo esto? Porque nuestro oficio, el que me gusta y he elegido, requiere estar cocinando cada día, estar con el equipo cada día, porque la gente cuando va a Els Casals quiere que estés tú cocinando. Y eso me gusta, me gusta cocinar para ellos. Y estamos muy contentos de ser así y de ser independientes y no depender de nadie. Estamos orgullosos de ser cocineros, hosteleros, y de ubicar allí en medio de la Catalunya un lugar de parada y fonda. Recuperar la casa que fue día y recuperar aquel patrimonio familiar, con este ciclo cerrado. Porque además tenemos el hotel, la granja, el huerto…  Ahora estoy plantando los tomates que comeremos en julio, y me ocupo de los animales.

Restaurante, hotel, granja…

Sí, porque Els Casals es más que un restaurante…

 OR. Bueno, tenemos unas 250 hectáreas de secano, dedicadas a la explotación agrícola tranquila, donde plantamos todo lo que podemos y lo que utilizamos en el restaurante. Por ejemplo, como decía de los tomates, tenemos 34 variedades de tomates plantados, sobre unas 2.000 plantas, también plantamos melones, pepinos, berenjenas… Además, tenemos un rebaño de ganado, tenemos cerdos, gallinas… Nos hacemos nuestros embutidos, hacemos los piensos para los animales…Al final, es un ciclo cerrado.

Eres el paradigma de lo que sería un restaurante sostenible.

OR. Bueno, realmente trabajamos así desde hace muchos años y me siento como pez en el agua. Más allá de las tendencias. Yo ya estaba, ahora estoy y estaré en este terreno de lo que se llama sostenibilidad. Esto no quiere decir que no vayamos creciendo en más aspectos. Energéticamente, por ejemplo, también vamos cambiando. Nos hacemos nuestra propia biomasa con la que calentamos toda el agua de la casa, también tenemos el 70% de electricidad de autoconsumo y el 30% lo compramos a energéticas verdes, y para acabar, el gas natural, del que no podemos prescindir. Pero intentamos estar al día de lo que sale y de lo que se hace, porque hay muchos avances en sostenibilidad muy positivos. Pero la sostenibilidad en nuestro caso la hemos normalizado, naturalizado, porque lo hacemos sin corsés. Nos sale de forma natural.

Y en la cocina, ¿Oriol Rovira también está a la última?

OR. En la cocina, yo no hago platos nuevos, hago readaptaciones de lo que he hecho antes, de lo que he visto. Yo soy un cocinero muy permeable. Soy lo que he visto, lo que he comido… Soy consciente de mis puntos más débiles y en este caso tengo que decir que no soy un cocinero extremadamente creativo, pero, en cambio, lo compenso a base de esfuerzo, de trabajo, de horas. Y además, en la carta de mi establecimiento también luzco la procedencia de mis inspiraciones. Por ejemplo, tenemos un borracho que es receta de Nandu Jubany, y lo pongo en la carta. Es como los ingredientes, yo pongo de quién procede cada ingrediente… Si los pollos o los embutidos son de Cal Rovira, pues son de Cal Rovira, pero si el pichón es de Joan Tatjé, es de Joan Tatjé; si el cordero es de Maria de Ferreres,  es de Maria de Ferreres; si los huevos son de de La Pinya; son de La Pinya.

“No lo buscaba”

Si echas un vistazo a tus inicios, ¿te imaginabas dónde estás ahora?

OR. No, porque no lo buscaba, no lo pretendía. Comencé como Ave Fénix. Nuestra casa se quemó en un incendio forestal en 1994 y una de las ideas de mi familia fue recuperar todo y poner “al chico” como cocinero. Y volví a casa y ayudé durante un año a la familia a sacar la leña quemada y durante ese año se gestó la idea de hacer un restaurante y un pequeño hotel… Y mira cómo estamos ahora, con un restaurante al que quieren venir a aprender jóvenes de todo el mundo. Tengo ahora en mi equipo a gente de Israel, de Japón… ¡Es increíble!

¿Recuerdas el mejor consejo que te han dado a lo largo de los años de profesión?

OR. Es difícil elegir, pero el mejor consejo que alguien me ha dado es y que yo siempre doy es: ten la cabeza, el corazón y las manos en el mismo sitio. Me lo dijo Jordi Vilà, del Alkimia. Un gran amigo, colega… Hemos estudiado juntos, hemos cocinado juntos, hemos abierto un restaurante juntos… Yo siempre lo he dicho que el mejor restaurante donde yo he comido de Barcelona es el antiguo Alkimia…

A Oriol Rovira, ¿le gustaría acabar trabajando en un restaurante en Barcelona ciudad?

OR. Yo ya estoy bien donde estoy. Nunca hubiera dicho que yo iba a acabar allí, pero por una cuestión de cuestión familiar y de que reconozco quién soy y de dónde soy… Para mí mi familia es muy importante.

Tu cocina y tu entorno, como bien has dicho. ¿Cómo definirías la cocina de los Pirineos? ¿Existe una “cocina de los Pirineos”?

OR. Existe porque existe la gente de los Pirineos, y la cocina viene después de la gente. Mi teoría de esta gente es que, cuando alguien vive en un lugar extremo, al final, hacen una cocina extrema, diferente, con su riqueza y su escasez… Además, de Pirineos no solo hay uno, hay muchos, así que no se habla de solo un tipo de cocina. Pero esta línea que los une desde el Mediterráneo hasta el Cantábrico, esta cordillera, les marca y es la que les hace trabajar con lo que tienen a su alrededor. Las cocinas de lugares extremos, con escasez, son cocinas muy ricas, porque requiere de mucha imaginación y de mucha atención y trabajo… Siempre digo que en el Cantábrico les llueven los pescados, y las carnes, las verduras… Es mucho más fácil en un sitio así cocina que no en un valle de una gran cordillera. Aquí hay mucho reaprovechamiento de cada uno de los productos. Y por este aislamiento es una cocina también más arraigada a la tradición, a las raíces. Todo es mucho más estricto.

Ya, para acabar, Oriol, un producto imprescindible en tu cocina.

OR. El cerdo.

Uno que nunca utilizarías.

OR. Uno malo.

Y ¿cómo te ves en 10 años?

OR. Espero que bastante igual, y sí, me veo cocinado en casa, en Els Casals.

Oriol rovira en GastroPirineus (© Arnau Berbel)
Oriol rovira en GastroPirineus (© Arnau Berbel)
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