Gastrónomo

De origen galo, aunque afincado en Barcelona desde hace años, Philippe Regol es uno de los gastrónomos más reputados del país. Nunca le ha gustado que le califiquen de “crítico gastronómico”, sin embargo, desde su blog “Observación Gastronómica” lleva reseñado cientos de establecimientos culinarios. En 2012, su labor en este medio digital le valió el Premio Nacional de Gastronomía. Y es que sus apuntes los realiza desde total independencia y sinceridad, sin tapujos ni ataduras, pero siempre desde el respeto y la humildad del que fue, antes que “observador gastronómico” cocinero.

 

Licenciado en Filología Española por la Universidad de Toulouse, Regol llegó a Barcelona para dar clases de francés, pero en la ciudad condal descubrió su verdadera pasión: la cocina. Así, se formó en la prestigiosa Escuela Hoffman, trabajó en varios restaurantes y continuó su aprendizaje acudiendo a las históricas Jornadas Gastronómicas de Vitoria y visitando los congresos y forums gastronómicos más relevantes. En 2006 abandonó los fogones para ubicarse al otro lado, en las mesas de los restaurantes. Fue entonces cuando empezó a compartir sus experiencias como comensal a modo de cuaderno de viaje, hasta convertirse en uno de los expertos en gastronomía más importantes del país.

Philippe, nunca te ha gustado definirte como crítico gastronómico. Dinos, por tanto, ¿cómo te defines?

PR. No es que no asuma lo que suelo hacer que es, efectivamente, criticar o valorar (con lo bueno y lo no tan bueno) algunos restaurantes. Simplemente, no estoy en plantilla de ningún medio ni cobro por mi trabajo que es, desde el primer momento, una ocupación no profesional y totalmente “amateur”, por pura afición a la gastronomía. Ni pretendo tener respuesta para todo. En este ámbito de la gastronomía, como en muchos otros, cada día nos damos cuenta de lo poco que sabemos.

“Influencer” seguramente no estará entre tus adjetivos preferidos para definirte, sin embargo, tu cuenta de twitter, con más de 17 seguidores, es una de las más influyentes entre los “expertos” en gastronomía. ¿Qué opinas?

PR. No me siento reflejado en esta palabra ni tengo la capacidad de influencia de esas cuentas de Instagram de chicos y chicas, muy dotados para los efectos visuales digitales y emitir palabras elogiosas.

Hablemos precisamente de los “influencers”. ¿Cuál es tu opinión sobre esta nueva corriente de “opinadores” y de “visitantes” de restaurantes que lo publican todo en las redes sociales?

PR. Era inevitable. Hoy cualquiera puede valorar y opinar. Cuando se hace con algo de conocimiento, con argumentos y respeto, es válido.

El periodismo gastronómico ¿está en la UCI?

PR. No lo sé. Yo me sentí un poco un intruso hace 16 años cuando abrí mi blog. No era periodista. Pero gran parte de la profesión me respetó y se lo agradecí. Los periodistas (en su mayoría) nunca se sintieron amenazados por los blogueros de entonces. Periodistas, blogueros (los que quedamos) e influencers (pagados o no): cada uno se dirige a un público en parte diferente. Y el mío es reducido, pero muy fiel.

¿Cuál es el balance que haces de la evolución de la comunicación gastronómica?

PR. No tengo conocimientos para responder a esta cuestión. Solo me conformo con visitar restaurantes (los más que puedo por placer personal y sin sentirme obligado a nada) e intentar reflejar lo que he experimentado. Intento defender ideas personales y gustos totalmente subjetivos. Ni soy crítico oficial, ni experto de nada pero mi baza es que no trabajo para nadie ni vendo nada.

“Se puede hacer buen uso de Instagram”

Tú mismo, y tu blog, han evolucionado. ¿Podrías resumirnos desde su origen a hoy, cómo ha cambiado, si es que lo ha hecho?

PR. Empecé publicando reseñas sin fotos. Luego he ido equilibrando, foto y comentarios. Nunca ha sido un blog muy cuidado al nivel formal, lo reconozco. Durante años, he hablado de las ponencias en los congresos y fórums, he debatido sobre temas que me importan como tendencias culinarias, modas o tics de los cocineros, sus estilos, sus evoluciones (me gusta seguir los cambios de ciertos cocineros que me interesan particularmente y dejar de lado los que me interesan menos). Me gustaría seguir esta línea. Simplemente. Complementando estos posts por mis comentarios en Instagram. Llevo tres meses intentando publicar en esta aplicación a mi manera, sin caer en la publicación meramente visual ni añadir decenas de hashtag, ni usar música, ni hacerme fotos constantemente con cocineros, etc. Tenía mis dudas, pero veo que se puede hacer un buen uso de Instagram. Algo tal vez un poco austero. Pero es lo que quiero.

Precisamente tú te hiciste con una frase que dice mucho de la profesión de “observador gastronómico”. “Para hablar de un restaurante, tienes que haber comido en más de 1.000”. ¿Cuántos restaurantes has visitado y catado en tu vida? ¿Llevas la cuenta?

PR. Creo que siempre he mencionado al crítico francés Gilles Pudlowski como autor de esta frase. Podría ser una de las condiciones para poder opinar sobre restaurantes. Un restaurante tiene un valor per se, pero también en comparación con otros de la misma zona, o del mismo precio, o del mismo estilo etc. Cuando abrí mi blog, llevaba más de 25 años gastando mis ahorros visitando restaurantes, al menos por Francia, Italia, Bélgica, Londres, Países Bajos…(lo que hoy se llamaría “en cercanías”).

 

Respondiendo a tu pregunta, tal vez un centenar de restaurantes al año.   

Este bagaje te permite, por tanto, hacer una buena radiografía del pasado, del presente, incluso del futuro, del sector gastronómico de nuestro país… ¿Cuáles serían?

PR. Este tipo de bagaje nunca es suficiente. No llego al nivel de un José Carlos Capel o de un Ignacio Medina (ha ha), pero cuando fui a Noma hace unos años, entendí que la matriz de esa cocina “naturalista”, austera y apegada al territorio podría provenir de lo que aportó un Michel Bras hace más de 40 años en su zona “pobre” del Aubrac. Haber conocido cocineros con Bras, Gagnaire o el Bulli de la década de los 90, me permite identificar mejor lo que es nuevo en el panorama actual de lo que no lo es menos.

 

Es para lo que sirve “tener bagaje”. Pero para enseñar cómo está de crujiente el roll de masa de croissant napado de pistachos, cómo chorrea de queso la hamburguesa o la pizza del garito de la esquina, no hace falta mucho criterio.

“Menos escenografía y más consciencia real”

¿Cómo crees que ha influenciado el periodo de la covid en la restauración española? ¿Hay alguna secuela que ha llegado para quedarse?

PR. Me hubiera gustado que quedara más huella. Lo digo en positivo. Hasta la mascarilla quirúrgica se tenía que haber mantenido en los equipos de cocina como en ciertas fábricas que manipulan alimentos. Al menos, en periodos invernales de constipados y gripes. Pero también esperaba un poco más de sobriedad en la alta cocina. Menos escenografías y enfatizaciones (a veces de la nada…), más consciencia real de nuestra fragilidad como sociedad y de nuestra responsabilidad como habitantes de este planeta. Pero me da la impresión de que la tendencia general dominante es de querer estar en todas partes a la vez, de coger muchos aviones para ir a hablar de sostenibilidad en congresos lejanos, de usar melanosporum de Australia en pleno verano, ostentar estrellas verdes usando parmesano y comté o caer en la cocina de la complejidad forzada para justificar plantillas de 50 personas, mientras el sector se queja que no se encuentra personal. A veces no se entiendo lo que se persigue…

¿Qué echas de menos de la restauración, de la gastronomía de hace 20 años?

PR. Hace 20 años, estábamos en plena auge de la bistronomía que nos venía de Francia. Alta cocina en el plato (producto top, técnica 10), pero envoltorio informal (marco, servicio, vajilla…). Esta tendencia sigue vigente y lo será cada vez más si pretendemos defender que la gastronomía tiene que estar al alcance de las clases medias. Más aun si esas se están pauperizando cada día más por culpa de las crisis que nos golpean. Así que mantengamos ese espíritu de la excelencia accesible y asequible, y menos lujo bling bling, por favor.

Sabemos que pedirte elegir un restaurante como favorito puede ser comprometido, pero si te pidiéramos los cinco imprescindibles (españoles) para catar este 2023, ¿cuáles serían?

PR. ¡Pues sí! Es un compromiso y me arrepentiré de haberte dicho nombres ya que son muchos los que aportan estilos y alegrías diversas. Ricard Camarena, Culler de Pau, Casa Marcial, Bardal, Disfrutar, Enigma, Aponiente, Mugaritz, Miramar, Alkimia, La Boscana, Diverxo, Rodrigo de la Calle, Mon Bar…etc

¿Cuál ha sido el que más te ha sorprendido en el último año? ¿Por qué?

PR. La sorpresa no depende de la cosa, sino de la subjetividad de cada persona, del momento o de la época en la que se experimenta. Mi sorpresa mayor en la mesa fue en el 93, en mi segunda visita al Bulli, por la conjunción de las condiciones que mencionaba antes, y que se reunieron en aquel mes de junio en Cala Montjoi. Entonces, un dos estrellas que apenas llenaba en verano y los fines de semana.

 

Desde entonces, no me muevo bastante como para saber si en otra parte del planeta, pasa algo que vaya a sacudir el mundo de la gastronomía. Lo dudo. Pero mis visitas a restaurantes están plagadas de pequeñas alegrías y algunas sorpresas. Por seguirte el juego, citaría la tartaleta de judías verdes en flor, patata y caviar (¿cómo hacer algo extraordinario con algo sencillo?) o la espuma merengada de pomelo, con sus pulpas nitro crocantes y un magnífico jugo de pollo. Ambos platos en el menú 2021 de Miramar (¿cómo hacer que estos dos productos se encuentren? Nos remite tal vez a un pollo con limón, pero totalmente creativo). O el plato de piel de rape con jugo de callos de Culler de Pau (¿cómo dar una salida deliciosa a un anti producto desechable como una piel de rape?). Me encantó también el tratamiento de una simple piel de pepino en Enigma. Resultado de sabor y textura que me sorprendió más que si fuera una cucharada de caviar. Son solo unos ejemplos.

Andalucía, la revelación

¿En qué región española comes mejor?

PR. Estoy muy feliz con lo que tengo en Cataluña… pero reconozco que Andalucía ha pegado un gran salto estos últimos 15 años.

Si tuvieras que elegir ir a cenar mañana ¿dónde irías, a Madrid o a Barcelona?

PR. Sigo el juego: RavioXO y Alapar.

¿Cuáles son las corrientes o tendencias que veremos en el futuro más próximo en la restauración y especialmente en la alta cocina?

PR. Esto también habría que preguntárselo a Capel o a Ignacio Medina (he he).

 

No lo sé. La cosa va en todos los sentidos. Todo puede ser válido. No existe, creo, ninguna evolución unidireccional. Como no existe ningún centro gastronómico mundial único. Esto es uno de los efectos de la era post Bulli.

La apuesta por la sostenibilidad es posiblemente una de ellas. ¿Crees que es posible hacer alta cocina sostenible? De hecho, el cambio climático tarde o temprano dejará su huella en la restauración, si es que ya no la está dejando…

PR. Debería ser ésta, pero, cómo lo insinúas, la alta cocina, tal como se concibe en su gran mayoría, puede entrar en contradicción con esta loable pretensión.

 

Opino qué tarde o temprano, todos los cocineros, hasta ahora más preocupados por sus interiorismos que por las consecuencias del cambio climático y el deterioro ecológico y sanitario del planeta, se tendrán que rendir ante la urgencia del asunto.

Tú que también ejerciste de chef, ¿crees que seguimos endiosando la figura de los chefs?

PR. Un día Pierre Gagnaire me dijo: “al fin y al cabo, no estamos salvando la vida a nadie. Solo somos simples taberneros”. A algunos, se les olvida esto.

Como jurado del concurso Cocinero del Año, dinos 3 cualidades que para ti son imprescindibles para que te sorprenda un chef.

PR. No pretendo que me sorprenda en cada momento, como lo he dicho antes. Pero sí una cierta coherencia. Qué tenga un atrevimiento proporcionado con una justa evaluación de su propio talento. Es decir, si no te sientes capaz de hacer una croqueta diferente y sorprendente, intenta hacer la mejor croqueta de jamón posible. Nadie te lo reprochará.

Finalmente, ¿cuál es el restaurante que tienes en esa lista de imprescindibles y que todavía no has pisado?

PR. Creo que el mejor restaurante del mundo, puede estar al lado de tu casa. Y durante un tiempo, literalmente casi lo fue…en Roses. Pero hoy también es lo que ocurre en Barcelona con muchos restaurantes que colman mis expectativas. Así que no sé si hay algo imprescindible. Por todo lo que he contado en la entrevista. Acabo de llegar de París y lo que me ha movido al visitar el nuevo Astrance de Pascal Barbot, no ha sido la esperanza de encontrar algo extraordinario en el plato (aunque lo que comí estuvo fantástico), sino ir a saludar a un amigo de hace 23 años cuando abría un restaurante que rompía molde en la alta cocina parisina centrada en el lujo. La amistad y las relaciones humanas que se pueden tejer entre el prescriptor diletante (como yo) y algunos cocineros, también son importantes a la hora de querer repetir visitas. Sin hacer perder la objetividad, hasta podrían distorsionar un poco la percepción de la experiencia gastronómica. Solo es cuestión de ser consciente de ello.

 

Pero, sigamos el juego: entre mis muchas asignaturas pendientes en España, ahora mismo me acuerdo de algunos : Lera, Dins, Kaleja, Hugo Chan…

¡Error, el grupo no existe! ¡Comprueba la sintaxis! (ID: 9)

Hablar de La Ancha en Madrid es hablar de historia viva de la restauración y la gastronomía. Tras esa exquisita casa de comidas madrileña, cuyos orígenes se remontan a 1919, hoy se erige una de las sagas hosteleras más prestigiosas del país, con más de una docena de negocios con distintas propuestas en Madrid y en Barcelona.

Antes de mirar al presente y al futuro, merece la pena echar la vista atrás y ver dónde empezó todo. Corría el año 1919 cuando Benigno Redruello, bisabuelo de Nino, Santi e Ignacio, abría en Madrid el restaurante La Estrecha. Años más tarde, Benigno cede el testigo a la segunda generación, encarnada en su sobrino Santiago que lo rebautizó como La Ancha (acertado antónimo de la casa madre). En 1957, el padre de los actuales propietarios, asume el mando de la tercera generación, hasta que sus vástagos se hacen con el negocio en 2005, aportando refrescantes aires de modernidad y actualidad.

En la actualidad, La Ancha no solo ha mantenido el prestigio heredado, sino que refuerza vínculos con sus públicos de siempre y suma nuevos adictos. Dos locales de La Ancha, La Taberna de La Ancha, Armando (en Madrid y Barcelona), Las Tortillas de Gabino, La Gabinoteca, y Fismuler (en Madrid y en Barcelona), al que se ha sumado este 2022 Molino de Pez, en la Ciudad Condal, y The Omar, en Madrid, son las exitosas marcas dirigidas hoy por la cuarta generación de la familia, con Nino Redruello al frente. Para su perfecta gestión, sin embargo, cuenta con diferentes socios, entre ellos Jaime Santianes, en Barcelona. Con ambos hemos podido hablar sobre presente, pasado y futuro de La Ancha.

Este 2022, la familia ha crecido con dos nuevos establecimientos: en Barcelona, Molino de Pez, y en Madrid, The Omar. ¿Habéis llegado a los objetivos para 2022, o los habéis superado?

N. No teníamos objetivos. Ha sido un año de transición en el que hemos hecho una apuesta por profesionalizar la empresa. Para el próximo año sí habrá objetivos. Además, el hecho de que hayamos abierto dos locales ha sido casualidad, ya que Molino de Pez lleva gestándose desde 2019, pero la pandemia lo paralizó.

Para el año que viene ¿qué les pedís a los “Reyes Magos”?

N. Que los locales recién abiertos se afiancen con equipos sanos y con ganas de hacer bien las cosas, que el talento siga con nosotros y que las casas de siempre sigan tan bonitas como están ahora.

¿Os imagináis acabar 2022, con tan buen sabor de boca?

N. Si recordamos el comienzo de año, que empezó con tanta incertidumbre, la verdad es que acabar así el 2022 era impensable. Lo recibimos como un regalo.

Nino Redruello, comentabas en una entrevista sobre Molino de Pez, que “sería así La Ancha si hubiera abierto en 2022”. Explica mejor esta frase.

N. La Ancha tiene unos valores de honestidad, constancia y respeto y una tradición de cien años muy bonita donde han pasado muchas recetas y personas. La hostelería ha cambiado muchísimo y hay mucha exigencia a nivel de experiencia, de búsqueda de producto, de ambiente. Si abres un proyecto nuevo puedes mejorar esas cosas, cosas que no puedes modificar en La Ancha. En Molino de Pez hemos metido parrilla, es un espacio más cómodo, muy bien iluminado e insonorizado, donde hay un ambiente con luz de velas, música que crea una atmósfera superespecial.

Además, hemos reinterpretado platos de La Ancha como la tortilla, el pastel de pescado, la ensalada de lubina que es un homenaje a mi padre. Es una actualización más personal que familiar.

La última apertura ha sido en Madrid, The Omar, bistró y panadería ¿Por qué pensaste en este modelo de negocio para abrir en la capital?

N. En Madrid, porque tengo que estar yo. Para que los proyectos nuevos se encaucen hay que estar muy encima al principio.
Molino de Pez
Molino de Pez

¿Cómo se consigue pasar de un negocio tan castizo y tradicional a gestionar restaurantes “de moda”?

N. Cuando vienes de cien años de historia, lo cierto es que intentamos huir de la moda. Lo que sí hacemos es evolucionar con conceptos actuales y novedosos, y eso es consecuencia de una inquietud y una personalidad y de viajar mucho. Siempre hemos buscado tener sitios muy personales, con una historia detrás.

Cuatro generaciones dedicadas a la hostelería. Habréis visto de todo. ¿Crees que lo que nos está tocando -coyuntura actual- es más duro que los que vivieron tus antecesores?

N. Ahora es todo muchísimo más fácil que lo que vivieron mi abuelo y mi bisabuelo, incluso mi padre. Porque ahora mismo el porcentaje de gente que quiere disfrutar de la hostelería es infinitamente más grande que hace 50 años. Ahora si lo haces muy bien, tienes público, antes no era así.

Nino, acabas de lanzar el libro “Las recetas de La Ancha” (Debate), donde repasas la historia de tu familia a través de la cocina. ¿Ha sido una manera de reivindicarte como cocinero más que como empresario?

N. No es una reivindicación, es un sencillo homenaje a mi familia y las personas que han pasado por nuestra casa en estos 103 años.

Del libro, ¿con qué receta te quedas? ¿Con qué anécdota?

N. La del mero empanado con pisto.

¿Tortilla o lentejas estofadas con codillo?

N. Ambas, son mis dos platos favoritos.

¿Crees que la cocina tradicional-actualizada seguirá siendo una gran tendencia en los próximos años o pronosticas nuevos aires culinarios, nuevas tendencias?

N. La tradición siempre está, es la línea constante. Lo contemporáneo es una línea que ondea y se adapta a los tiempos.

Jaime Santianes, también formas parte de la familia, en cierto modo, encargado también de la expansión en Barcelona. ¿Qué es lo más importante a la hora de abrir un nuevo restaurante, quizás la ubicación? Porque de buena ubicación sois grandes entendidos…

J. La ubicación es importante. Está claro que nadie pagaría los alquileres de las zonas top de las ciudades si no supiera de antemano que estar en una u otra zona no influyera en la facturación, pero también está demostrado que un buen concepto de restaurante funciona en cualquier lugar. Al final, en las grandes ciudades el público está acostumbrado a tener que moverse con transporte para ir a los sitios y si el restaurante “mola de verdad”, la gente irá a donde haga falta.

Hablando de ubicaciones, Madrid, y Barcelona. ¿Qué plaza es la más complicada?

J. Barcelona es más difícil, no cabe duda.

¿Se come igual en Madrid que en Barcelona o los gustos también son diferentes?

J. Cuando un plato está rico da igual que seas madrileño o catalán. ¡¡¡Está rico donde sea!!!! Pero los gustos si que cambian y son diferentes según la zona, el clima y las costumbres de cada uno. Aun así, creo que un concepto bien parido, honesto, y con profesionalidad funciona igual en Madrid que en Barcelona.

Jaime, muchos dicen que en Madrid es más fácil llenar con cliente local, mientras que en Barcelona tienes que vivir del turista ¿Qué hay de cierto en esta idea?

J. El público madrileño sale mucho más a cenar y a comer, es más “disfrutón” y tiene el concepto del ocio mucho más arraigado. El catalán es más austero y además, por la situación geográfica de Cataluña, el barcelonés sale más de la ciudad, a la costa y a la montaña. Por ello, en Barcelona es imprescindible el turista para poder trabajar bien.

Madrileños en Barcelona y triunfando… ¿Cuál es la clave para haberlo conseguido?

N. Aportar valor sin pretensiones, con mucha humildad.

Jaime, responsable de la expansión del grupo, precisamente, en Barcelona. ¿Cuál es el balance que haces de estos años en la ciudad condal? 

J. El balance es muy positivo. El público catalán se ha volcado con nosotros desde el primer día y la verdad es que estamos muy, muy agradecidos y comprometidos con ellos para no defraudarlos.

¿Habrá nuevas aperturas en Barcelona, quizás emulando el modelo de The Omar?

J. Nuestras ganas de seguir haciendo cosas seguro que irán acompañadas de nuevos proyectos en el futuro, pero ahora lo que toca es afianzar bien Molino de Pez sin descuidar a nuestro querido Fismuler.

Fismuler
Fismuler
¡Error, el grupo no existe! ¡Comprueba la sintaxis! (ID: 9)

José Carlos Capel (1945, Madrid) es uno de los críticos gastronómicos con mayor trayectoria y más influyentes del país. Además de firmar en El País sus crónicas y críticas gastronómicas, es fundador y actual presidente de Madrid Fusión, el congreso gastronómico más longevo y uno de los más reputados e importantes del calendario, que vuelve este 2023 del 23 al 25 de enero a Ifema.

 

Este madrileño de nacimiento, con orígenes vascos, asturianos y andaluces, estudió Ciencias Económicas e incluso trabajó de ello, pero la vida le llevó por otro camino, por el que transita desde hace más de tres décadas. Su faceta profesional -y su pasión- le hace viajar por todo el mundo y comer en más de 400 restaurantes al año, algo que le permite alimentar su cultura gastronómica, vasta y bien condimentada, así como su visión sobre el sector.

A las puertas de la edición 21 de Madrid Fusión, y tras haber dejado atrás la pandemia, ¿cuál es la “radiografía” que hace José Carlos Capel del momento por el que pasa ahora mismo la gastronomía y la restauración en nuestro país?

C. Pasamos por un momento razonablemente bueno y tengo la sensación de que los malos augurios que había para este pasado otoño e invierno no se han cumplido. Ni la inflación, ni la Guerra en Ucrania han podido detener el impulso de la hostelería. Bien al contrario. En los entornos urbanos, sobre todo, se vive una euforia incontrolable, se suceden las aperturas, las inauguraciones… Creo que la hostelería puede estar satisfecha por el momento por el que pasa.

El pasado año usted mismo pronosticaba un sector con mayor profesionalización y digitalización de los establecimientos. ¿Ha sido así?

C.  Sí se ha cumplido. Se ha profesionalizado mucho más de lo que estaba. La formación cada vez es más importante, y la conciliación ha tomado más notoriedad. Las horas de ocio a los empleados están aumentando… Es cierto que queda pendiente todavía mucho, pero se está instrumentalizando ese cambio. Todo está más organizado, incluso las compras de los ingredientes. Y la digitalización es más seria, marca la pauta, las normas y eso se traduce en una mayor profesionalización, en mayor seriedad. Además, la aparición de los fondos de inversión está generando nuevos modelos de negocios más profesionales que se van contagiando por el sector.
Hablemos de Madrid Fusión. Una edición “Sin límites”, y en la que, dicen, “se buceará en la situación actual, en la que se observa una auténtica diversidad de conceptos-fuerza diferenciados que conviven a la vez en una suerte de crisol multicultural”. ¿Por qué, “sin límites”?
C.  Porque la cocina actual no tiene fronteras ni límites, no limita la capacidad de expresión, es como un folklore gastronómico en donde todo cabe. El mestizaje en la cocina es más patente que nunca, los modelos de negocio son transversales, todos están abierto a todas las posibilidades con el fin de satisfacer al cliente, Se han multiplicado los conceptos. El mestizaje y la fusión han alcanzado cotas que no se conocían hasta ahora. Y este momento por el que pasa la cocina y la gastronomía es lo que queríamos reflejar en Madrid Fusión, de ahí el lema de esta edición, “Sin límites”.

Aseguran, de hecho, que “Nunca como ahora la cocina contemporánea se había manifestado de tantas formas diferentes. No hay límites para la imaginación ni para la aplicación de técnicas nuevas o ya conocidas. La creatividad se expresa en los aspectos más sencillos y complejos. Jamás la alta cocina había tenido a su alcance resortes tan importantes y variados”. ¿Por qué cree que es justo ahora cuando hemos llegado a este momento de explosión de la imaginación? 

C.  La cocina no es más que un reflejo de la sociedad actual, que es la más global nunca vista. La mezcla está en todo y lo vemos de forma natural. Antes, un curry era considerado un plato exótico, y ahora lo ponen en el menú escolar y lo ven como algo normal. El concepto global de la cocina ha llegado igual que al resto de ámbitos de la sociedad. Los viajes, los medios de comunicación, la televisión, las redes sociales… Hay un exceso de información que genera aturdimiento y que explota de diferentes formas, algo que ni es positivo ni es negativo, simplemente, es lo que sucede. Yo particularmente pienso que la fusión, siempre que sea con sentido, es positiva. Pero vivimos en una sociedad de lo efímero, una sociedad líquida, que va al vaivén de las modas, la opinión es libre y el conocimiento se mezcla en todos los ámbitos. Pero también, por contra, hay una cierta monotonía que se ve enquistada en muchos restaurantes, con cartas que son todas iguales. 

Qué contraste, ¿no?

C. Sí. La cocina más popular se limita a 5 o 6 clichés de los que no sale. Es un tema que no se da en todas partes. Solo hay algunas zonas de España que están aferradas a eso, a un estancamiento de las pautas de consumo, que también, por otro lado, está bien, porque así no se pierden las bases de la cocina, y la tradición, pero también les lleva a la monotonía y al estancamiento. 

Madrid Fusión siempre se ha caracterizado por “descubrir” chefs de lugares remotos. ¿cómo consiguen “localizarlos” y traerlos? ¿Les resulta difícil?

C. Subirse al escenario de Madrid Fusión es un honor, es una invitación a un cheque hacia el éxito, la fama. Es un regalo para ellos. A lo largo de nuestra historia hemos hecho famosos a muchos chefs que hasta ese momento eran desconocidos, desde Gastón Acurio, a Heston Blumenthal, entre muchos otros. Además, la promoción internacional de los chef ha cambiado, y para muchos, Madrid Fusión es un escaparate perfecto para subir puestos en los listados. Al final, de lo que se trata es de que la fama se traduce en más reconocimiento y en más reservas y en más dinero. No olvidemos que el dinero “lo mueve todo”. Pero es cierto, que cuando ponemos el ojo a un chef, difícilmente se nos resiste. Solo en el caso del miedo escénico, el miedo al fracaso o el vértigo del éxito puede frenar la decisión de venir. Y normalmente no es lo que sucede.

¿Cuál es el secreto de su fórmula? Del éxito de un congreso gastronómico cuando en el calendario se suceden uno tras otro. 

C. Pues precisamente ese, que si traemos a los mejores, a los buenos, todos quieren estar ahí, nadie quiere perder comba. Si no están, no existen. La repercusión internacional del certamen es enorme, la divulgación es terrible y eso hace que hayamos conseguido mucho prestigio, un prestigio que hay que seguir fomentando, y cuidando, y ahora más que nunca. Porque ahora hay muchos otros congresos, antes éramos los únicos, pero ahora hay que seguir trabajando para ser los mejores. Y eso requiere mucho esfuerzo y pasar todo el año viajando. Porque nosotros no somos de los que eligen a los ponentes desde la mesa de un despacho, nosotros viajamos, vamos a sus restaurantes, los probamos, y eso es muy caro, en gasto de dinero y de tiempo.

De hecho, usted ha llegado a visitar (y comer en ellos) unos 500 restaurantes en un año. ¿Cómo se consigue eso sin acabar saturado y sin que el olfato y el gusto le abandonen

C. Me mantengo como puedo. Pero a veces compenso. Por ejemplo, no ceno muchos días, por eso me levanto con muchísima hambre y luego hago esos desayunos de rey. Pero es que es la única forma de poder descubrir a esos chef, yendo a muchos restaurantes. A veces he tenido que cenar dos veces en un mismo día, por ejemplo.
Después de haber probado y saboreado tanto… ¿Un sabor inolvidable para José Carlos Capel?
C. Es difícil porque tengo una borrachera de sabores. Pero podría decir, ahora, que este año he probado una trufa negra que me ha parecido inolvidable, o que este verano probé una sardina asada en espeto en Málaga que era puro vicio, realmente inolvidable. La sardina es mi pescado favorito y la que probé este verano me trasladó al cielo.

¿Un local o una mesa memorable? 

C. También es difícil elegir solo una, porque en alta cocina este año he probado casas buenísimas, como las de Dabiz Muñoz, o Ricard Camarena que me han dejado una huella importante… Pero también la de Pedrito Sánchez, en su restaurante Bagá, de Jaén, una cocina minimalista, para ocho personas, donde elabora platos con solo dos ingredientes. Es maravilloso, es la esencia y me tiene fascinado. Es una forma de entender la cocina galáctica, y está por encima de todo. 

Y para finalizar, un pronóstico para este 2023…

C. Pues creo que se va a mantener esta especie de gran folklore gastronómico donde cabe todo, esta explosión multicultural trasladada a la cocina, eso sí, si no pasa nada coyuntural que frene de nuevo todo. ¡Esperemos que no! 

¡Error, el grupo no existe! ¡Comprueba la sintaxis! (ID: 9)