Opinión

Te has formado, tienes voluntad y realmente tu esfuerzo merece compensación, planteas tu restaurante de manera impecable. Lo abres. El precio lo consideras bueno e incluso el cliente dice que le gusta. Y, sin embargo, sabes que no, algo no ha fluido.

 

Hay restaurantes que funcionan mientras otros tienen verdaderas dificultades para atraer al público y estas variables nos cuestan de entender a veces.

 

Para conseguir lo que podríamos llamar la verdadera máquina de vender debemos considerar distintos factores, la mayoría como oficio se pueden alcanzar, pero hay uno que viene de fábrica: la genética. Ello es la cualidad de cada profesional para conseguir que a nivel humano el resultado sea agradable, mantenga este equilibrio imprescindible para lograr ser un establecimiento consolidado, un líder, un número uno.

 

Ante una nueva apertura, los costes son y seguirán siendo cada vez más elevados, la única actuación que podemos realizar es precisamente la humana, la social, la que nos hace ser únicos en el mercado y sobresalir, que alguien nos elija a nosotros y no a la competencia.

 

Debemos saber desde el inicio en qué sector nos situamos: en el mercado de conveniencia nuestra exigencia puede ser más limitada, pero en el mercado del producto buscado, del producto pretendido, el nivel de exigencia debe ser alto, muy alto. Aquí es donde no todos están dispuestos a realizar este esfuerzo y se quedan por el camino. Montan grandes inversiones que terminan inertes por pretender ofrecer aquello que no acaba de satisfacer el placer colectivo o individual.

 

Este fin de semana he acudido a uno de estos nuevos locales: cocinero joven, formado en las mejores cocinas y escuelas, restaurante gastronómico con menú degustación, técnica bien elaborada… pero… sí, hay un pero. Al salir me era indiferente haber acudido, nada de alma, nada de sorpresa, nada para guardar en mi cabeza aquel rinconcito que de vez en cuando se repite y se dice que hay que regresar a este local con la asiduidad que consigue estabilizar cualquier establecimiento y, con ello, su cuenta de explotación.

 

Algo no ha fluido, algo ha pasado, o mejor dicho, no ha pasado. No llegas a encontrar exactamente de qué se trata, igual sean sensaciones viscerales: ‘me gustas, pero no me pones’. Puede que hablemos de algo muy importante: ofrecer credibilidad sin credibilidad, no pone la piel de gallina.