Opinión
Mario Cañizal, fundador del Foro Profesional de la Restauración Sostenible

Con el cambio climático, llegó la moda de hablar sobre sostenibilidad, sus modos y prácticas, hasta la saciedad. En declaraciones de todo tipo algunos suelen aseverar que, las empresas, se hallan en el camino de evitar la situación de emergencia climática, hasta el punto de declarar: yo más, cuando en realidad al revisar sus objetivos, movimientos ciudadanos e instituciones non profit, manifiestan la evidencia -en ocasiones- de cierta alteración de la verdad.

Y como lo mejor suele ser enemigo de lo bueno, esos movimientos ciudadanos e instituciones están tomándose el análisis de la veracidad de los datos de las empresas de una forma tan rigurosa que estamos pasando de la lucha contra el greenwashing a la aparición del greenhushing.

 

Se genera greenhushing cuando una empresa no publica sus logros ambientales. A diferencia del greenwashing, en el que las empresas exageran sus políticas sostenibles, las greenhushers guardan silencio sobre las políticas de sostenibilidad, incluso si existen.

 

Un informe de 2022 de la consultora climática South Pole encontró que de las 1.200 empresas privadas encuestadas que se consideran líderes climáticas mundiales, casi una cuarta parte no publicó sus avances en materia de sostenibilidad. La mayoría de los analistas están de acuerdo en que el greenhushing está ocurriendo con más frecuencia que nunca. Pero hay cierto debate sobre los motivos, por ejemplo, en ocasiones por temor a acabar dando una imagen negativa en los medios de comunicación.

 

Veamos un ejemplo: ClientEarth ha presentado un caso, el mes pasado, contra un conglomerado empresarial francés, fabricando tanto alimentos como bebidas, ante el Tribunal de París, con la esperanza de obligarla a revelar más información sobre el uso de plásticos en sus productos y reducir la contaminación que generan. El fundamento es incumplir la normativa de la ley francesa del deber de vigilancia que se creó en 2017, para que las grandes empresas publiquen sus planes de sostenibilidad, identificando riesgos de generar impacto medioambiental y comprometiéndose a establecer medidas de prevención y mitigación, asi como las que está ejecutando y cumpliendo.

 

Al anunciar el caso ClientEarth, que está respaldada por la non profit Surfrider y la ONG Zero Waste France, reconoce que la empresa denunciada ha implementado un plan relacionado con los plásticos. Sin embargo, critica su decisión de centrarse en el reciclaje después del uso por el consumidor, citando el estancamiento de las tasas de reciclaje de plástico.

 

"El reciclaje es una solución limitada, ya que solo el 9% de los plásticos fabricados han sido reciclados", sostiene ClientEarth, que argumenta que, los plásticos plantean una serie de riesgos ambientales tales como emisiones asociadas con el vertido y la incineración, además del impacto de la contaminación plástica en la naturaleza y la salud humana.

 

De ahí que ClientEarth pide a la empresa que mida su uso de plástico en toda la cadena de valor, incluida la logística y las promociones y que mapee el impacto que los plásticos tienen en el medio ambiente y en la sociedad en toda su cadena de valor.

 

Ante situaciones como esta no es de extrañar que se esté iniciando un proceso donde por evitar greenwashing, la UE promulgará normativa para luchar contra ella en marzo, se caiga en el greenhushing y que las empresas que hasta ahora facilitaban información medioambiental sean mucho más discretas a la hora de informar sobre sus ambiciones y logros.

 

No es el caso de la empresa citada, pero el suyo puede llevar a otras empresas a evitar la necesaria transparencia sobre su comportamiento en materia de lucha contra el cambio climático, haciendo buenas aquellas lapidarias frases de Antonio Gutierres en la asamblea de la ONU: “solidaridad climática o suicidio colectivo”.