Opinión

Siempre intento hablar sobre mis experiencias personales. Voy a exponer un caso relacionado con el altruismo y la solidaridad precisamente en unas fechas en las que todos parecemos estar muy sensibles sobre estos temas a raíz de la Navidad. 

En verano de 2015 se me ocurrió la idea de inaugurar una tienda de pan llamada Outlet Pans, en una población de la provincia de Barcelona. El objetivo no era otro que poner a disposición del público un establecimiento en el cual adquirir panes que por algún motivo no habían superado el control de calidad en las masas congeladas, fuese por tamaño, restos de series o bien al tratarse de pruebas de novedades para catálogo. Todo ello a un precio irrisorio por debajo del de mercado e incluso ofreciendo vales gratuitos para aquellos sectores necesitados que reciben ayudas en temas de comida. 

 

Lo inesperado es que ninguna institución oficial, municipal ni religiosa se adhirió a la iniciativa, todo fueron dilataciones e inconvenientes para no colaborar.  

 

Con esto quiero explicitar que el sistema vive de ciertas ayudas, que para muchas personas su modo vivendi es el sufrimiento de otras, que para nada el objetivo final es reducir la miseria, sino todo lo contrario, perpetuarla. 

 

En nuestra sociedad actual es bien sabido por todos que detrás de causas nobles muchos avispados realizan su gran negocio, lo que no es de recibo es que las propias instituciones sean las primeras en incorporar estas prácticas detestables. 

 

En nuestros restaurantes ahora nos cuentan que debemos luchar por el malbaratamiento, se crea un sentimiento de derroche detrás de cada comensal que en nada ayuda a que los establecimientos sean vistos como lugares de placer, de conversación, de buen estar y de compartir momentos agradables, aparte, como es obvio, de una excelente experiencia gastronómica. 

 

Pero lo más curioso del caso narrado es que la prensa escrita nacional se hizo eco de la noticia del Outlet Pans saliendo a doble página en un rotativo de referencia; a la siguiente semana se presentaba un inspector de la administración catalana argumentando que un outlet en el sector de pan no era legal y por lo consiguiente se debía proceder a retirar toda la cartelería y se levantaba acta sancionadora por el mismo.  

 

Conclusión a la que se llegó valorando todo lo sucedido: cerrar el establecimiento y dejar a un lado todo un colectivo de gente necesitada que por un ticket de 0,50 céntimos de euro podían adquirir un kg. de panes al peso. No se puede luchar contra el sistema ni este admite iniciativas privadas que pongan en duda la funcionalidad de lo público.