Burgos

Ha sido ganador dos veces del premio al Mejor Croissant de Mantequilla de España (2009 y 2018), y en 2022 se proclamó campeón de España de Heladería Artesana. Además, en 2021, fue distinguido con el Premio Arte Heladero al Mejor Helado. Pero para Albert Roca, el mejor premio es que cada día salgan de sus pastelerías clientes satisfechos. 

Propietario de las pastelerías Sant Croi de Barcelona (Padua, 91 y Bassegoda, 56), Albert Roca es miembro del Colectivo 21 Brix y considerado como uno de los grandes maestros del dulce y el helado artesano del país. Además de los famosos croissants, con su oferta de bombones, chocolatería y resto de pasteles y helados, deslumbra por su técnica depurada y su arriesgada imaginación. Entre sus últimas creaciones, un helado en forma de chapa, que presentó en la última edición de GastroEbre Flix. 

Pero detrás de tanto éxito, premio y dulce filigrana, hay horas de esfuerzo, exigencia y minucioso trabajo, así como días de contacto con los agricultores y los productores de sus materias primas. Todo ello, aderezado con un bagaje familiar dedicado también al universo pastelero. 

Albert, procedes de familia pastelera y tu formación, de hecho, fue pastelera. Además, ganaste prestigiosos premios dentro de la pastelería y la bollería ¿Cuándo decidiste dar el paso de la pastelería al mundo de los helados y por qué, qué te motivó a hacerlo?

A.R. Exacto, vengo de familia pastelera. Mis padres abrieron su pastelería cuando yo tenía 13 años, pero mi formación inicial no fue de pastelería. De hecho, estudié imagen y sonido y mi sueño era ser reportero de guerra. Al acabar los estudios hubo un problema familiar y tuve que entrar en el obrador de forma seria, ya que en cualquier empresa pequeña y artesana desde siempre te obligan a ayudar los fines de semana y vacaciones de escuela. A partir de este problema familiar, me empecé a formar con los mejores (la escuela de Chocovic con Ramón Morató, el aula Soler Graells con Carles Mampel, David Inglada, l’École de Valrhona en Francia…). Pero el punto más importante en mi formación fue la escuela Espaisucre durante más de dos años y medio. Esta escuela es la meca del sabor. Y por último, también muy importante, el curso de Experto Heladero en la Universidad de Alicante. Y muchas más formaciones, pero para mí, estas han sido las más importantes.

Desde siempre he tenido claro cuál es la importancia del helado en el mundo de la pastelería. Para mí no es un cambio, es algo natural. Supongo que es por la gran pasión que siempre he tenido por comerlos, tanto en invierno como en verano. Cuando eres pequeño no entiendes de estaciones. Mi incursión en el mundo de la heladería vino más tarde. No por ganas, sino que era una inversión muy fuerte a la hora de comprar las máquinas. En el primer momento que pude, las compramos y empezamos nuestro mundo dulce, definiéndome como un chef en el mundo dulce. Habiendo un eje muy importante en mis elaboraciones invierno-verano, pero siempre el helado está presente.

Una vez en este terreno, cada paso que has dado ha estado plagado de distinciones y reconocimientos. ¿Cuál es el secreto de estos éxitos?

A.R. Todo se resume en dos palabras, trabajo y exigencia, y esta última con mucha autocrítica constructiva y con ganas de superación y aprendizaje constante. 

De hecho, tu nombre, aunque sobradamente conocido en el sector, se popularizó al alzarte como Campeón de España de Heladería en 2022. ¿Qué representó para ti esta distinción? ¿Cómo te cambió profesionalmente hablando?

A.R. En realidad, lo primero que hizo saltar mi nombre a nivel profesional fue la primera vez que gané el premio al Mejor Croissant de España en 2009. Allí empezaron a llegar los primeros sponsors y las primeras propuestas de masterclass. Todo esto culminó en el 2018 siendo el primer pastelero en España que ganaba por segunda vez el premio al mejor croissant. Con este premio empezó todo en mi mundo helado, ya que con el premio que me dieron, lo invertí en la universidad de heladería y con la subida de ventas de croissants y bollería en las tiendas, pude comprar la primera máquina de heladería. 

A nivel de helados, mi primer premio arte heladero 2021 me posicionó en el ámbito profesional, pero no cabe la duda que el campeonato de heladería artesana de España 2022 me catapultó a nivel del público en general. 

Estás demostrando desde hace años que los helados son algo más que un producto estacional y que también puede existir la “heladería de autor”. Sin embargo, ¿crees que aún falta que el comensal, el cliente os ponga en valor, vuestro trabajo y los helados artesanos creativos?

A.R. Creo que el comensal a todo el mundo dulce en general lo tiene en poco valor. Pero gracias a todos los concursos y campeonatos, la percepción del público está subiendo su atención y su interés por las disciplinas del mundo dulce. El helado, por suerte, está cada vez gozando de una mayor salud. Su buena prensa a nivel nutricional y un impacto social de compartir ha hecho que el helado esté en auge y empiece a gozar de buena salud. Cada vez la gente empieza a valorar un helado de gran calidad, acompañado de criterios tan importantes como km0, helados sin lactosa (veganos) y, sobre todo, nos empiezan a ver como chefs que proponemos nuevos sabores, nuevas combinaciones… 

¿Qué crees que debe tener un helado para que sea excepcional?

A.R. Que te haga soñar y sonreír. 

La búsqueda del sabor, además de la estética y la creatividad son tu sello. ¿Qué más añadirías a la definición de tu trabajo?

A.R. Mucho trabajo, constancia, pasión… Realmente, la suerte que tengo es que mi trabajo a la vez es mi hobby. 

¿Por qué crees que el helado en la hostelería sigue estando “algo maltratado” o “menospreciado”?

A.R. En hostelería, el postre en general está maltratado y no se dan cuenta que es parte de la experiencia y, sobre todo, es el último recuerdo que tiene el comensal. En muchos restaurantes lo han maltratado tanto que a la gente no le apetece el postre y ellos no se dan cuenta que han perdido una parte importante de su negocio y parte de la experiencia que querían crear.

¿Qué hace falta para que el comensal ponga realmente en valor los postres (helados o no)?

A.R. Mejorar la comunicación del sector y, sobre todo, diferenciarnos del falso artesano que con mucho marketing y poco producto invade las mejores plazas de las ciudades.

También eres formador. ¿Qué tipo de alumnos llegan a tus cursos, son futuros hosteleros? 

A.R. Profesionales que quieren evolucionar o personas que quieren entrar en el mundo profesional.

¿Cuáles son los consejos que, de forma general, les das a tus alumnos (los que se quieren dedicar profesionalmente)?

A.R. Que la pasión, la honestidad y el trabajo tienen que estar tatuados en su piel. 

Ahora, además de formador, regentas dos establecimientos de venta al público, el obrador, asesoras… ¿Cómo te ves o te gustaría verte en 10 años?

A.RMe gusta vivir el presente, disfrutar del día a día. Ahora, mi visión es ayudar con las formaciones a que los estudiantes puedan entrar en el mundo profesional y que el helado artesanal y el mundo del dulce podamos hablar del tú a tú al mundo salado. Carpe diem.

 

Alberto Molinero es uno de los chefs y empresarios hosteleros más reconocidos de Burgos. A sus 45 años, acaba de conseguir su primera estrella Michelin con su proyecto más personal, ERRE de Roca. Abierto hace poco más de un año, en este moderno local de Miranda de Ebro, Molinero volvió a ponerse tras los fogones y a “sentirse cocinero”.  Y lo hizo, sin dejar de lado sus otros establecimientos del grupo: La Roca, Viva y Mercado by La Roca (que ha replicado en Pozuelo y Bohadilla del Monte) y un obrador Cocina Central que elabora platos y preparaciones de quinta gama, una sección de catering para eventos y en breve un nuevo local. 

Ahora bien, ni todo el éxito cosechado con estos restaurantes, que no es poco, se puede equiparar con la satisfacción de haber entrado en la Guía Roja con una estrella. Un sueño hecho realidad. Como lo fueron antes otros, como el quedar finalista de la segunda edición del Concurso Cocinero del Año, otro de los hitos en su carrera.

Alberto, ¿sueño cumplido con la primera estrella Michelin? 

AM. Sueño cumplido, al final todos los que nos dedicamos al mundo de la cocina y realmente disfrutamos de este oficio, alguna vez soñamos con tener una estrella y bueno, yo creo que es el reconocimiento más importante para un cocinero. Personalmente, estoy muy satisfecho.

Cuando se alcanza la cima, se suele pensar ¿y ahora qué? ¿Y ahora qué metas te marcas? 

AM. Alcanzar la cima es mucho decir. Esto es un sueño cumplido y estoy muy satisfecho porque esto es un reconocimiento muy importante para un cocinero, pero a nivel de ERRE, ahora mismo, lo que nos planteamos es hacer fuerte esta estrella y hacer un proyecto aún más firme. Y, por otro lado, el resto de restaurantes de la firma necesitan su impulso diario y su mimo. ¿Lo siguiente? Seguir avanzando, pero afianzando.

De hecho, tu trayectoria está plagada de grandes triunfos profesionales. Fuiste finalista de la segunda edición del Concurso Cocinero del Año y ganaste el primer premio al Mejor Aperitivo ¿Cómo recuerdas aquella experiencia? ¿Recuerdas por qué te presentaste?

AM. Sí, ese concurso lo recuerdo con muchísimo cariño. De joven me apunté a muchos concursos. Al final, a los que nos gusta este mundo, el tema de los concursos también nos llama la atención. Es una forma de medirse con otros compañeros, de seguir aprendiendo y de coger experiencia. Para mí ese premio fue un antes y un después en mi carrera. Gané la semifinal, y en Barcelona el premio al Mejor Aperitivo. Aquello fue como un clic en mi carrera. A partir de ese momento ya la gente me conoció más allá de mi pueblo, en Burgos, en Castilla y León. Tuvo mucho impacto y a partir de ahí mi carrera cambió profesionalmente. Yo seguí mejorando, intentando aprender siempre… Pero fue como un reconocimiento personal que me impulsó a hacer lo que hago ahora. Fue como una motivación extra y por eso, le estoy muy agradecido a ese concurso.

Volvamos al presente. Los de la Guía Roja han destacado de ti y tu restaurante que es de esos lugares “donde se disfruta a espuertas y… ¡A los que no se les puede poner un pero!”. Sin embargo, seguro que uno mismo puede hacer algo de autocrítica. Si tuvieras que ponerle un ‘pero’, ¿habría alguno?

AM. Me alegro mucho de que no pusieran ningún “pero”. Pero, evidentemente, a todos los sitios y cosas se les pueden sacar “peros” y nosotros no somos menos jajajaja. Nosotros tenemos nuestro estilo y forma de hacer las cosas. Creo que estamos bien afinados, pero siempre hay cosas mejorables, sobre todo en el mundo de la cocina, que no paramos de aprender. Aunque todos los días hagamos un poco las mismas cosas, los platos siempre están en constante evolución y, al final, te das cuenta de que todo es mejorable. Que está muy bien, pero siempre puede estar mejor. 

¿Qué piensas que más ha fascinado a los de la guía roja? 

AM. Creo que nuestro estilo de cocina basado mucho en la temporalidad del producto y el sabor, que es por lo que apostamos. Yo diría que hoy en día no somos una cocina muy sofisticada, porque no contamos historias, solo contamos el plato e intentamos que sea algo sencillo con el fin de potenciar el sabor. A veces, por querer diferenciarte, se tiende a abusar de ingredientes y complementos, técnicas… Nosotros somos lo contrario. Mi filosofía en esto es que menos es más.

¿Cuáles son las claves que hace único a tu establecimiento y a tu cocina?

AM. Las claves del establecimiento… Es un restaurante pequeño, con 6 mesas abiertas totalmente a la cocina porque la sala se integra en la cocina y viceversa. Lo que queremos es que el cliente se sienta bien atendido, como en casa… y transmitimos mucho la esencia de la cocina. Sobre la cocina, nos centramos en el producto principal, el sabor y la temporalidad.

Ahora, con este reconocimiento, ¿cambiará algo en ERRE de Roca?

AM. Es un impulso para seguir avanzando, trabajando y mejorando. Para nosotros ha sido muy importante porque nos posiciona en el mapa. Nos da más visibilidad, pero tenemos que seguir para adelante y seguir mejorando. Tenemos que seguir afianzando esta estrella que nos han dado.

Para uno mismo siempre es complicado autodefinirse, pero si tuvieras que hacerlo, ¿cómo definirías a Alberto Molinero chef, y su cocina?

AM. Como cocinero, tengo 45 años, mis referentes han sido Santi Santa María, Joan Roca… vengo un poco de la cocina clásica. Me gusta mucho la cocina francesa, esos valores del producto, la tradición y sus bases, aunque ahora yo presente los platos actualizados e incluso un poco vanguardistas visualmente. Pero la esencia del plato es la cocina tradicional. Yo me considero un cocinero de los de siempre, de escuela y luego formado en diferentes cocinas… Aunque he trabajado en todo tipo de cocinas, yo me considero un cocinero de a pie, que se ha hecho a sí mismo, aprendiendo de los cocineros que me han llamado la atención.

¿Qué fue lo que te hizo ser cocinero? 

AM. Siempre he querido ser cocinero. No tengo referentes en mi familia, pero en mi casa siempre se le ha dado mucha importancia a la comida. Mi madre cocinaba muy bien y desde que era pequeñito siempre me ha gustado. Lo primero, porque me gustaba comer -creo que es un buen comiendo- y a partir de ahí, me empieza a llamar la atención, empiezo a cocinar con mi madre… Pero el restaurante como tal no lo he conocido hasta después de la escuela. Y la verdad es que nunca he querido dedicarme a otra cosa. 

De tu formación, de tu paso por otros locales, ¿quién marcó tu forma de cocinar, quién te inspiró más?

AM. La cocina francesa. He estado trabajando en Francia, y ha sido siempre un referente. Joan Roca, Santi Santamaria… La cocina catalana también ha sido fundamental en mi formación. Pasé casi 5 años en Cataluña -Celler de Can Roca y Santi Santamaría- y ellos han sido mis referentes. Y creo que la influencia catalana la tengo aún en mi restaurante… Trabajo mucho el mar y montaña, tan típico de la cocina catalana y está presente en muchos de mis platos. En los menús siempre hay un mar y montaña. 

En Erre de Roca has tocado el cielo. Pero solo es la punta de lanza de un gran grupo de restauración, el Grupo Roca, con otros tres restaurantes en Miranda, uno en Condado de Treviño y dos en Madrid, además de un obrador y un servicio de catering, y que está a punto de inaugurar un nuevo establecimiento en Vitoria-Gasteiz. ¿Cómo se logra gestionar todo sin dejar de estar al frente de tu proyecto más personal?

AM. La estrella es un gran premio y para mí, es como cerrar un círculo. Un poco como cuando fui finalista del concurso Cocinero del Año, Cocinero Revelación… Y durante 10 años me he dedicado a hacer los restaurantes La Roca, y cuando empecé -ahora van a ser ya 8 restaurantes cuando abramos en Vitoria-. Pero cuando empecé con el primer local, La Roca de Miranda, un local pequeñito, de 50 m2, yo no sabía a dónde iba a llegar… Simplemente, fueron sucediendo las cosas y en eso es clave el equipo del que me he rodeado. Hemos ido construyendo esta familia que somos ahora de gente y proyectos y la verdad es que estoy súper contento.  Después llegó el obrador, el tema de bodas… todo un poco pasito a pasito, hasta llegar a ERRE. Con este proyecto decidí montar mi restaurante, para mí, para hacer mi cocina… e intento estar en ERRE el mayor tiempo posible, porque me gusta ver a la gente y la gente viene a verme… ERRE es muy importante, pero todo lo demás también. Al final, intento dividirme, pero, todo esto es posible gracias al equipo que me rodea. 

Finalmente, un sueño de futuro.

AM. La estrella lo ha sido sí… La verdad es que nunca lo había imaginado… Sigo soñando pero no sé con qué en concreto, porque ahora mismo solo quiero afianzar lo que tengo y seguir ahí, como hemos hecho siempre, sin prisa pero sin pausa y haciendo las cosas lo mejor posible.

 

La Fábrica, el restaurante que Ricardo Temiño y Cristina Lázaro abrieron hace ocho años en Burgos, es noticia por varios motivos. El principal es su nuevo local que triplica el aforo del anterior y con más del doble de personal. Se encuentra a menos de un kilómetro del primero, en pleno Camino de Santiago a su paso por Burgos.

Otra de las novedades es que a su sol Repsol, obtenido en 2021, se suma el reconocimiento como restaurante recomendado por la guía Michelin. Esta placa ya luce en la entrada del restaurante, ubicado en un edificio enraizado con la historia de la ciudad. Por un lado, está construido con la piedra caliza proveniente de la misma cantera que la catedral y conserva su estructura original de madera de finales del siglo XIX.

La Fábrica
Arroz con mollejas de lechazo y verduras, uno de los tres arroces que ofrece La Fábrica. ©Belén Imaz

El proyecto del nuevo local ha sido obra del arquitecto Luis García Camarero, junto con el estudio Espacio 706, de la interiorista Aurora de la Fuente. Esta define el diseño del restaurante como "un espacio donde la sobriedad y el minimalismo en la elección de materiales se fusionan con guiños a la originalidad".

Nuevo local con la cocina de siempre

La Fábrica ahora ofrece el triple de aforo y más del doble de personal, con salones muy diferentes para diversificar la oferta. Lo que se mantiene intacto es el mimo al servicio, dirigido por Cristina Lázaro, así como la calidad de la gastronomía de Ricardo Temiño, basada en el respeto al producto de cercanía. Cabe destacar que la cocina abierta que permite mostrar el trabajo y el funcionamiento desde pasillos y comedores.

La Fábrica
La bodega se ha proyectado como una caja negra para ensalzar el valor del vino como producto. ©Belén Imaz

Hasta un total de 120 personas puede albergar el restaurante distribuidas en los tres comedores. El Briviesca es el más informal y el más grande con asientos de piel natural que se colocan en función de la distribución. El Salón San Juan está destinado al menú degustación y La Galería es un espacio coqueto con vistas al gran patio interior. Además, cuenta con una sala de bodega con reservado destinada a vivir la experiencia en torno al maridaje.

El interiorismo de La Fábrica aúna historia y modernidad

En cuanto al proyecto de interiorismo de La Fábrica, se ejecuta en torno a la calidez y pulcritud de la madera de nogal que asoma desde la entrada y conquista la planta principal hasta envolverla por completo, hasta los 2,17 metros. "Esta, junto al azul del techo, hacen de hilo conductor de todos los espacios. Y los linos naturales aportan textura, y frescura y calidez al mismo tiempo", explica Aurora de la Fuente. El resto del mobiliario se ha hecho a medida y en exclusiva para este proyecto.

La Fábrica
Salón San Juan donde las retículas verticales de madera dejan entrever la estructura original del edificio, de piedra caliza. ©Belén Imaz

Mención especial por su originalidad se merecen las esculturas de los hipopótamos de Ornamante, un guiño lúdico y excéntrico en homenaje a la personalidad y naturaleza de Ricardo y Cristina, los responsables de La Fábrica. Además, se han pintado con el mismo tono azul que los techos del restaurante.