Carne

En el año en el que se inauguró el restaurante Lhardy todavía había aguadores por las calles y acababa de nacer el estilo musical de la zarzuela. Era 1839 cuando Emilio Huguenin decidió abrir este establecimiento hostelero, cuya historia es la historia de Madrid. Aquel primer local funcionó como pastelería francesa con croissants, éclairs y brioches. Años más tarde, se transformó en uno de los restaurantes más elegantes de la capital, por el que pasaron aristócratas, burgueses y los más grandes gastrónomos.

Casi dos siglos después, Lhardy renace en una segunda vida de la mano del grupo Pescaderías Coruñesas. Ellos han reflotado los que parecía un negocio avocado a su cierre, por los golpes recibidos en plena pandemia. Los nuevos aires no solo lo han recuperado, sino que lo han vuelto a ubicar entre los restaurantes de visita obligada en Madrid. 

Buena parte de la culpa de este éxito la tiene Pascual Fernández, director del restaurante y de la sala del Lhardy en esta nueva etapa. Una nueva vida que no renuncia a su pasado esplendoroso. Bien al contrario. Lo recupera y lo luce. Por ejemplo, si hay un reclamo en Lhardy es su samovar ruso de plata. Este instrumento, que utilizaban los zares para preparar el té en el siglo XIX, es el alma donde se mantiene caliente y desde el que se sirve, su mítico consomé. Un caldo que incluso se puede comprar para llevar. Y es que, en esta nueva vida de Lhardy hay mucho del pasado, pero con la vista del presente. 

Pascual, tras unos meses ya de esta “segunda vida” de Lhardy, ¿se ha conseguido resucitar y con más energía que nunca al histórico establecimiento madrileño?

P.F. Sin duda alguna. Todo el trabajo realizado en estos más de dos años en Lhardy de la mano de Pescaderías Coruñesas está dando sus frutos. Y hace que estemos viviendo una nueva etapa recuperando el posicionamiento que tuvo durante tantos años. Aunque seguimos trabajando día a día para que nuestros clientes tengan la mejor las experiencias. 

¿Cuáles son las claves de esta recuperación casi milagrosa?

P.F. La recuperación de Lhardy es el resultado de una necesaria reforma de sus salones y tienda, recuperando así el esplendor de antaño, de una propuesta gastronómica renovada y de una mejora del servicio de sala.

En el ámbito gastronómico, parte de la evolución y el cambio que ha supuesto la entrada de Pescaderías Coruñesas para Lhardy es la desestacionalización de la propuesta gastronómica, que siempre se había asociado con platos como el cocido, los callos o el consomé. Desde mayo de 2021, hemos recuperado recetas históricas del restaurante como el solomillo Wellington, el pâté en croûte o el lenguado Evaristo al champán y también trabajamos a diario con sugerencias fuera de carta que van de la mano de la temporada. 

Una de las grandes apuestas de esta nueva etapa, de hecho, es la sala. ¿Cómo se ha trasladado en el día a día esta apuesta?

P.F. La apuesta por el servicio se puede contemplar en la experiencia global en el restaurante. Lhardy goza de un servicio esmerado y atento, haciendo de cada visita una experiencia a medida. 

El cliente actual ¿sabe apreciar ese trabajo laborioso y profesional en sala?

P.F. Sí, en Lhardy cuidamos todos los detalles por pequeños que sean, desde la presentación de las mesas hasta el acabado del plato. Y se ejerce la virtud de adivinar los gustos y las necesidades del cliente. La satisfacción del cliente es el mayor reflejo de la dedicación y de la pasión del equipo que, día a día, hace que Lhardy sea posible. 

También habéis recuperado platos míticos de la casa. ¿Cómo han encajado en el nuevo comensal? ¿Cuál es el más exitoso en esta nueva etapa?

P.F. Sí, hemos hecho una minuciosa revisión de las recetas legendarias de Lhardy y las hemos mejorado con una materia prima de máxima calidad, avalada por la experiencia y tradición de Pescaderías Coruñesas. Además, las nuevas creaciones se basan en el producto de temporada y se adaptan a los gustos y necesidades actuales, algo que influye en el resultado final y que el cliente valora positivamente. Algunos de los platos más exitosos son el consomé, el lenguado Evaristo y el solomillo Wellington.

Otro de los requisitos que se marcaron con la compra del negocio por parte de Pescaderías Coruñesas era el de mantener al personal. ¿Se ha logrado? ¿Se mantienen los 40 puestos de trabajo? 

P.F. Hoy somos más de 40 empleados y gran parte del equipo de la anterior etapa sigue con nosotros en esta segunda juventud.

¿Cómo se organiza el día a día del restaurante con el personal que dirige?

P.F. Lhardy abre sus puertas a las 09:00 h con la tienda y es ahí cuando comienza la magia… A partir de este momento es una vorágine: recepción de mercancías, coordinación con nuestro chef, sugerencias del día, reunión con los maîtres para el servicio de comidas… Todo tiene que estar muy medido para tener controlado hasta el último detalle. 

Lhardy acumula cientos de anécdotas históricas, pero en esta nueva etapa, ¿también se han escrito páginas de este anecdotario? ¿Alguna a destacar?

P.F. En estos más de dos años y gracias reposicionamiento de Lhardy el anecdotario no ha dejado de crecer, aunque lo que pasa en Lhardy, queda en los salones de Lhardy.

Entre los muchos atractivos de Lhardy, sin duda, los “artilugios” de sala históricos son los más llamativos. ¿Habéis conseguido adquirir más samovares? ¿El cliente sabe apreciar el valor de estos objetos?

P.F. Sí, se han rescatado elementos decorativos y de servicio de antaño, tanto en el restaurante como en la tienda. Los cuatro samovares de plata que hoy siguen funcionando son los originales. En general, para los amantes y entendidos de la gastronomía esos “artilugios” no pasan desapercibidos. 

La cubertería también forma parte de la experiencia en Lhardy. Sus piezas de plata, menaje o cristalería, que estaban guardadas y en algunos casos hasta casi olvidadas, relucen hoy en el restaurante para enaltecer su trayectoria histórica. Parte de estas joyas se exhiben también en uno de los escaparates que siempre han atraído las miradas del público en la Carrera de San Jerónimo.

Superada ya esta nueva fase, ¿cuáles son los objetivos del “nuevo” Lhardy? ¿Queréis seguir “revolucionando” la restauración, la gastronomía madrileña? ¿Cómo?

P.F. Queremos que Lhardy siga siendo testigo y escenario de la historia gastronómica de Madrid y España. Que sea un restaurante de referencia para los amantes de la gastronomía y de la buena mesa. 

La carne de vaca finlandesa -premiada como la Mejor del Mundo según el World Steak Challenge –  les puso en el mapa gastronómico en 2019, pero desde entonces este proyecto no solo se ha consolidado, sino que ha crecido en todos los aspectos. Ahora Essentia es mucho más que un restaurante de buen producto. Es también un hotel boutique con spa, un catering y un salón de eventos. Y toda la oferta gastronómica y la cocina la coordina el chef Toño Navarro, quien ha conseguido este año su primer Sol Repsol gracias a una propuesta sincera y honrada, basada en el mejor producto posible, venga de donde venga. 

Esa búsqueda de la máxima excelencia en la materia prima es lo que le ha llevado, por ejemplo, a tener un huerto propio. En él recolectan frutas, verduras y hortalizas en su punto más óptimo. O también les ha impulsado a tener un secadero de jamones, para acabar la curación del jamón de bellota, a pocos metros de donde los comensales lo podrán saborear.  

Todo ello, en el pequeño municipio de Tarancón, a poco menos de una hora de Madrid, por la autovía de Valencia. Un recorrido que cada vez hacen más tanto madrileños como otros comensales venidos de todos los puntos del país. Todos, llegan atraídos por la merecida buena fama de Essentia y su chef. 

Empecemos hablando de ti… ¿Cómo y por qué entraste en el mundo de la cocina? 

T.N.- La verdad es que no tenía ningún tipo de experiencia, ni vengo de una familia de restauradores, ni nada parecido. Lo máximo que había podido conectar con el mundo de la cocina de niño era cuando acompañaba a mi padre o a mi abuelo de cacería y les ayudaba a preparar luego las carnes. Pero lo cierto es que de jovencito era “un buen pieza”, y no quería ni estudiar. Un verano me puse a trabajar en el restaurante de un amigo, y con él empecé a ir a Mercabarna, y a ver qué era lo que pasaba dentro de un restaurante. La experiencia me encantó. Así que me puse a estudiar hostelería y cocina en el Hotel Escuela de Madrid. Y me fue muy bien. De hecho, saqué la mejor nota de mi promoción, por lo que pude elegir unas buenas prácticas. 

Has pasado por las cocinas de La Máquina de La Moraleja, Portobello (Madrid) y Las Rejas (Las Pedroñeras), entre otros locales. Pero te desvinculaste del mundo gastro durante un tiempo tras una mala experiencia en Madrid. ¿Qué pasó?

T.N.- No es que fuera una mala experiencia en concreto. Simplemente, fue que pasé por varios restaurantes y vi cosas muy turbias, malos rollos. Gente muy quemada por la profesión. Personal que llegaba borracho a su puesto de trabajo… Yo, eso no era lo que quería. Así que lo dejé tres años, aunque no del todo. Los fines de semana seguía ayudando a colegas en sus cocinas. Pero con el tiempo me di cuenta de que yo quería seguir en la cocina, pero a mi manera. Entonces fue cuando pensé que tenía que montar algo mío, pequeño, en mi pueblo… Y cogimos la cocina del Casino del pueblo y la reconvertí, sin grandes alardes. Solo cocinaba muy buen producto y hacía una cocina muy sencilla. Pero los fines de semana se desbordaba. Nos dimos cuenta de que allí no íbamos a poder crecer más ni desarrollar nuestro concepto de cocina. 

Y llegó a Essentia. ¿Cómo definirías tu cocina y el restaurante? 

T.N.- Mi cocina es lo más sencillo del mundo, pero pierdo mucho el tiempo -que en realidad no es perderlo, sino invertirlo- en buscar los mejores productos por toda España. Estoy en constante comunicación con cada uno de mis proveedores, y ellos a su vez me van presentando a nuevos y así sin parar. Y simplemente intento en mi cocina no estropear esos maravillosos productos que me llegan y que he seleccionado con tanto cuidado. Y además, como nos obsesiona la calidad del producto, hemos montado un huerto propio. Allí podemos cultivar las variedades que queremos y recolectarlas en su momento más óptimo para llevarlas a la mesa sin casi ninguna intervención. 

Apuesta por el producto y la mínima intervención… Y por el ingrediente KM0 ¿Consideras tu oferta y al restaurante como “sostenible”?

T.N.- Bueno, lo del Km0 no es nuestra base. Porque si los mejores guisantes los puedo encontrar en Galicia, los iremos a buscar allí, y si más tarde están en Andalucía, pues los iremos a buscar allí. Pero sí que creo que podemos considerarnos sostenibles, desde el punto de vista de que compramos todo a pequeños productores. Con el pescado también buscamos pescadores que utilicen métodos sostenibles. Esos pequeños gestos es lo que nos hace ser sostenibles. 

¿Con cuántos pequeños proveedores trabajáis?

T.N.- No podría ni decírtelo de la gran cantidad de ellos. Son muchísimos. Cierto que hay cosas que, como también tenemos hotel, catering y eventos, compramos a proveedores grandes, pero intentamos que sean cosas de las que no dependa la calidad. Es la manera de mantener el negocio y que podamos dar trabajo a 51 personas, 13 de ellas, en cocina. Para el resto de materias primas, siempre apostamos por proveedores pequeños. 

Sin embargo, la carne que más fama os ha dado viene de Finlandia… 

T.N.- La historia de la carne de vaca finlandesa es curiosa. Nosotros vamos mucho a Mercabarna, siempre buscando productos excepcionales. Entonces, recorriendo los proveedores de carne, un colega me dijo que tenía que probar una carne de Finlandia. Y la verdad es que vimos que era muy regular, con una calidad increíble. Así que la empezamos a comprar en exclusividad, y al año siguiente le dieron el premio de la mejor carne de vacuno del mundo. Cuando se dio a conocer que esa carne la teníamos en Essentia empezó el aluvión de reservas. La verdad es que estamos muy agradecidos por lo que pasó. La carne finlandesa nos ha dado muchos clientes, mucha vida, pero no queremos que sea solo por eso por lo que se nos conozca. Creo que estamos haciendo una buena labor para ubicar Essentia como el restaurante con el mejor producto posible. Porque igual que la carne, tenemos frutas y verduras de lujo, tenemos los mejores embutidos… 

De hecho, en Essenta también hay otros grandes secretos, como el secadero de jamón con una tecnología experimental, en el que más de mil piezas de las D.O. Jabugo y Guijuelo. Cuéntanos más…

T.N.- Como digo, nos obsesiona la calidad del producto y el hecho de que los socios propietarios de Essentia provengan del sector cárnico también nos ayuda a esos pequeños detalles. Tenemos la suerte de poder dar la curación ideal a cada pieza que compramos en montanera. 

Essentia es mucho más que un restaurante, y como decías antes, es un negocio más grande. 

T.N.- Sí. Tenemos el hotel con spa, el gastrobar, que da servicio al hotel, con una capacidad para 80 comensales. La terraza, para unos 50 o 60 clientes. El salón de banquetes, para hasta 250 invitados, y el servicio de catering… Así que nunca paramos. De hecho, es la manera de sobrevivir en un pueblo tan pequeño. Porque este tipo de restaurantes solo funcionan los fines de semana, el resto de la semana tienes que dar otros servicios. Y así lo hacemos. Pero yo, aunque me encargo de todo, cuento con un equipo que, por fin, y ha costado mucho, por fin es un equipo que funciona a la perfección. 

¿Por qué ha costado tener este equipo?

T.N.- Supongo que por el mal de muchos: es dificilísimo encontrar a buen personal de hostelería. La gente o no quiere trabajar, o no quiere responsabilidades, o no quiere esforzarse… por eso digo que ahora en Essentia hemos tenido mucha suerte de encontrar, por fin, al equipo perfecto para seguir creciendo. 

Y eso seguro que ha influido para conseguir este año el primer Sol Repsol… Ahora, ¿a por la Estrella?

No me obsesiona en absoluto. Yo creo, además, que no somos un restaurante que la Guía Roja quiere venir a ver o que estudie para dar la estrella. no estamos en su mente. Pero si algún día llega la Estrella perfecto, aunque, como digo, no la buscamos. 

¿Qué es lo mejor y qué es lo peor de estar en un proyecto tan grande como Essentia? 

Lo mejor es que aquí no me falta de nada, no se escatima en nada. Piensa que pasé de una cocina de 5 metros cuadrados a otra de 400. Cierto que en el Casino todo dependía de mí, todo lo controlaba yo, podía salir a hablar con los comensales, saber si les había gustado o no. En Essentia sería imposible hacerlo. Cuando tienes que dar de comer a tantísima gente, seguro que no gustas a todos. Por lógica, es más fácil dar de comer a 10 que a 100. Aquí siempre hay algún detalle que se te puede escapar. Y a mí me encantaría que todos salieran contentos siempre de mi restaurante, pero con tanta gente, no siempre es así. Al ser un proyecto tan grande, del que no depende todo de ti, es menos controlable. Y si no te rodeas de un buen equipo, esto sería una locura. 

Cada 28 de mayo celebramos una de esas efemérides curiosas que nos dan la excusa perfecta para recordarnos, para ensalzar o simplemente para zamparnos una hamburguesa. El origen del Día Internacional de la Hamburguesa no queda nada claro, aunque la versión más sugerente es que se conmemora el día en el que se empezaron a hornear panes redondos en Alemania, incluso que en 1900 se vendió la primera hamburguesa en lo que hoy conocemos como Estados Unidos. Sea como fuere, en el siglo XXI es la excusa perfecta para que desde las grandes multinacionales, a las modestas cadenas y los restaurantes independientes especializados en este plato hagan el agosto.

 

Pero lo que en los últimos años ha sucedido es que la hamburguesa se ha sofisticado. Atrás quedó la identificación de las hamburguesas con comida rápida o comida basura. Muy al contrario. De hecho, muchos cocineros de renombre se han subido al carro de la moda de las hamburguesas gourmet. La fórmula es de lo más exitosa, y los comensales les dan la razón de este viraje. De hecho, ya en 2017, un estudio realizado por Unilever Food Solutions y la Federación Española de Hostelería (FEHR) concluyó que siete de cada diez españoles perciben la hamburguesa como un plato gourmet.

 

Pero esta tendencia, aunque parece novedosa, comenzó hace más de dos décadas, en 2001, cuando el chef Daniel Boulud elaboró en su restaurante una exclusiva hamburguesa de solomillo rellena de foie, cuyo precio superó los 30 dólares. A él le siguieron otros chefs y otros restaurantes con sus propias propuestas gourmet, con ingredientes de muy alta calidad y también con carnes exclusivas, incluso con ingredientes vegetales o procedentes de la mar.

© Bash Style Burger
© Bash Style Burger

A lo largo y ancho del planeta, podemos ubicar algunas de estas hamburguesas premium. Para la anécdota quedan aquellas burguers de Guinness, como The Golden Boy, del holandés De Daltons (Voorthuizen), cuyo precio asciende a 5.000 euros la ración, puesto que está elaborada de carne de Wagyu A5, caviar de Beluga, cangrejo real, paleta ibérica española, trufa blanca, queso cheddar inglés y tomate tigre en vinagre bañado en té matcha japonés. Unos ingredientes que la han ubicado como la hamburguesa más cara del mundo.

 

Pero, rarezas aparte, a lo largo del planeta hay locales que se han hecho famosos por servir las mejores hamburguesas. En Burger & Barrel, en Nueva York, se puede probar la Bash Style Burger, ganadora cinco veces del NYC Food & Wine Festival. En Nueva Zelanda el Fergburger, de Queenstown, es archifamoso por su Little Bambi Fiordland de venado. En Islandia, restaurantes de Reikiavik como Grillmarkadurinn ofrecen desde hamburguesas gourmet de reno hasta las muy polémicas de ballena. Las opciones vegetarianas son exitosas en Singapur, en locales como el VeganBurg, donde emplean soja y setas para elaborar hamburguesas, animadas con piña y salsa satay. En Ciudad del Cabo la hamburguesa de avestruz se considera ya el plato local por excelencia. Y el Cafe Clock de Fez, en Marruecos, se ha hecho famoso por sus hamburguesas de camello.

Las hamburguesas ‘made in Spain’

Aquí, en España, el furor ha entrado en las cocinas de algunos de los más prestigiosos cocineros y en algunos de los “más reputados establecimientos” de restauración. Desde Rocacho, uno de los templos carnívoros de referencia de Madrid, (que sirve la hamburguesa de buey por 22,50 euros), hasta Horcher (cuya hamburguesa, que lleva más de 60 años en carta, es de solomillo y se prepara a la antigua usanza, es decir, frita como si fuera un filete ruso y no a la brasa).

 

Sonada fue la renuncia de las estrellas Michelin del chef Dani García, que se pasó a las hamburguesas sin tapujos. En Leña, su restaurante marbellí con sede también en Madrid, la hamburguesa estrella es "La Burger…que le dio sentido a todo", que se prepara en directo. Y en la terraza del Four Seasons, los comensales se rinden a la Dani’s Hamburguesa Rossini de vaca vieja, secreto ibérico y foie gras.

© La Royale de Paco Perez
© La Royale de Paco Perez

Incluso el más famoso de los templos de la parrilla, el Asador Etxebarri, se ha rendido a este plato. Allí, Bittor Arginzoniz, el mejor parrillero del mundo, ofrece su particular versión gourmet del talo con chorizo, que se comía en las fiestas de pueblos vascos. El parrillero elabora esta hamburguesa picando finamente Pluma y Ventresca Joselito que mezcla con pulpa de pimiento choricero, ajo y sal. Así obtiene una txistorra premium que deja reposar durante un día en la nevera y, por último, la somete a su milagrosa parrilla (en un molde con forma de lingote), a media altura durante 12 minutos, para servirla sobre una base de polvo de talo de maíz deshidratado.

 

Y es que, en España, tenemos no pocos ejemplos de laureados y prestigiosos chefs que han sabido aprovechar el renacer de este plato. Como Carlos Maldonado, chef con estrella Michelin por su restaurante Raíces (Talavera de la Reina) y ganador de MasterChef en 2015, creador de la archi famosas hamburguesas de El Círculo. Una marca de hamburguesas gourmet diferentes, que ofrece una carta con sabores extremos y sorpresas gastronómicas inspiradas en los nueve círculos del infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri. El Círculo puede disfrutarse en formato delivery a través de Glovo, Uber Eats y Just Eat en Madrid, Barcelona, Murcia y Valencia. O como Paco Pérez, cinco estrellas Michelin, que, junto a socios, puso en marcha La Royale, elegida como mejor hamburguesería de Barcelona.

 

También en Barcelona (en el municipio de Sant Boi de Llobregat), el chef Toni Romero (ex Racó d’en Cesc) se ha pasado a las hamburguesas Km0 y gourmet en Bart Burger Gastronòmic: “queremos elevar la hamburguesa a categoría de arte”, subrayaba el chef en una entrevista para CaternewsDigital. Su propuesta pasa por panes artesanos bajos en azúcares, carnes nobles y algunas de Km0, como la de “pollastre pota blava”, del Baix Llobregat, incluso por rarezas exquisitas, como la hamburguesa de sepia.

Bart Burger Gastronòmic y su hamburguesa con alcachofas de Sant Boi y torrezno © I.Acevedo
Bart Burger Gastronòmic y su hamburguesa con alcachofas de Sant Boi y torrezno © I.Acevedo

Y es que, las materias primas marcan la diferencia en la hamburguesa del siglo XXI. Así, seleccionar carnes procedentes de productores de reconocido prestigio garantizan el éxito. Así lo hace La Finca Jiménez Barbero, proveedor de Five Guys. Y además, se utilizan los cortes más nobles para crear filetes verdaderamente gourmet, que perfectamente podrían pertenecer al más exquisito de los platos de un restaurante tradicional. 

 

En Essentia, restaurante conquense famoso por servir la chuleta finlandesa que hace unos años fue reconocida por el World Steak Challenge como la mejor carne del mundo, la hamburguesa se hace con carne de vieja finlandesa madurada 45 días, queso cheddar, cebolla pochada, brotes de espinaca, setas cardo de cultivo y tomate fresco.

Hamburguesas ‘de Vicio’

Pero hablar de hamburguesas sin mencionar a Vicio es dejar un importante ingrediente de esta ecuación. Aleix Puig, CEO y cofundador de la marca -y ganador de MasterChef 7, ha revolucionado el universo gastronómico con sus propuestas. La empresa barcelonesa, fundada junto a Oriol de Pablo, cuenta con locales en Barcelona y en Madrid, donde la acogida ha sido abrumadora, aunque desde sus inicios, la compañía se fundó con alma y corazón de “delivery”. "El producto final es una experiencia de en tu casa, pero pensada para un restaurante", asegura Aleix Puig. El secreto del éxito, según su fundador, “no hacía falta darle la vuelta a lo que ya existía, porque lo que existía inicialmente ya estaba muy bien hecho. La hamburguesa clásica del Estados Unidos de los años 60 y 70, con una buena carne, un buen pan, un buen cheddar del día, una salsa casera y verdura fresca cortada ya era maravillosa”.

 

Y de vicio, aunque no por llamarse así, la hamburguesa ganadora del último Campeonato de España de Hamburguesas Gourmets, celebrado este pasado mes de abril en Madrid. Mariana Hernández, chef en el Baifo Street Food de Tenerife, logró convencer al jurado con “Benahoarita”, una combinación de pan Pretzel de Lantmännen Unibake, carne de vaca palmera madurada 15 días, estofado de carne de cabra al vacío, salsa de queso de La Palma y jamón de pata de cabra palmera. Un resumen de lo que debe ser la hamburguesa gourmet hoy día: creatividad, ingenio en la combinación de los ingredientes utilizados y armonía de sabores.

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Tras la Asamblea General de PROVACUNO, la Organización Interprofesional de la Carne de Vacuno, celebrada en Madrid, Jaime Yartu San Millán ha sido nombrado nuevo presidente tras recibir el apoyo unánime de las diferentes asociaciones que integran la Interprofesional.

El nuevo presidente mostraba su agradecimiento por haber confiado y apoyado su candidatura, de la que se siente “profundamente orgulloso y a la que dedicará tiempo y esfuerzo para representar a un sector tan importante para la sociedad como es el Vacuno de Carne”. Jaime Yartu San Millán, licenciado en economía y derecho, lleva toda la vida vinculada al sector cárnico. Entre sus próximos retos, Yartu señala “la necesidad de seguir apostando por la investigación para afrontar el futuro con garantías, así como por mostrar la realidad del sector para que los que menos nos conocen lo hagan”. Yartu también subrayó que este sector “es ejemplo de competitividad, trazabilidad, sostenibilidad, bienestar animal y calidad”.
El nuevo presidente de PROVACUNO es consciente del papel estratégico del sector de Vacuno de Carne “del que debemos sentirnos muy orgullosos”, al igual que es consciente del difícil escenario que atraviesa el sector donde “la carestía de producto, el aumento de los costes de producción y los sobrecostes legislativos nos colocan en una situación compleja”.
El nuevo presidente plantea la presidencia de la interprofesional PROVACUNO como “un enorme reto y una gran responsabilidad personal para responder a la confianza que todas las organizaciones que forman esta interprofesional han depositado en mi persona”.
Tras esta Asamblea General la junta directiva de PROVACUNO queda de la siguiente manera:
  • Presidente: Jaime Yartu San Millán (ANICE)
  • Vicepresidente: Raúl Sanz (COOPERATIVAS AGROALIMENTARIAS)
  • Secretario: Joan Algueró (ASOPROVAC)
El nuevo equipo afronta esta etapa con el objetivo de seguir trabajando en la internacionalización del sector, con la apertura de nuevos mercados y la consolidación de los ya abiertos, de dar respuesta a las nuevas tendencias del consumidor y de mejorar la competitividad de la cadena a través de la investigación.
Por su parte, Eliseo Isla, antes de abandonar su cargo como presidente, ha puesto en valor el trabajo realizado como representante de PROVACUNO en estos años. Isla ha destacado los logros conseguidos, “hemos sido capaces de abrir importantes países para la exportación como Japón, hemos realizado campañas de comunicación trascendentales para mejorar la percepción de nuestro sector y producto, y hemos puesto en marcha excelentes proyectos en favor de la sostenibilidad y del bienestar animal, y, todo esto, con situaciones muy complejas fruto de la pandemia del COVID19”.