Chef

Begoña Vázquez es la mejor cocinera gallega del año 2024, título que se dio en el Fórum Gastronómico, celebrado en Galicia, siendo la primera mujer en lograrlo. Propietaria del restaurante Regueiro da Cova en Verín, en Orense, y Taberna Sousón, en Montrerrei, en la misma provincia, empezó en una pastelería tradicional con 18 años y, tras formarse, pasó a formar parte del chef Pedro Subijana en el restaurante El Lago, del Gran Hotel Panticosa Resort.

Entre sus retos está mudarse a un espacio verde y con cocina abierta, entre muchos otros que se materializarán este 2025 que viene cargado de buenos propósitos.

Has ganado el premio a la mejor cocinera del año de Galicia en el Forum Gastronómico 2024, ¿Qué ha supuesto para ti? ¿Cómo te preparaste para ello? ¿Qué plato elegiste?

Para mi ganar el premio a Chef Revelación de este 2024 en el Forum, aparte de inesperado, ha  sido como cuando estás aderezando un plato y le pones un poco de todo: nervios, emoción, incredulidad, alegría, muchos sentimientos encontrados.

Trabajé el porco celta, entonces lo más importante era defender este producto y que la gente viera las posibilidades que tienen los descartes de este animal. Y como plato elegí el canelón de berza y algas relleno de ternera eco guisada, shitake trives, huevos caseros y san simón da costa.

No hay muchas mujeres que se presenten a concursos y encima lo ganen ¿por qué crees que sucede esto? ¿qué les dirías a las jóvenes que quieren dedicarse a ello?

Creo que muy importante, es un camino para otras y espero que un poco una guía para aquellas que a veces no se atreven y tienen vergüenza o miedo y piensan que no pueden llegar. Se llega a todo lo que te hace ilusión y si no pues en el camino tendrás experiencias maravillosas rodeada de gente top.

Creo que la cocina cambia, vemos muchos perfiles diferentes, los horarios hacen las conciliaciones más fáciles o eso se intenta. También pienso que estamos en una buena  etapa para desarrollar la creatividad.

Debemos dar un paso adelante y hacer de los restaurantes lugares donde la gente que va a trabajar encuentre ilusión y ganas. Hace 20 años cuando yo empezaba y era a lo que me quería dedicar, estaba enamorada de este oficio y eso que los dolores de espalda, cortes, quemaduras etc, y los horarios de 16h te machacaban. Pero nunca dejé de tener esperanza en un cambio, donde primaran unas buenas prácticas para desarrollar restaurantes sostenibles a todos los niveles.

Hablemos de Regueiro da Cova del que eres chef y propietaria, ¿qué tipo de cocina encontramos allí?

Creo que hacemos una cocina tradicional, con toques creativos y con muy buen producto. Nosotros hacemos platos tradicionales y otros modernos, y esto no está reñido en el mismo restaurante; una elaboración moderna con una clásica.

Acabáis de ser recomendados por la guía Michelin, ¿te gustaría llegar a ser uno de los restaurantes con estrella de esta guía?

¿A quién no le gusta que pasen por tu casa y te reconozcan tu trabajo? es una ilusión, una alegría. Cuando llegó el correo no nos lo creíamos, fue muy inesperado, un empujón, saber que desde un rincón a 90 km de la ciudad podíamos hacer algo, en ese momento crecimos y fue un punto y aparte en el restaurante, nos dimos cuenta de que, ahora, vamos a tener mucho que contar.

Esto nos subió la autoestima y todos los días intentamos mejorar. La estrella sería otro punto y aparte…. ¿quién no sueña con recoger esa chaquetilla?, pero también debemos estar con los pies en la tierra, es bonito si llega, pero también es bonito el camino diario de cocina de imaginación, de platos de productos etc.

¿Cómo decidiste dedicarte el mundo de la cocina?

Creo que nací para cocinar y para poco más. Me gusta probar, ver cómo evolucionan los platos, probar texturas y productos nuevos. La libertad de poder crear en los fogones y ver la cara de la gente cuando sabes que estas acertando. Eso es lo que hacía de bien pequeña; mirar si te gusta o no y lo sigo haciendo ahora, salgo y miro la sala para ver cómo come la gente.

¿Cuáles son tus influencias en la cocina?

Aprendí a hacer pan con mi madre, a guisar con ella, a distinguir los sabores tradicionales del sur de Galicia, después descubrí el mar y restaurantes de estrella, me gusta la cocina francesa, Michel Brass, Paul Bocuse…, trabajé para Pedro Subijana, me encanta su cocina de producto.

Y la cocina de la chef Toñi Vicente, una revolucionaria en su época; Bea Sotelo o Lucía Freitas, dos de las cocineras buque de Galicia, o María Varela, que es la sensibilidad en un plato.

Creo que hoy puedo decir que soy una cocinera autodidacta, me gusta experimentar y disfrutar estoy en ese punto, en esa zona de confort que te da la experiencia y el tiempo.

¿Qué retos te propones?

Retos hay muchos; un cambio de local que ya va a evocar un montón de cambios en cadena: va a mejorar servicio, atención, amplitud, cocina… creo que 2025 será un año de mucho cambio. Intentaremos que todo el que pase por nuestra zona, lo vea y le guste tanto como a nosotros.

Chefs, pasteleras, jefas de sala, sumilleres, maîtres, directoras de restaurantes… Cada vez son más las mujeres que destacan en el mundo de la cocina profesional, de la enología y, en definitiva, de la gastronomía. Mujeres que marcan el paso y que demuestran que es posible darle la vuelta a la masculinización del sector. Un viraje que, con motivo del #8M Día de la Mujer hay que poner en valor. 

Y es que, a pesar de que a lo largo de la historia han sido ellas las que han transmitido el acervo culinario, y el número de féminas trabajadoras en el sector de la hostelería es elevado, son muy pocas las que se dejan notar. Por poner solo un ejemplo, de los 272 restaurantes distinguidos en la última edición de entrega de las Estrella Michelin, solo 21 tienen una mujer al frente

Pero la realidad es que ellas sí, que ellas están ahí: cocinando, dirigiendo la sala, elaborando o recomendando vinos… Sin embargo, tal y como explicó la presidenta de Mujeres en Gastronomía, la chef y empresaria hostelera María José San Román a este medio, “Nos queda mucho trabajo por hacer, pero no solo en nuestro sector, nos queda mucho como sociedad”. Por ello, cada 8 de marzo cabe la pena destacar y reivindicar el papel de ellas. Aquí van ocho mujeres que marcan el paso en la gastronomía española. 

Elena Arzak. Chef restaurante Arzak 

Elena Arzak, chef
Elena Arzak. Foto: Sara Santos

Ser heredera del apellido (y del restaurante) Arzak no es nada fácil. El listón estaba muy alto, pero Elena ha demostrado talento de sobra. De hecho, ella siempre quiso ser cocinera. Elena Arzak (San Sebastián, 1969) se crió, como muchas otras cocineras, entre fogones y rodeada de algunos de los mejores cocineros de la historia. Por el restaurante de su padre Juan Mari, pasaban habitualmente Pedro Subijana, Karlos Arguiñano, Luis Irizar… impulsores del movimiento de la nueva cocina vasca.

Pero no solo de ellos aprendió el oficio. Elena se formó en hostelería en Suiza y pasó por cocinas de renombre en Europa: Maison Troisgros, Pierre Gagnaire, Carré des Feuillants y Le Vivarois, en Francia; Louis XV, en Montecarlo; Le Gavroche, en Londres; Antica Osteria del Ponte, en Italia; y elBulli, en Girona. En la década de los 90 se incorporó oficialmente al equipo del restaurante, y desde entonces ha estado junto a su padre formando un tándem imbatible. Elena, ya como jefa de cocina del restaurante, consiguió hacerse en 2010 con el Premio Nacional de Gastronomía y dos años más tarde se alzó como la Mejor Chef femenina del Mundo Veuve Clicquot por 50Best. Pero lo más importante es que, con su serenidad y sencillez características, consiguió modernizar el restaurante convenciendo a su padre para elaborar recetas con menos ingredientes, simplificando los procesos y logrando una perfecta escenificación gastronómica, lograda con el impacto visual de cada plato.

Martina Puigvert. Chef restaurante Les Cols

Martina Puigvert, Les Cols.

No había ni nacido cuando sus padres abrieron el restaurante familiar que ha ubicado Olot en el mapa de la alta gastronomía. En Les Cols, su madre Fina ya marcó el camino, despuntó durante décadas y logrando la doble estrella en la Guía Michelin. Martina Puigvert Puigdevall (Olot, Gerona, 1994) no solo ha heredado la pasión por la cocina de sus padres, también está consiguiendo dejar su propia huella. 

Graduada en Gastronomía y Artes Culinarias por Basque Culinary Center, y rodada en restaurantes de prestigio, como Lua (Madrid), Koy Shunka (Barcelona), Blue Hill at Stone Barns (Nueva York) Gustu (Bolivia), desde 2016 ostenta el cargo de jefa de cocina del biestrellado, una labor que realiza junto a su madre, y acompañada por sus hermanas Carlota, que sigue sus pasos en la cocina, y Clara, seducida por la sala y los vinos. Y es que Les Cols es un negocio familiar, pero también una forma de vivir y de expresar cómo quiere vivir, en comunión con el entorno y poniendo en valor el producto de La Garrotxa. Así, el alforfón, la patata de La Vall d’en Bas, el maíz, el averío de payés, las judías de Santa Pau, la ratafía, la castaña, el nabo, las setas… son estrellas triunfantes en una cocina sensible y emocional. No en vano, confiesa que, le “motiva recuperar variedades, investigar nuevas formas de trabajar el huerto, que es ecológico, ofrecer visitas, intentar que haya más biodiversidad, más pájaros…  Estamos muy lejos de todo, pero muy conectados con lo que allí nos rodea, y eso aporta identidad al proyecto. El plato final es muy importante, pero también lo es todo lo demás”. 

Begoña Rodrigo. Chef restaurante La Salita

Begoña Rodrigo, La Salita.

Acaba de ser el foco de atención del mundo gastronómico al ser la única chef española en conseguir tres soles Repsol. Begoña Rodrigo (Valencia, 1975) es chef y empresaria hostelera. La jefa de cocina de La Salita se popularizó al ganar la primera edición del programa televisivo Top chef, pero también lidera otros negocios de restauración como los restaurantes El Huerto y Farcit, versiones más urbanas e informales de su casa madre. 

Madre, empresaria, cocinera, honesta y muy trabajadora, a Begoña no le han regalado nada en este sector. Pero siempre recuerda que ella es solo una de las tantas féminas trabajadoras y valientes que atesora el universo gastronómico.  

En su restaurante mima los productos valencianos aunque con algunos invitados llegados de la despensa asiática y latinoamericana. El resultado son unos platos en los que hasta el más mínimo detalle está muy pensado, una cocina muy equilibrada y sabrosa. Uno de sus grandes éxitos es su versión del popular All i pebre, aunque tampoco se pueden obviar su selección de salazones, y sus platos vegetales. 

María José San Román. Chef restaurante Monastrell

María José San Román. Foto: Grupo Gourmet Alicante.

Es una de las grandes damas de la cocina Española. María José San Román (Valladolid, 1955)  1 estrella Michelín, 2 soles Repsol y 1 sol sostenible en el Restaurante Monastrell, es una estudiosa del producto español, ingredientes emblemáticos que utiliza en sus seis restaurantes y en su panadería artesanal en Alicante. Pero además de todo ello, es conocida por su lucha por la igualdad de la mujer en la cocina desde la presidencia de la asociación Mujeres en Gastronomía

Pero, por encima de todo, San Román es una cocinera, empresaria y amante de la gastronomía. Embajadora de la dieta mediterránea, de la cocina alicantina, del arroz, del azafrán, del AOVE, y defensora de la búsqueda de la innovación a través de la sostenibilidad y de la salud, María José pasa por un momento en el que reivindica la libertad, como chef y como mujer. 

Sara Pérez. Enóloga Mas Martinet y Venus La Universal

Sara Pérez, enóloga de Mas Martinet.

En el mundo del vino, claramente marcado por la testosterona masculina, ella es una de las profesionales más respetadas. Sara Pérez (Ginebra, 1972) se ha labrado una reputación indudable por su carácter, sensibilidad y amplios conocimientos del mundo del vino y del viñedo. Un camino que decidió labrar, pero que le era del todo natural, no en vano es hija de Josep Lluís Pérez Verdú y Montse Ovejero, fundadores en 1986 de las Bodegas Mas Martinet e impulsores junto a otros, como René Barbier, Álvaro Palacios, Daphne Glorian y Carles Pastrana, de la revolución de los vinos del Priorat.   

Sara reconoce que “el vino no tiene sexo, es un trabajo de equipo”, pero hacerse un hueco en un sector tan masculinizado no es fácil para una mujer. Pero no ha habido barreras infranqueables para ella, una mujer vital, atrevida y un poco salvaje. Carácter que marca en cada uno de los vinos que elabora. Caldos potentes, pero libres. 

María Claudia Covarrubias. Chef pastelera en Grupo Ramsés

María Claudia Covarrubias, pastelera.

María Claudia Covarrubias (Mendoza, Argentina, 1991) es la chef pastelera del momento. Flamante Pastelera Revelación en séptima edición del Madrid Fusión Pastry, esta argentina afincada en Madrid está dando mucho de qué hablar en el mundo del dulce. Desde la dirección de la cocina dulce del Grupo Ramsés Madrid, María Claudia sigue asumiendo esta rápida ascensión en el mundo de la gastronomía. Y es que, su entrada en el mundo del dulce no entraba en sus planes. De hecho, estudió Ingeniería durante 8 años, pero sentía que no le llenaba. Así que lo dejó para buscar realmente algo que le hiciera feliz y lo halló en la pastelería. 

Pero todo parece que este nuevo terreno de dulces, frutas, harinas y especias es lo suyo. Tras llegar de su Argentina natal a Mallorca, pasó a la capital del país para trabajar como ayudante de pastelería. Pero rápidamente fue escalando puestos y recogiendo reconocimientos, como el Premio a Mejor Pastelera de Madrid 2023. Ahora, desde el poder que le da estar en el foco de muchos, la joven quiere seguir trabajando duro y reivindicar el papel y la importancia de los pasteleros en los restaurantes.

Anna Gotanegra. Jefa de sala de Estimar y Amar

Anna Gotanegra, jefa de sala de Amar y Estimar.

Anna Gotanegra es la quinta generación de una saga de pescadores de Roses (Girona), quizás sea éste uno de los secretos que mejor guardan los restaurantes liderados por Rafa Zafra para conseguir el mejor pescado y marisco del mercado. Es, sin duda, una de las claves del éxito de Estimar, pero no el único. Y Anna lo sabe bien. Junto al sevillano han forjado un buen puñado de restaurantes de los que todo el mundo habla. 

Su liderazgo en sala, su buen trato hacia el comensal y su cuidado por el detalle dejan huella. Una profesionalidad fruto de su experiencia laboral, que pasó por algunos grandes hoteles en México. Anna es la perfecta anfitriona, una gran maestra de ceremonias.

Cristina Oria. Directora de Oria Catering

Cristina Oria, chef y empresaria.

Sin duda es “la reina del catering” en Madrid. Cristina Oria (Madrid, 1983) es discípula de la escuela Cordon Bleu de París y responsable llevar la alta cocina a domicilio. Además de liderar uno de los cáterings más prestigiosos del país, Cristina es chef y empresaria. Su imperio abarca, además del Catering Cristina Oria, cuatro restaurantes —tres en Madrid y uno en San Sebastián—, todos ellos con tienda gourmet y de menaje, además de una tienda online de productos delicatessen, accesorios para la cocina y complementos para la decoración.

Su éxito se basa en su gran talento culinario, pero también, en su habilidad para crear experiencias gastronómicas únicas, donde la cocina de alta calidad se marida con el ambiente perfecto y la atención excelente. 

Así ha sido como poco a poco se ha ido convirtiendo en la empresaria de éxito y su catering, en el elegido por las novias más elegantes del país, o por los empresarios que buscan diferenciación, elegancia y alta gastronomía en sus eventos. 

Benicarló es una de las poblaciones valencianas destacadas de nuestro mapa gastronómico. Peregrinos culinarios lo visitan para degustar y saborear la propuesta del restaurante que regenta el chef Raúl Resino desde 2013. En aquel año, Raúl abría su propio negocio, bautizado con su nombre y apellido. Solo tres años después, conseguía erigirse como el Cocinero del Año y poco después, lograba su primera estrella Michelin, que conserva y conjuga con los dos Soles Repsol. 

Son distinciones que premian el buen hacer y el oficio de un chef con 30 años de trayectoria. Porque Raúl es de los cocineros que empezó muy joven y desde abajo, en restaurantes humildes. Y de los que también se formó en las más prestigiosas casas de comidas, como el restaurante Martín Berasategui de Lasarte***, El Racó de Can Fabes***, El Celler de Can Roca en Girona***, el restaurante Suzaku ** de Tokio, con el prestigioso maestro Yoshikawa Takamasa, el restaurante Zuberoa* en Oiarzun (Guipúzcoa), el Hotel Hostal de la Gavina en S’Agaró (Girona). 

En la actualidad, además de seguir deslumbrando en su restaurante -con capacidad sólo para 16 comensales y donde, sin carta, ofrece un menú degustación basado en producto de proximidad-, Raúl Resino asesora a hoteles, restaurantes, y es formador de formadores en cadenas hoteleras de lujo tan prestigiosas como Sheraton y Ritz Carlton. Además, es vicepresidente del jurado del Concurso Cocinero del Año (CCA), certamen con el que ha mantenido su relación desde que lograra ganar en 2016. 

Raúl, cuéntanos, ¿qué queda de ese Raúl Resino que ganó el Concurso Cocinero del Año y que consiguió su primera estrella Michelin?

RR. De aquel Raúl queda todo. Yo soy la misma persona, con los pies en el suelo, con la misma filosofía de trabajo, con la misma mentalidad de seguir aprendiendo y evolucionando. Pero es cierto que para mí, el premio más importante que he ganado en mi vida gastronómicamente fue ganar el concurso Cocinero del Año. Ese premio me ha permitido estar donde estoy, cumplir mi sueño. Un premio que luego nos abrió las puertas para la estrella Michelin y para recibir diferentes reconocimientos en la Comunidad Valenciana. Pero lo más importante, es que nos abrió y nos dio a conocer a más clientela, gente que vienen solo para verte y para probar lo que haces. Que viene a este pueblo humilde y con poco atractivo turístico, para sentarse en tu restaurante.   

Y en todos estos años, pues como soy algo inquieto, hemos ido evolucionando. Ahora, estamos con el Menú 10º Aniversario, un menú muy trabajado y con mucho esfuerzo detrás.

Volvamos a tu persona, a tu restaurante homónimo. Este pasado noviembre, de hecho, has renovado la estrella Michelin… ¿Cuál es el secreto para seguir en lo más alto? 

RR. Si consigues la estrella Michelin por lo que uno es, no hay que sufrir. Hay que seguir en esa línea, pero también no confiarse. Tampoco vivir con presión. Seguir mejorando, ser muy responsable con el cliente, con la calidad… Nunca hay que perder la ilusión y la constancia en un restaurante.  

¿Es ahora más fácil o menos mantenerse en la élite de nuestra cocina?  

RR. Pues no sabría decir… Nosotros lo que sí sabemos es que, como decía, no podemos bajar la guardia. Hay que seguir mejorando. Lo que está claro es que mantener la estrella es algo mágico. 

En tu web publicas esta frase: "Cocinamos como pensamos, no pensamos cómo vamos a cocinar". Desgrana esta declaración de principios… 

RR. En definitiva, es, como antes comentaba también, ser uno mismo, ser fiel a lo que somos. Nosotros no pensamos, dejamos que fluya. Yo, cuando estoy delante de un producto, de un pescado fresco, de una verdura, ellos “me hablan” me dicen qué cocción que elaboración debo hacer para ensalzar su sabor. 

Cocina de la mar, productos de la mar… ¿No se hace cada vez más complicado apostar por el producto cuando cada vez queda menos producto? 

RR. Por ahora no. La cocina del mar es mi identidad 100%. Si estuviera en el interior de Castellón, cocinaría absolutamente diferente, con los productos de allí. Tenemos ecosistemas diferentes, por lo que no puede ser lo mismo. Tengo la suerte de estar cerca del mar y yo me adapto a él. A su temporada. El mar es mágico, a veces sales y hay un producto y al día siguiente otro. Pero lo importante es adaptarse a lo que el mar nos regala. 

Solo 16 comensales, sin carta… ¿Cómo vas adaptando ese menú a las temporadas? ¿Cómo va evolucionando el menú?

RR. Sí, son solo ocho mesitas y ahora, con un menú especial, enfocado al 10º Aniversario. Queríamos hacer algo especial para el aniversario. Es un menú con mucho producto del mar, 14 platos con más de 18 productos del mar, con espardeñas, ortiguilla de mar, galeras, gambas, navajas, caballa, cigalas, bonito, carreta, cananas, pintarroja, pulpo… Y siempre con una visión evolucionada. Haciendo guiños a la tradición, a ese rancho marinero, pero con una visión actualizada. 

¿Cuál es tu ingrediente fetiche y el que nunca entraría en tu restaurante?

RR. Decidirme por uno es difícil. Podría decirte que el aceite de oliva virgen extra, pero como cualquier cocinero. Porque con el producto que tenemos, con los AOVE de aquí, ¡como para no valorarlo! Pero también destacaría, como productos estrella, los pescados humildes. Y por elegir uno, diría la juliola, que fue con el que gané el concurso de Cocinero del Año. Es un producto que prácticamente se usa solo para hacer caldo y yo allí presenté un plato compuesto por juliola con “all i pebre” de alcachofas y mini tomates. De hecho, en Castellón se me conoce como “el príncipe de la juliola”. 

Y el que no entraría, aunque sea de Castellón, pero es un producto de montaña, es la trufa. Porque no casa mucho con mi cocina. Es un producto maravilloso, pero a mí no me encaja. Las angulas, el caviar, que ahora está tan de moda, tampoco me encajan… Yo soy anti modas. 

Y si pudieras elegir entre todo tu recetario, ¿qué receta es la que elegirías y por qué? 

RR. Antes he mencionado el de la final, pero si tuviera que elegir uno sería el que me metió en la final. El plato de la semifinal que fue una merluza con AOVE infusionado con hierbas. Los recuerdos que me trae, además, son muchos. Porque era un plato que tenía que hacer con lubina, pero hubo un temporal horrible. Recuerdo que aquel día a las 5 de la mañana me planté en Mercabarna buscando una lubina salvaje y no la encontré por ningún lado. Así que al final, vi una merluza de pincho preciosa y la compré. Y me presenté con la merluza. El jurado me lo permitió, el cambio de última hora. Y al final la improvisación me fue increíble. 

Si volvemos a mirar al pasado, ¿Con qué te quedarías de tu periplo como cocinero y qué borrarías de tu trayectoria?

RR. No borraría nada. Todo lo que he hecho, por todos los sitios donde he trabajado en estos 30 años, siempre he aprendido algo, en cocina o como persona. Me he movido mucho, antes de abrir mi restaurante, y me quedaría con todos. De todos he aprendido y he estado muy a gusto. Pero me confieso un “Martinista” porque soy muy de la filosofía y de la forma de pensar y cocinar de Martín Berasategui. 

Mucho ha llovido, y ahora ya puedes hablar como maestro, como modelo para otros. De hecho, eres juez en el Concurso Cocinero del Año. ¿Qué les recomiendas a los aspirantes?

RR. A los concursantes les diría que sean ellos mismos, que no hagan nada que sepan hacer ya. Que vayan con lo que son ellos, que es lo que les ha llevado hasta la final. Que sean naturales y que cocinen lo que hacen en sus restaurantes. Y que piensen que llegar a la final es un sueño. Todos son ya ganadores. Que vivan esa experiencia. Y que lo ganen o no, entrar en Caterdata es maravilloso porque hay detrás un gran equipo de asesores, de prensa, etc. El Concurso, además de abrirte nuevas puertas, te permite conocer a mucha gente y tener amigos para toda la vida. Yo, por ejemplo, ahora, estar en el jurado me permite seguir cumpliendo sueños.

Y si miramos ahora al futuro, ¿cómo lo ve Raúl Resino, o cómo le gustaría que fuese? 

RR. La suerte en este oficio no existe, así que el futuro es por el que yo peleo. Aquí nadie te regala nada. Solo existe lo que tú siembras. Yo solo pido no quedarnos en el olvido. De hecho, seguir como estamos, es lo que pido. Seguir con ilusión, seguir aprendiendo, seguir exigiéndonos lo máximo, y seguir siendo un punto de referencia en el mapa gastronómico. Si se puede seguir creciendo, pues bienvenido sea. Pero como digo, todo es consecuencia del trabajo. Y yo estoy muy orgulloso de pertenecer a la familia del CCA (Concurso Cocinero del Año). Llevo tatuado en la piel el premio -y el logo- del Cocinero del Año por todo lo que ha significado en mi vida profesional.

Con una estrella Michelin, Juan Guillamón está al frente del restaurante AlmaMater, en Murcia. Ahora evoluciona a Almo para, precisamente, dar un paso al frente, y ofrecer mayor visibilidad a este local. Sobre sus retos, su reciente ponencia en Madrid Fusión y el trabajo diario de un chef, nos explica todo en esta entrevista.

AlmaMater, de una estrella Michelin, pasa ahora a ser Almo, ¿Por qué habéis cambiado el nombre? ¿Hay alguna razón específica?

Simplemente es una evolución del nombre. No cambia nada a nivel de propuesta, ni de equipo, ni de ubicación. No conlleva ningún cambio especial, sino todos los cambios que vamos haciendo poco a poco, o evoluciones que vamos haciendo en nuestro restaurante. No nos vamos a quedar estancados. Almo es la evolución de AlmaMater, que en latín significa "madre que alimenta", y "almo" es una palabra que tiene su significado poético en la RAE, que es "alimentador", "vivificador", así que prácticamente el significado es el mismo. Además, es más corto, es un nombre que tiene más fuerza, y pensamos que tiene más futuro y recorrido. Y además, hemos aprovechado para ponerle debajo mi nombre: "Almo de Juan Guillamón".

¿Qué podemos encontrar en Almo? ¿Cómo defines la cocina que elaboras allí?

En Almo tenemos una propuesta, desde que empezamos, que se divide en carta y menú degustación. Estamos ubicados en Murcia -yo soy murciano, aunque he estado viviendo fuera-, y en esta propuesta intentamos utilizar bastante la despensa regional, actualizar algunas recetas tradicionales de nuestra tierra, utilizamos cocina mediterránea, que también es un poco lo que nos representa en un aspecto más global, y cocina española.

Productos también de la zona, pero no nos cerramos a incorporar nuevas técnicas, más vanguardistas y que dan saltos de calidad a nuestros platos, ni a productos de fuera, ni a elaboraciones o recetas de otras cocinas, como la francesa, o elementos de cocina asiática, italiana o latinoamericana que puedan encajar, en un momento dado, aportando matices interesantes a nuestra propuesta. No tenemos ningún complejo en utilizarlos.

También tenemos un pequeño huerto. Ahora están saliendo habas y tenemos muchas cosas interesantes y a las que les queremos dar más relevancia presentándolas o elaborándolas de otra manera, incorporándolas tanto a la carta como a nuestro menú degustación.

Hablando de la cocina murciana… es más desconocida que otras cocinas mediterráneas… ¿Qué encontramos en ella? ¿Cuáles son sus ingredientes estrella?

Durante muchos años se ha dicho que Murcia es la gran desconocida. Yo soy murciano, he viajado mucho, me he relacionado con gente de otros sitios y realmente te das cuenta -cada vez menos- de que es desconocida, pero cuando la conoces siempre sorprende para bien.

Es muy rica, muy variada, porque tenemos una gran huerta, súper diversa y con productos muy interesantes en cada temporada. Hablábamos de las habas y los guisantes, de col murciana, fruta de hueso, pepino, pimiento… Tenemos muchas cosas, una calabaza espectacular que vale tanto para platos dulces como para platos salados. En producto cárnico también tenemos cosas interesantes, una gallina murciana que estamos recuperando ahora y que nos vale mucho para guisos, muy sabrosa, tenemos cordero segureño, que es una Identificación Geográfica Protegida, que también da mucho juego y se puede encontrar de diferentes maneras en bares y restaurantes de la región, y que nosotros utilizamos bastante, combinándolo con técnicas de otros sitios.

Tenemos el cabrito murciano-granadino, que es la raza autóctona de la zona y que es espectacular, la paletilla es un clásico en los restaurantes clásicos de Murcia, un básico. El producto de mar, con la costa que tenemos, el Mar Menor y el Mar Mediterráneo, marisco, pescado, una almadraba que yo creo que es de las más antiguas y la única que perdura del Mediterráneo, que es la Almadraba de La Azohía.

También salazones, que son muy típicas de Murcia y todo el Levante e incluso en Italia, pero creo que aquí vamos un poquito por encima, porque hemos conseguido tratarlas como lo que son. Antiguamente se utilizaba como método de conservación meramente, y no se pensaba en el concepto como método de cocción. Al final, cuando haces una salazón estás curando, cocinando, y nosotros aquí, desde hace ya años, utilizamos esto para dar diferentes puntos de curación y obtener diferentes resultados, más tiernos, más potentes, o lo que convenga a la receta.

Particularmente en Almo, estamos incorporándolos a las recetas como potenciadores del sabor, con "bottargas", salazones, sales vegetales… y nos parece interesante ir jugando con cosas, actualizarnos, pero sin perder la esencia del producto y del disfrute en el paladar, que es lo que buscamos en el comensal. Parece muy evidente, pero a veces te encuentras con que no siempre se cumple.

Has estado mostrando estos productos en Madrid Fusión, ¿en qué ha consistido tu participación? ¿por qué crees que debes estar en este tipo de eventos?

Es súper importante. Estoy muy agradecido y orgulloso de haber estado allí representando a la Región de Murcia. Este año hemos hecho doblete con nuestro restaurante, porque hemos estado en el Auditorio Kursaal, en San Sebastián Gastronómica, en su 25 aniversario, y luego Madrid Fusión es el congreso que más repercusión tiene a nivel mundial, donde van todos los grandes cocineros, presentan sus novedades, sus avances, sus nuevas propuestas.

Creo que es muy importante que la región vaya para allá, presente cosas interesantes, nuevas propuestas, y que se vea también un avance en la gastronomía dentro de nuestra tierra.

Empezaste tu experiencia en las cocinas del Museo de Historia Natural de Londres. ¿Cómo fue esta experiencia?

Yo estaba estudiando ADE, aquí en Murcia, un poco por inercia, pero no me sentía a gusto con lo que estaba haciendo. Estaba bastante desmotivado, era joven, no tenía la capacidad de pararme y reflexionar… Me faltaba madurez, hasta que un día me paré, lo pensé y me dije: "si a ti lo que te gusta es la cocina, dedícate a la cocina".

Como estaba a mitad de curso y ya tenía un poco la sensación de que había perdido el tiempo, entre comillas, que luego al final nunca lo pierdes, porque todo lo que vas haciendo te sirve como experiencia, en 2006 me fui a Londres, reforcé el tema del inglés, aunque ya tenía una base, y probé suerte en la hostelería, algo que nunca había hecho anteriormente.

Estuve haciendo diferentes entrevistas de trabajo, alguna prueba que otra, y un domingo que fui a ver el Museo de Historia Natural, fui con la carpeta con mi currículum, que en esos momentos estaba casi vacío, mis datos personales y poco más, algún trabajo que había hecho fuera del sector. Y me dijeron que empezaba al día siguiente, como "kitchen porter", que es un trabajo de apoyo, de ayudante de cocina.

Vi que era un trabajo duro, muy sacrificado, que también era físicamente exigente, porque eran bastantes horas y no paraba de arriba a abajo. Eran espacios grandes, y no es lo mismo trabajar en un restaurante pequeño que en el Museo de Historia Natural. Teníamos tres o cuatro puntos de cocina, nos teníamos que ir moviendo, fregar platos, fregar ollas… Tenía un compañero que me enseñaba, entre comillas mi mentor, me quemaba porque no tenía las manos acostumbradas ni curtidas.

Aprendí que era duro, pero algo hubo que me sedujo. Empecé a trabajar en la cocina, cortando, pelando verduras, echando una mano. Me gustó la experiencia porque había una ecuatoriana, una señora de Noruega, un señor de Argelia, otro brasileño, otro de Ghana, un español… A Londres va mucha gente a buscarse la vida, y me pareció muy atractivo. Me ofrecieron quedarme, pero pensé que para seguir progresando en el mundo de la hostelería y de la cocina necesitaba un poco de formación reglada, así que me volví a Murcia, estudié, iba trabajando los fines de semana y ya después empecé a trabajar en diferentes sitios.

Te has forjado en diversas cocinas y con importantes profesionales: El Portal del Echaurren en La Rioja, Arzak en San Sebastián y Calima en Marbella. ¿Qué has aprendido de todos ellos? ¿Quién te ha influido más?

Es un conjunto de todo. Me han influido todos. Pablo González, en la Cabaña Buenavista, aquí en Murcia… un dos estrellas, hice las prácticas de la escuela allí, y en una etapa posterior estuve trabajando de jefe de partida. Pablo me ayudó mucho, porque me abrió puertas de otras cocinas, la de Flanigan por ejemplo, que está en Puerto Portals (Mallorca), un restaurante con muchos comensales, pero de muy buen producto y clientela exigente, y ahí se aprende un ritmo de trabajo muy fuerte.

En El Portal de Echaurren combinamos dos conceptos, el más tradicional y el más gastronómico, actual. Con Francis Paniego aprendí muchísimo, es un "crack". Arzak es cuna y escuela de muchos grandes cocineros, la ciudad de San Sebastián es de mis favoritas, e hice muy buenas migas con muchos compañeros que estaban en una situación parecida a la mía. Luego estuve con Dani García en Calima, que tenía dos estrellas, y ahí también aprendí, porque ya tenía un poco más de responsabilidad y trabajaba con gente que, por ejemplo, venía de El Bulli u otros lugares y compartía experiencias.

Dani también es un "crack", cocina fenomenal y tiene una gran exigencia en los platos, los sabores, las texturas… Así vas cogiendo ese nivel que luego quieres mostrar. Después volví a la Cabaña, y ya después la etapa de la Formula 1.

Como dices, has trabajado también para la escudería Ferrari de Fórmula 1 seis temporadas y recorriendo el mundo. ¿Qué aprendiste de todo ello, qué tendencias internacionales te influenciaron?

Cuando empecé, me fui a Londres porque yo creo muchos de los que somos cocineros somos muy viajeros. Nos gusta probar cosas, y yo tenía esa alma viajera. Estuve moviéndome por España, en restaurantes gastronómicos, que son totalmente diferentes a lo que vendría después. Me surgió la oportunidad y, un poco por cambiar de aires, lo cogí como una experiencia vital.

Y la marca Ferrari es conocida en todo el mundo. El chef ejecutivo me decía: "puedes trabajar en restaurantes de muchas estrellas Michelin, pero no los van a conocer en todo el mundo, pero la marca Ferrari la conocen en todo el mundo". A lo mejor no esperaba estar seis años, dos o tres temporadas, pero me gustó y vi que, como cocinero, te daba otras herramientas que no había tenido en otros sitios. Me complementó muy bien la formación y la experiencia previas que llevaba, porque al cocinar en diferentes sitios y tener que buscarte la vida…

Parte del género lo llevábamos, el aceite de oliva, el arroz, la pasta, la harina… Pero el producto fresco lo teníamos que conseguir allá donde fuéramos. Brasil, Malasia, Canadá… Íbamos al mercado y probábamos diferentes productos, le das de comer a comensales que son de otras latitudes que no tienen nada que ver.

A los restaurantes gastronómicos viene gente de todo el mundo, pero aquello era una oportunidad para dar de comer a paladares súper diversos, y herramientas para desenvolverte en situaciones límite, a veces sin tiempo, con una logística que no podía ser la mejor del mundo. Eso hace que te espabiles mucho y cuando llega "jugar en casa", te montas tu restaurante y tienes mucha más rapidez para reaccionar.

Estuviste como jurado en la ronda eliminatoria del Concurso Cocinero del Año 2024, cuya final se celebra en marzo. ¿Cómo viste el nivel de los participantes? ¿Por qué crees que son importantes estos concursos como plataforma?

El nivel lo vi muy bien. Compartí el jurado con gente de mucho nivel nacional también, como Raúl Resino, Joaquín Baeza, Julia Pérez Lozano. Y luego, los concursantes también. En los platos se notaba que había mucho trabajo detrás, que estaban muy bien preparados. Creo que cada vez hay más nivel nacional, es evidente. Los jóvenes cocineros están muy bien formados, aman la profesión, tienen mucha exigencia en sus propuestas.

Lógicamente, son jóvenes, todos vamos creciendo y evolucionando, pero me gustó mucho la experiencia y se vio el nivel que hay en la cocina joven y emergente de nuestro país, que hay un "nivelazo". Luego, a nivel de repercusión, es un concurso súper importante a nivel nacional, y ya solo participar, ser semifinalista o finalista implica que la persona que ha estado allí tiene un gran nivel y un gran futuro por delante.

¿Cómo ves el sector de la hostelería en España? ¿Qué retos tiene por delante?

Hubo un "boom", porque la cocina española se ha situado, desde hace años ya, y sobre todo desde Ferran Adrià en El Bulli -aunque ya teníamos a Arzak y otros cocineros de mucho nivel-, en una posición en el podio de la cocina mundial, que es donde estamos. Hubo mucho interés por dedicarse a la cocina, sobre todo, quizás menos a la sala en un primer momento, programas de cocina que dan mucha visibilidad y atraen a jóvenes cocineros o a gente que quiere dedicarse a la cocina.

Ese "boom" estuvo y se mantuvo. Hay mucha más gente ahora que quiere dedicarse a la cocina que hace veinte años, eso es evidente. También se le dio un empujón a la sala, a la que todavía le falta un poquito de atractivo. Se ha profesionalizado mucho el sector, la gente está más formada, tanto en cocina como en sala. A nivel de profesión estamos fenomenal, con gente que quiere triunfar, crecer, que tiene mucho apetito y hambre de seguir evolucionando, formarse bien, trabajar en buenos sitios y hacer cosas interesantes.

Pero no hay que perder la esencia de que este es un trabajo sacrificado, como otros. Cuando llegas a un restaurante y ves un plato que lleva tres o cuatro elementos, uno es un caldo que necesita no sé cuantos ingredientes y no sé cuantas horas para hacerlo, y otras elaboraciones, una cocción larga, una preparación de deshuesar, de cuadrar, enmarcar, emplatar, combinar un elemento con otro… Al final, eso necesita su trabajo y su dedicación, y sus horas de trabajo.

Eso no hay que perderlo de vista nunca, y es una profesión sacrificada. En la vieja hostelería se echaban muchas horas, yo he trabajado en sitios de 60 horas semanales. Ahora eso es impensable. En mi restaurante, por supuesto, no se hace. Sitios donde tenías un día libre a la semana, o un día y medio por ahí… Había la conciencia esa de que hay que sacrificarse, pero al final el trabajador necesita tener vida social, vida personal, poder desconectar.

En Almo, cerramos dos días seguidos, que son domingo y lunes, para que la gente desconecte, y yo el primero. Tengo que conciliar mi vida con la de mi familia. Y luego también tenemos dos noches libres.

A nivel empresarial, cuadrar las horas es un reto para nosotros como cabezas del proyecto, que además va a repercutir en el tiquet medio que tenga que pagar el comensal para disfrutar de nuestras propuestas. Esto es así, es una cuestión de números.

En Madrid, Barcelona, tiene mucha competencia y muchas propuestas, pero también un poder adquisitivo mucho mayor que en ciudades como, por ejemplo, Murcia, y tienes mucha población, turismo, gente que viene de fuera, etc. Entonces te lo puedes permitir. En nuestro caso, tenemos que ir con pies de plomo. No podemos pegar un palo a los clientes ni subirnos a la parra con los precios, y el reto es ese: queremos dar buenas condiciones, pero el trabajo hay que sacarlo. Esto no es abrir una lata y ponerla encima del plato, y si quieres hacer eso no vas a tener una estrella Michelin, o los reconocimientos que sean, y el cliente va a pagar lo que tenga que pagar.

La vida ha subido, el poder adquisitivo de la gente, en consecuencia, ha bajado, aún con la subida del salario mínimo. Al final, suben los gastos de la empresa, así que hay que subir el tique medio, y es una situación difícil, pero estaría bien que hubiera bonificaciones para las empresas, ayudas en un momento dado. No estaría mal más colaboración por parte de la Administración.

 

Pedro Sánchez es el cocinero que ha conseguido ubicar en el mapa gastronómico la más pequeña de las capitales andaluzas. Desde Bagá (Jaén), su diminuto restaurante de solo 45 m2, Sánchez cocina para solo ocho comensales, aunque a él le gusta decir que lo que hace es “otra cosa”, lo que hace es “crear recuerdos”. 

Lo que es cierto es que el chef ha logrado que Bagá sea el espacio más pequeño de Europa galardonado por la Guía Michelin y dos soles Repsol. Ubicado junto a la Basílica de San Ildefonso en la capital jiennense, Bagá es un “templo” de la cocina andaluza. Desde allí un Pedro Sánchez sencillo, afable, apacible y reflexivo elabora una cocina disruptiva, emocionante, sencilla y sabrosa con apenas un par de ingredientes en cada plato. Una cocina que atrae a reconocidos chefs de todo el mundo curiosos por probar su propuesta, así como a peregrinos gastrónomos llegados de todo el mundo.

La clave de esta atracción es su particular forma de convertir lo más sencillo en lo más extraordinario. Una zanahoria, un champiñón, una quisquilla se convierten en manos de Pedro Sánchez en productos de lujo. Porque detrás hay mucha reflexión, y un ingrediente muy apreciado por el chef: la inteligencia.

"Me habían vendido la imagen del gran restaurante. O tenías algo así para poder desarrollarte, o no había nada que hacer". Así lo afirma en el libro Bagá. Pedro Sánchez, el equilibrio del sabor (Montagud, 2021), un resumen sobre la esencia de su cocina y su carrera.

Pedro, se ha dicho mucho, y bueno, de ti, pero ¿cómo te defines como chef y cómo defines tu cocina? 

PS. No me gusta que me llamen chef. Me defino como un cocinero normal, sencillo, tímido… Mi cocina no sé definirla, me cuesta ponerle una etiqueta.

¿Por qué y cómo acabaste en este universo, el culinario? 

PS. ⁠Acabé en el mundo de la cocina por casualidad. Me gustaba desde pequeño, como la meteorología, aproveché que abrió en 1998 La Escuela de hostelería de La Laguna en Baeza y probé suerte echando la solicitud, me admitieron … Y hasta ahora.

¿A quién te gusta recordar a la hora de ver en lo que te has convertido? ¿Tu maestro culinario?

PS. – ⁠Siempre recuerdo el estar en Francia, con mi mochila, sin un duro, en la puerta de Bocuse, de grandísimos restaurantes, y no poder entrar. Un cocinero joven soñaba con poder trabajar en una gran casa, aprender de los grandes, comer en ellos. Ahora todo es diferente. No se admite el sufrimiento para conseguir algo, se toman caminos más cortos y con el esfuerzo muy medido. No sé si es mejor o peor, pero ser el último de un lugar, fuera de tu casa… te hace mejor persona, creo. No tengo maestros culinarios, pero sí muchas personas a las que admiro.

Hoy estamos en un momento dulce para la cocina y la hostelería española. Pero al mismo tiempo, con este nivel tan alto, es complicado despuntar ¿Cuál crees que ha sido el secreto para haber destacado como lo has hecho?

PS. Bagá es un proyecto tan simple que creo que es eso lo que le hace diferente, no busco nada.

España se diferencia de otros países punteros en lo gastronómico, que se puede comer bien, muy bien más allá de las grandes capitales. ¿Cómo ha sido para ti hacer alta cocina en Jaén?

PS. – ⁠España es un país maravilloso, con una hostelería única en su diversidad, pero estamos cambiando, copiando el mundo anglosajón y no es bueno alejarse del producto, de la cocina, de la siesta, de nuestras tabernas y bares. La alta cocina debe estar también para apoyar todo lo que nos hace diferentes. A mí me hace más ilusión llevar a Andoni o a Ángel León a una taberna de aquí de Jaén que venir a comer a Bagá.

Has demostrado, junto con muchos otros como tú, que es posible hacer “algo grande” en poco espacio y con pocas personas, en tu caso con tu mujer y un sumiller. ¿Crees que es éste el modelo del futuro, el de pequeños restaurantes para pocos comensales?

PS. – ⁠No sé si es el futuro, pero sí un modelo que puede ir a más. No todos podemos tener un súper restaurante. Yo creo que en cualquier rincón de un pueblo puedes cocinar lo que te plazca, mira Mesón Sabor Andaluz, Fuentelgato, Lera…

Hablemos más de tu cocina. ¿Alguna manía u obsesión? 

PS. No tengo obsesiones. Sí es verdad que, conforme voy madurando más, me obsesiono por ser feliz y disfrutar cada día de lo que hago. La cocina va acompañada de una competitividad insana: premios, guías, listas… Esto va de otra cosa: poder vivir, trabajar y ser feliz.

Has demostrado que hay ingredientes menos menospreciados por otros, que tú logras ensalzar a la altura de los más lujosos Entre todos ellos, ¿algún ingrediente fetiche? ¿Por qué?

PS. ⁠Soy un enamorado de la verdura, de un buen tomate o una buena pera, del pescado, del marisco, de la carne… Pero me siento más cómodo con los vegetales.

¿Uno que nunca entrará en Bagá?

PS. El pulpo. 

¿Sabor, estética o textura? ¿A qué no renuncias nunca en un plato y qué es prescindible? 

PS. Sabor, estética, textura, temperatura… Hay platos donde la temperatura es todo, y otros donde la textura, el sabor no lo es todo, el buen gusto es muy importante. La locura también.

El momento por el que pasas, haber conseguido ubicar Jaén en el mapa de la alta gastronomía, los premios, distinciones… ¿Sueño conseguido o aún quedan por realizar? 

PS. Mi sueño era cocinar feliz. Si los premios y distinciones ayudan a poder hacerlo, bienvenidos sean. Sueño con poder seguir, solo eso. Jaén la llevo en el corazón, y todo lo bueno que le pase me hace feliz.

Es una de las chefs más mediáticas de la televisión catalana. Gessamí Caramés (l’Ametlla de Mar, 1992), de hecho, pensó en dedicarse a la interpretación mucho antes de descubrir que despuntaría en los fogones. Después de pasar por la alta cocina (Michel Guérard, Paolo Casagrande y Martín Berasategui) y ganar competiciones como barista, la cocinera empezó a presentar, junto a Marc Ribas, el programa de TV3 “Cuines”, lo que le catapultó al éxito popular. Apasionada de la cocina dulce y la repostería, Caramés regresó a su tierra donde regenta desde 2022, junto a sus hermanos, el restaurante Meleta de Romer. Es allí donde se ha reconciliado -aunque nunca se hubiera enfrentado- a la cocina más tradicional, la del producto más humilde y de proximidad. Es allí donde ha demostrado que el presente y el futuro pasa por la cocina sostenible, la que evita químicos y procesados, pero también la que es sostenible con la vida laboral de sus trabajadores.

Por todo ello, la chef fue distinguida en el Gastronomic Forum Barcelona con el premio a la cocinera más sostenible del año. Un galardón que llegó prácticamente junto al lanzamiento de su segundo libro, “Els ranxos de la Gessa”. 

Mujer, joven, y de “les Terres de l’Ebre”, que no es precisamente una gran ciudad como Barcelona. ¿Se hace más difícil triunfar en la cocina con estos calificativos?

Siempre es un poco más complicado desde fuera de la capital. En general, todos los que trabajamos fuera de Barcelona lo tenemos más complicado, pero también tenemos la suerte de contar con una gran riqueza y rasgos que nos hacen especiales y únicos. En mi caso, fue mi manera de hablar, que me ayudó muchísimo a tener la oportunidad de poder trabajar en la televisión, por ejemplo. 

De hecho, eres asidua de eventos culinarios como la presentación de l’Oli Nou de la DoP Oli Terra Alta, o en GastroMar y GastroEbre. ¿Cuál ha sido la receta que te ha llevado hasta tan alto en la cocina y la restauración en Catalunya? 

Los ingredientes de esta “receta” son la ilusión, las ganas de aprender y las ganas de mejorar día a día, de conseguir cosas nuevas que me hagan ser mejor. Pero también la paciencia, la perseverancia… Aunque sin duda, son la pasión y la ilusión los ingredientes fundamentales para conseguir lo que una quiere en la vida. 

¿Cómo acaba una estudiante de Comunicación Audiovisual presentando un programa de cocina, regentando su propio restaurante y escribiendo exitosos libros y recetarios?

Yo siempre había querido estudiar teatro, pero llegó un momento en que la vida me llevó a estudiar Comunicación Audiovisual. Pero con el tiempo, me di cuenta de que yo, en mis ratos libres, para relajarme y evadirme, estaba siempre en la cocina. Fue como un click en la vida y me di cuenta que lo que me gustaba como hobby podía ser también mi mundo profesional. Entonces decidí estudiar cocina, con muchísimas ganas, alegría, ilusión… Porque estaba consiguiendo lo que siempre había querido. Era el momento de trabajar, estudiar, coger todo lo que podía y llegó la oportunidad de hacer un casting para el programa “Cuines”. Lo hice y me cogieron. Y de ahí, pues, llegó todo el resto. El éxito y conocimiento por todo el mundo de Gessamí, como copresentadora de “Cuines”. Ya gracias a eso, pues también he podido escribir un par de libros, tengo un proyecto del restaurante que ha sido lo más arriesgado, pero lo más personal y bonito que he hecho hasta ahora. Y al final es eso, es encontrar tu camino, y aprovechar las oportunidades que se te presentan y estar preparada para ellas. 

En la era de Instagram y de TikTok, alguien como tú, joven y con gran dominio de los medios audiovisuales, decides sacar un segundo libro, esta vez de recetas. ¿Cómo es que has apostado por  “el papel”? 

En realidad me gusta mucho el mundo de las redes sociales para transmitir contenido, pero nunca he tenido mucha paciencia para esas cosas. Creo que hay gente que tiene un don para ese mundo. Si tuviera más tiempo me dedicaría más a ellas. Y no es que haya apostado más por el papel, pero sí creo que los libros nunca deberían desaparecer. Yo siempre había tenido esa ilusión de tener un recetario propio. De hecho, creo que todos los cocineros siempre deberíamos tener un recetario propio, ya sea en forma de libro y publicarlo, o simplemente como un compendio de recetas, para tenerlo a mano y revisarlo. Y no reniego del formato audiovisual, pero es más efímero y más difícil de conservar. Un libro es un gran material para tener esa información siempre allí. 

En tu último libro, “Els ranxos de la Gessa”, reúnes 62 recetas marineras. ¿Cuál de ellas es la que más ilusión te hace haberla “inmortalizado” y por qué?

La del tartar de gamba roja, porque cuando la hice, sabía los ingredientes, cómo se preparaba, pero no sabía cómo iba a emplatarlo… Y cuando lo hice me di cuenta de que era el emplatado más bonito que había hecho nunca. Me encantó. Creo que es una receta muy sencilla y el emplatado es tan elegante que cualquiera puede hacerlo. Me sorprendió mucho.

¿A quién le debes tu pasión por la cocina marinera? 

Supongo que a mi abuelo, que era pescador. Siempre he tenido en mi casa tradición marinera, de cocina de abordo. Mis abuelos siempre cocinaban con pescado. Y ya sea entre semana, con pescados más asequibles, como los días festivos, con pescados más nobles. Así que es eso, realmente, tanto la tradición de cocina marinera del Mediterráneo, como también el hecho de que han sido los platos de mi infancia.

¿Crees que en la restauración moderna se olvidan demasiadas veces de las raíces?

Cada vez menos. Eso pasó en un momento en el que la verdadera cocina desaparecía detrás de la técnica. Cada vez se tiende más a recuperar el sabor en el plato, el sabor y el aroma. A partir de ahí buscamos unas técnicas que puedan sorprender, un aspecto… pero lo importante es el sabor y el aroma. Siempre partimos de la base de la tradición y luego podemos fusionar culturas, probar mezclas de sabores, aplicar técnicas… pero siempre desde la base tradicional. 

Este pasado noviembre fuiste nombrada Mejor Cocinera Sostenible en el Gastronomic Forum Barcelona. ¿Qué es para ti la cocina sostenible? 

Para mí la cocina sostenible en un restaurante abarca muchos aspectos. Primero, el producto, que tiene que ser que deje la mínima huella de carbono. Un producto cercano, de proximidad. Pero también intentamos trabajar minimizando la huella, por ejemplo, no limpiamos con químicos, usamos ozono. Y tenemos muy clara la gestión de residuos. Aparte tenemos la “manía” de tener esa sostenibilidad humana: nuestros trabajadores no hacen más de 40 horas semanales. Porque algo que parece tan obvio, en hostelería se cumple muy pocas veces. Y nosotros queremos que nuestros trabajadores tengan conciliación familiar. 

Cada vez conseguir productos de proximidad puede ser más difícil. La “pagesia” cada vez es más escasa, y ni qué hablar de los problemas de la mar y de los pescadores. ¿Crees que hacer cocina de producto y de proximidad será más difícil en el futuro? 

Yo creo que debería ser lo más fácil y lógico. El transporte de cualquier producto encarece la producción final. Pero es cierto que cada vez hay menos relevo generacional en el campo, y que la agricultura de proximidad está en peligro, porque cada vez más se ven mal pagados. Por eso, se va a ir perdiendo, pero por otro lado, todos necesitamos ese sector primario. Y como al final es una cuestión de oferta y demanda, veo que en el futuro todos esos productos se van a encarecer, porque habrá menos oferta. Yo espero que no se pierda la proximidad, no tiene sentido. 

Con tu éxito y tu figura mediática, ¿te has planteado ir a una gran ciudad a abrir restaurante? ¿O a asesorar algún gran hotel o restaurante de hotel?

Ni me lo he planteado ni me hace mucha ilusión. Con el restaurante que tengo en l’Ametlla tengo más que suficiente. Me siento muy agradecida con lo que he podido construir hasta ahora. No tengo esas ganas de tener tres o cuatro negocios, porque yo quiero estar en ese negocio, quiero estar al lado de los trabajadores y hacerles sentir bien y hacerles crecer. No niego en el futuro abrir otro tipo de negocio, pero sin más. Lo que sí me gusta mucho es la docencia. Cuando hago un showcooking me encanta, porque estoy en contacto con la gente, me preguntan, les enseño… Eso me da mucha satisfacción.

¿Cuál es la receta que esperas “cocinar” en tu futuro?  

La verdad es que mi sueño siempre había sido tener un restaurante y que funcionase. Ahora lo tengo, pero mi próximo objetivo es que funcione y que lo haga sin depender de mí. Que yo pueda estar simplemente mirando, por ejemplo, y que todo vaya como la seda.Y tengo la esperanza de que pueda mantenerme en este mundo, en el de la gastronomía, porque es lo que me hace feliz. No quiero perder nunca la ilusión por la cocina, salga el proyecto que salga. Estoy abierta a nuevos proyectos, pero siempre en este mundo de la gastronomía.

José Luis Adán lleva la cocina en sus raíces desde que tenía apenas dos años, guiado por el buen hacer de su madre y su abuela, a las que vio siempre cuidar a la familia a través del paladar. Él convirtió ese talento innato en su profesión, avalado con una amplia formación académica, pero, y sobre todo, con una intensa experiencia gastronómica que ya suma 24 años de esfuerzos, sacrificios y aprendizajes.

Su más que interesante currículum lo adereza con aportar sus conocimientos como asesor gastronómico y ponente en eventos del sector, siendo profesor de cocina y pastelería, y también compitiendo y ganando reconocidos concursos. Y en todo este tiempo, ha visto cómo ha evolucionado la restauración y la cocina, e incluso él mismo, sabiendo mucho más y sintiéndose afortunado por todo lo vivido.

Ahora ha cerrado una etapa en el Restaurante Es Racó d’Artà y sigue al frente de su marca personal, Alquimista de Sueños, mientras anhela una estabilidad profesional y sueña con "emprender en algo pequeñito donde desarrollar nuestra cocina de raíces y experiencias vividas". En esta entrevista el cocinero madrileño con raíces castellano-manchegas nos habla de todo ello y mucho más.

¿Cómo llegas al mundo de la cocina profesional?

JL. A. Si soy cocinero es porque en casa de mis abuelos maternos la cocina siempre ha sido la protagonista, el lugar donde la familia se reunía alrededor de una mesa en épocas vacacionales, como en Semana Santa, cuando hacíamos rosquillas (mi yaya era muy perfeccionista, pasaron años hasta que dio con una buena receta), bacalao con tomate…

En mi casa se ha hecho siempre muy buena cocina. Las mujeres (mi madre y la yaya) han tenido un don para esto. Ellas no vienen de una familia hostelera ni han sido cocineras, sino más bien cocinaban muy rico para su familia y tal vez ese talento y don por el arte gastronómico, a día de hoy, es mi herencia.

¿De qué te sientes más orgulloso dentro de toda tu trayectoria hasta la actualidad?

JL. A. He conseguido todo lo que me he propuesto en estos últimos 24 años de experiencias gastronómicas. Con mucho esfuerzo, sacrificio, aprendiendo de cada error y levantándome de cada uno de ellos para seguir desarrollándome profesional y personalmente. Estoy orgulloso de que gracias a esa obsesión, o mejor dichos sacrificios, he trabajado con grandes profesionales en sus casas, tanto de cocina tradicional como en alta cocina, los cuales han forjado y formado al cocinero que soy hoy en día.

¿Con qué tipo de gastronomía te sientes más identificado?

JL. A. La cocina de la simpleza, de territorio, humilde, una cocina sincera donde el producto es el protagonista, aunque detrás haya mucha historia que contar en técnicas y desarrollos de complejidad. La gastronomía que se transmite y me transmitieron mis raíces castellano-manchegas.

¿Cómo consigues aunar creatividad y tradición en las propuestas culinarias?

JL. A. Leyendo mucho, buscando inspiración desde el trabajo y las composiciones de colores de artistas en bellas artes. Mi hermana es una gran artista del pincel y observar su trabajo desde la visión de un profesional de la cocina te aporta mucho conocimiento al mezclar colores a la hora de encajar una elaboración en un plato como si se tratase de un lienzo. También observando mucho el trabajo de grandes compañeros del gremio, porque eso te aporta un gran abanico de tendencias y contrastes que alimentan tu registro culinario.

Con más de 20 años de experiencia en el sector de la restauración y la hostelería, ¿qué valoración haces de la evolución de la cocina a lo largo de todo este tiempo?

JL. A. Hemos cambiado mucho y traspasado muchas barreras. No nos hemos limitado solo a cocinar, sino que también hemos investigado en otras materias, como la física, química, matemáticas, lenguaje, interpretación… Al final, cuando usamos productos como texturas, gelificantes, estabilizadores, etc, no son más que medios físicos, químicos y matemáticos.

No todo es cocinar. La vajilla es una forma de leer e interpretar lo que un cocinero nos quiere decir (expresiones, tristeza, júbilo…). Cada vez más, la cocina es más sensorial y evolutiva, pero sobre todo arraigada a la tradición del festejo, sin olvidar de dónde venimos.

Dicen que la experiencia es un grado. ¿En qué lo notas tú?

JL. A. Han pasado 24 años desde que estudié en la Escuela de Hostelería de Aranjuez I.E.S Alpajés. Ahora, después de esos años, no sé lo mismo cuando empecé que lo que sé a día de hoy.

Si rebobináramos la cinta del cassette y miráramos hacia el pasado unos instantes e hiciéramos una pausa por cada momento vivido, nos daríamos cuenta de que somos muy afortunados de haber vivido todo aquello. Hemos trabajado en grandes casas, con grandes profesionales, tenemos infinidad de amigos y compañeros, porque si estuviéramos trabajando en una oficina, siempre serían los mismos compañeros durante 40 años o hasta que uno se jubilara.

La cocina te ayuda a viajar, somos un poco nómadas, como en mi caso por no tener una estabilidad profesional continua, aunque ya va siendo hora de tenerla… Al final, la experiencia te aporta sueños cumplidos, historias vividas (dulces, saladas, amargas y ácidas), conocimiento del medio y vivir en muchos casos en las nubes (reconocimientos).

¿Qué es para ti el éxito como chef?

JL. A. Un buen feedback del cliente por su grado de satisfacción. Que el cliente repita y hable de nosotros por el buen trabajo que hacemos.

Pero el éxito viene a través de trabajar con un buen equipo estructurado, organizado y liderado como si fuera una piña, donde cada piñón tiene su valor y determinación para desarrollar el equipo y conformar una unidad (tarea difícil, pero no imposible).

Como apasionado de la innovación en el ámbito gastronómico, ¿hacia dónde van las tendencias de la cocina?

JL. A. Volvemos nuevamente al origen, a una cocina más humilde y sencilla, pero rica en técnicas y conocimiento, donde en un plato podemos apreciar y reconocer lo que es, sin necesidad de enmascararlo.

¿Cómo visualizas tu futuro a nivel profesional?

JL. A. Por el momento encontrar mi sitio, o mejor dicho, un buen proyecto donde se valore el trabajo realizado por el equipo. A veces una palmadita en la espalda o un simple ‘gracias’ es la mayor recompensa por un trabajo bien hecho.

En algún momento de este tiempo, a un futuro a corto plazo, me gustaría volver a emprender en algo pequeñito, que sea fácil de manejar entre dos personas para 20 cubiertos y desarrollar nuestra cocina de raíces y experiencias vividas.

Has participado en eventos y concursos nacionales e internacionales; uno de los últimos, el del Cocinero del Año 2024, celebrado recientemente en Murcia. ¿Qué te aportan este tipo de concursos? 

JL. A. Experiencia, conocimiento e investigación en técnicas que has oído hablar, pero no has trabajado ni puesto en práctica. Al final, es una ventana abierta hacia un pulmón de aire libre. Además, los concursos también en ocasiones se utilizan para romper con la rutina diaria de la cocina como una válvula de escape. También para poner a prueba nuestra valía. Mi consejo es que si sientes ese impulso de competir, hazlo, porque son espinitas que vamos a llevar clavadas de por vida si no lo intentamos alguna vez.

Al final el competir es como un deporte más, solo que cambiamos el balón por huevos, la raqueta por sartenes y el palo de golf por varillas. Somos atletas que entrenamos duramente después de nuestra jornada laboral, buscando el éxito de nuestra receta y alzarnos en el pódium.

Ya está aquí la Navidad. Y no queda prácticamente ni una mesa libre en los restaurantes de las principales ciudades. Este año, todo indica que será la mejor campaña a nivel de facturación, pero también lo es en lo que a calidad, diversidad y oferta se refiere. Y es que, tanto en las cenas prenavideñas para grupos, como en las de las fechas más señaladas, los establecimientos hosteleros se visten de gala. 

Y es que, el 70% de los hosteleros están seguros de mejorar sus previsiones con respecto a los últimos años. Pese a la subida de las materias primas, que repercutirán un 5% en cada plato, las reservas a principio de mes alcanzaban cifras no vistas desde 2012. 

De hecho, en estas fechas, las cocinas profesionales se llenan de los mejores productos. Entre frutas, hortalizas, pescado y marisco y carne y aves, los mayoristas de Mercabarna esperan distribuir unas 103.000 toneladas de producto, sobre todo fresco, durante estas fiestas. 

En el hotel Gran Havana de Barcelona, propuestas navideñas para disfrutar en familia.

Los representantes de la Asociación de Empresas Mayoristas de Mercabarna (Assocome) se mostraron positivos y optimistas, del mismo modo que la patronal de ocio nocturno. Según la Federación Nacional de Empresarios de Ocio y Espectáculos (España de Noche), sus locales prevén facturar casi un 3% más este mes respecto a diciembre de 2022. La Nochevieja y el repunte de las cenas de empresa generarán ese impulso, según el Informe de Perspectivas de la Campaña de Navidad de 2023. En concreto, este mes generará un impacto económico global de 1.142 millones en los locales de ocio.  

Propuestas para catar la Navidad

En lo que se refiere a la oferta gastronómica, en Navidad los chefs muestran su pasión por la tradición, o por la técnica y la vanguardia. El objetivo, ofrecer la Navidad en cada bocado. Y la oferta es conspicua. Aquí va una breve selección de algunas de las comidas navideñas de algunos establecimientos hosteleros del país. 

Balausta apuesta por la tradición

El solomillo Wellintong de Balausta.

El chef Sergio Solano, con la asesoría de José Carlos García, rinde homenaje a la Navidad tradicional y a la gastronomía malagueña. Estos días han incorporado a la carta de Balausta cuatro recetas inspiradas en la tradición y protagonizadas por algunos de los productos más emblemáticos de estas fechas: crema de castañas asadas y perdiz en escabeche; solomillo Wellington con salsa Périgord y cebollita glaseada; rape en salsa verde con almejas de carril; y, como toque dulce, parfait de turrón con pasas de Málaga en Pedro Ximénez, crumble de cacao y café y sorbete de Mandarina. Platos para proporcionar al comensal momentos entrañables. 

Casa Felisa, el buen comer madrileño

Salón de Casa Felisa, en Madrid.

En Casa Felisa proponen todo el año disfrutar del “buen comer madrileño con toques de excentricidad para quienes disfrutan de nuevos y viejos enfoques de la tradición española a la mesa”. En Navidad siguen la misma filosofía. Su chef Antonio del Álamo ha diseñado seis platos exclusivos fuera de carta que recuperan los sabores de una Navidad en casa, reinventados con técnicas y combinaciones diferenciales que culminan en auténticos caprichos navideños. Las recetas que visten de gala las mesas de Casa Felisa son las ostras al champagne y cocochas al pil-pil; el bisqué de carabinero con pistilo de azafrán; el rodaballo salvaje asado en horno de brasas con patata Chérie rellena de changurro y salsa holandesa, y centro de lomo de Angus con setas y trufa negra. Por último, para los más golosos, capuchina con merengue y yema tostada, y milhoja de chocolate con pasta filo y frutos secos. 

Una Navidad “magnífica” en Empuriabrava

Pollo con gambas de Rosas de El Magnífic.

En El Magnífic, el nuevo restaurante de los Mainat en Empuriabrava (Girona), propone una Navidad “magnífica” y “sin corsets”. En la carta, siempre aderezada con propuestas de lujo gastronómico, se han colado algunos platos de “cocina catalana tradicional con toques de innovación y técnica, con el aderezo especial de nuestro chef Aniol Pararols”, en palabras de Pol Mainat, “aquellos que nos cocinaban la mama, la yaya y la tita”, pero “aliñados” con toques de modernidad. Así, durante estas fechas navideñas se pueden probar platos como el Pollo con gambas de Roses, marrón-glacé y orejones de albaricoques secos, un mar y montaña típico de las mesas festivas ampurdanesas. También han incorporado un espectacular Arroz caldoso con bogavante y aceite de bogavante, y un exquisito Fricandó con aire de romero, setas y piñones, así como una Coliflor con bechamel y guanciale crujiente. “Son platos de toda la vida, los que cocinaba mi madre en casa, y que antes era fácil de encontrar en los mejores restaurantes del país, pero que ahora son un rara avis”, subraya Pol Mainat, director del restaurante ampurdanés.

Desde el cielo de Madrid, en el Ginkgo Restaurante & Sky Bar

Ginkgo Restaurante & Sky Bar.

Celebrar desde el cielo de Madrid con la sofisticación y el detalle más exclusivo, es la propuesta de Ginkgo Restaurante & Sky Bar. El rooftop de moda de la capital, considerada una de las azoteas más famosas del mundo, ha diseñado dos menús que podrán disfrutarse exclusivamente el 24 y 31 de diciembre. Con la calidad por bandera, el menú se compone de elaboraciones y platos basados en el producto, como el Jamón ibérico con picos y regañás, Tosta crujiente de foie micuit caramelizada con fresas salteadas al Módena y Anchoa del Cantábrico sobre pan brioche y mantequilla ahumada, Alcachofas fritas con yema de huevo y polvo de jamón, el Lomo de lubina de estero con salsa marinera y almejas al Jerez, y el Medallón de solomillo de vaca con foie y salsa Perigord.

El chef a casa, con Elianco Gourmet

Comer como en un restaurante, en la mesa de tu casa.

Otra de las opciones más en boga es la de contratar a un chef privado para celebrar en casa con la cocina de un restaurante. Es la propuesta de Elianco Gourmet y el chef Víctor Comín, que durante las fechas claves reparte platos a la carta en toda la Comunidad de Madrid. Obsesionado con la perfección, y como dice un amigo, “sin tradición no hay vanguardia. Sin producto no hay cocina”, ofrece un exclusivo Take Away Gourmet con deliciosos platos navideños, empaquetados “con amor” y listos para ser disfrutados en la comodidad del hogar. 

Tapas viajeras para despedir el año en el gastrobar del Barceló Carmen Granada 

Barceló Carmen Granada.

El espacio gastronómico del Barceló Carmen Granada propone dar un giro a la típica  noche de fin de año y unirse a su mesa para despedir el 2023 por todo lo alto en su restaurante La Santa María Gastrobar, con una cena que homenajean las diferentes etapas que marcaron el viaje de Colón a América.  

El menú degustación consta de un cocktail de bienvenida a base de agua chile de té negro, salmón y su caviar con escabeche sutil de maíz de Michoacán. Le sigue un sabroso Vitello Tonato lomo bajo de ternera con salsa de anchoas y alcaparras típico de la región de Génova (Italia), y una deliciosa ensaladilla marinera y un carpaccio de quisquilla de Motril con mahonesa de erizo. Después de una reconfortante crema de calabaza asada, regaliz y buñuelo de foie y trufa, el menú continúa con un solomillo de ternera gallega, aguacate asado, pétalo de cebolla roja y praliné de castaña.

Navidad palaciega para todos los bolsillos, en el Palacio de Atocha

Mesas navideñas en el CoolRooms Palacio de Atocha.

Ubicado en un edificio palaciego madrileño rehabilitado del siglo XIX, el hotel CoolRooms Palacio de Atocha, propone exclusividad y ubicación privilegiada y una propuesta gastronómica que firma el chef Eduardo Gutiérrez. En El Patio de Atocha ofrece un menú estilo cóctel y tres opciones de menú para grupos adaptándose a diferentes presupuestos y necesidades. Además, ofrecen menús especiales para las cenas de Nochebuena y Nochevieja, con platos como el Lingote de cordero deshuesado con variado de setas y parmentier trufada o la Crema de marisco con langostinos flambeados y gel de maracuyá. Asimismo, también prepararán un exclusivo brunch de Año Nuevo y un menú especial para la comida del día de Reyes. 

Navidad, Fin de Año y Reyes en los Hoteles de Barcelona

En las mesas catalanas, la Navidad se expresa en forma de platos como “l’escudella y carn d’olla”, los canelones, o el fricandó. Muchos de estos exquisitos manjares son los que proponen en sus menús de Navidad los hoteles de Barcelona. Platos tradicionales que se combinan con propuestas innovadoras donde se da cabida a propuestas veganas o vegetarianos, incluso menús con acentos orientales. Un año más, el Gremio de Hoteles, junto con el Ayuntamiento de Barcelona, han lanzado la campaña Navidad en los Hoteles, para agrupar todas las propuestas que se pueden catar estos días en los restaurantes de los hoteles. Propuestas como la del hotel Kimpton Vividora. Ellos quieren que vivamos la Navidad “en la libertad de celebrarla siendo nosotros mismos”.

Para ello, el chef Jordi Delfa ha creado para el restaurante Casa de Vivi unos menús con toques únicos. Propuestas con toques modernos y con carácter como los del Menú de Nochebuena con una riquísima Tortita de algas y mahonesa kimchi, el Filipino de foie micuit con polvo de cardamomo, o el buñuelo de bacalao. Unos aperitivos que preceden al Arroz seco de pato azulón y alcachofas; al Mero asado, rustido de mar y espárragos a la brasa y a la Ternera blanca confitada, brioche salado y “carbonara” de setas. Y para la comida de Navidad, sabores tradicionales puestos al día: Galets rellenos de “carn d’olla” y trufa negra de invierno, el Suquet de rape, cigalas y migas sofritas en ibéricos y ajos tiernos; y Cordero confitado, puré de castañas y cebollitas glaseadas.

Con productos de proximidad

Hotel Serras Barcelona, con una oferta navideña para vegetarianos.

Otra propuesta suculenta es la del chef Marc Gascons en el Serras Barcelona, premiado como uno de los mejores hoteles de lujo y también en la categoría de hoteles boutique. En este exclusivo hotel boutique del barrio Gótico, son unos auténticos apasionados de la gastronomía. Marc Gascons ha preparado unas propuestas culinarias que son todo explosión de sabor, basados en la calidad, en productos frescos, de temporada y de proximidad (muchos de ellos de Girona, origen del chef).

La propuesta vegetariana de Navidad, por ejemplo, ofrece platos tan exquisitos como la Sopa de zanahoria con sus hojas crujientes; los Nyoquis melosos de patata con salsa de mantequilla y trufa negra Melanosporum; o el Hongo de Castañar a la brasa con demiglace vegetal y trufa negra, entre otros. Para los omnívoros, en Nochebuena el chef ha creado platos irresistibles como el tartar de vaca madurada y jamón ibérico con trufa negra Melanosporum; la Gamba roja de Palamós al vapor con su jugo; el Rodaballo salvaje al carbón, pil pil ligero y “calçots” a la brasa; o la Espaldita de cabrito “sense feina” con ciruelas, céleri y su jugo perfumado con vermut. Y en las mesas de Navidad, recetas tradicionales de auténtico lujo culinario, como la “Escudella de o pagès amb galets i pilota”, col, butifarra negra y garbanzos; los Canelones de pollo de corral con bechamel, espinacas y queso parmesano; o el tradicional Capón de Navidad relleno con fruta seca, parmentier de patata y su jugo.  

Alberto Molinero es uno de los chefs y empresarios hosteleros más reconocidos de Burgos. A sus 45 años, acaba de conseguir su primera estrella Michelin con su proyecto más personal, ERRE de Roca. Abierto hace poco más de un año, en este moderno local de Miranda de Ebro, Molinero volvió a ponerse tras los fogones y a “sentirse cocinero”.  Y lo hizo, sin dejar de lado sus otros establecimientos del grupo: La Roca, Viva y Mercado by La Roca (que ha replicado en Pozuelo y Bohadilla del Monte) y un obrador Cocina Central que elabora platos y preparaciones de quinta gama, una sección de catering para eventos y en breve un nuevo local. 

Ahora bien, ni todo el éxito cosechado con estos restaurantes, que no es poco, se puede equiparar con la satisfacción de haber entrado en la Guía Roja con una estrella. Un sueño hecho realidad. Como lo fueron antes otros, como el quedar finalista de la segunda edición del Concurso Cocinero del Año, otro de los hitos en su carrera.

Alberto, ¿sueño cumplido con la primera estrella Michelin? 

AM. Sueño cumplido, al final todos los que nos dedicamos al mundo de la cocina y realmente disfrutamos de este oficio, alguna vez soñamos con tener una estrella y bueno, yo creo que es el reconocimiento más importante para un cocinero. Personalmente, estoy muy satisfecho.

Cuando se alcanza la cima, se suele pensar ¿y ahora qué? ¿Y ahora qué metas te marcas? 

AM. Alcanzar la cima es mucho decir. Esto es un sueño cumplido y estoy muy satisfecho porque esto es un reconocimiento muy importante para un cocinero, pero a nivel de ERRE, ahora mismo, lo que nos planteamos es hacer fuerte esta estrella y hacer un proyecto aún más firme. Y, por otro lado, el resto de restaurantes de la firma necesitan su impulso diario y su mimo. ¿Lo siguiente? Seguir avanzando, pero afianzando.

De hecho, tu trayectoria está plagada de grandes triunfos profesionales. Fuiste finalista de la segunda edición del Concurso Cocinero del Año y ganaste el primer premio al Mejor Aperitivo ¿Cómo recuerdas aquella experiencia? ¿Recuerdas por qué te presentaste?

AM. Sí, ese concurso lo recuerdo con muchísimo cariño. De joven me apunté a muchos concursos. Al final, a los que nos gusta este mundo, el tema de los concursos también nos llama la atención. Es una forma de medirse con otros compañeros, de seguir aprendiendo y de coger experiencia. Para mí ese premio fue un antes y un después en mi carrera. Gané la semifinal, y en Barcelona el premio al Mejor Aperitivo. Aquello fue como un clic en mi carrera. A partir de ese momento ya la gente me conoció más allá de mi pueblo, en Burgos, en Castilla y León. Tuvo mucho impacto y a partir de ahí mi carrera cambió profesionalmente. Yo seguí mejorando, intentando aprender siempre… Pero fue como un reconocimiento personal que me impulsó a hacer lo que hago ahora. Fue como una motivación extra y por eso, le estoy muy agradecido a ese concurso.

Volvamos al presente. Los de la Guía Roja han destacado de ti y tu restaurante que es de esos lugares “donde se disfruta a espuertas y… ¡A los que no se les puede poner un pero!”. Sin embargo, seguro que uno mismo puede hacer algo de autocrítica. Si tuvieras que ponerle un ‘pero’, ¿habría alguno?

AM. Me alegro mucho de que no pusieran ningún “pero”. Pero, evidentemente, a todos los sitios y cosas se les pueden sacar “peros” y nosotros no somos menos jajajaja. Nosotros tenemos nuestro estilo y forma de hacer las cosas. Creo que estamos bien afinados, pero siempre hay cosas mejorables, sobre todo en el mundo de la cocina, que no paramos de aprender. Aunque todos los días hagamos un poco las mismas cosas, los platos siempre están en constante evolución y, al final, te das cuenta de que todo es mejorable. Que está muy bien, pero siempre puede estar mejor. 

¿Qué piensas que más ha fascinado a los de la guía roja? 

AM. Creo que nuestro estilo de cocina basado mucho en la temporalidad del producto y el sabor, que es por lo que apostamos. Yo diría que hoy en día no somos una cocina muy sofisticada, porque no contamos historias, solo contamos el plato e intentamos que sea algo sencillo con el fin de potenciar el sabor. A veces, por querer diferenciarte, se tiende a abusar de ingredientes y complementos, técnicas… Nosotros somos lo contrario. Mi filosofía en esto es que menos es más.

¿Cuáles son las claves que hace único a tu establecimiento y a tu cocina?

AM. Las claves del establecimiento… Es un restaurante pequeño, con 6 mesas abiertas totalmente a la cocina porque la sala se integra en la cocina y viceversa. Lo que queremos es que el cliente se sienta bien atendido, como en casa… y transmitimos mucho la esencia de la cocina. Sobre la cocina, nos centramos en el producto principal, el sabor y la temporalidad.

Ahora, con este reconocimiento, ¿cambiará algo en ERRE de Roca?

AM. Es un impulso para seguir avanzando, trabajando y mejorando. Para nosotros ha sido muy importante porque nos posiciona en el mapa. Nos da más visibilidad, pero tenemos que seguir para adelante y seguir mejorando. Tenemos que seguir afianzando esta estrella que nos han dado.

Para uno mismo siempre es complicado autodefinirse, pero si tuvieras que hacerlo, ¿cómo definirías a Alberto Molinero chef, y su cocina?

AM. Como cocinero, tengo 45 años, mis referentes han sido Santi Santa María, Joan Roca… vengo un poco de la cocina clásica. Me gusta mucho la cocina francesa, esos valores del producto, la tradición y sus bases, aunque ahora yo presente los platos actualizados e incluso un poco vanguardistas visualmente. Pero la esencia del plato es la cocina tradicional. Yo me considero un cocinero de los de siempre, de escuela y luego formado en diferentes cocinas… Aunque he trabajado en todo tipo de cocinas, yo me considero un cocinero de a pie, que se ha hecho a sí mismo, aprendiendo de los cocineros que me han llamado la atención.

¿Qué fue lo que te hizo ser cocinero? 

AM. Siempre he querido ser cocinero. No tengo referentes en mi familia, pero en mi casa siempre se le ha dado mucha importancia a la comida. Mi madre cocinaba muy bien y desde que era pequeñito siempre me ha gustado. Lo primero, porque me gustaba comer -creo que es un buen comiendo- y a partir de ahí, me empieza a llamar la atención, empiezo a cocinar con mi madre… Pero el restaurante como tal no lo he conocido hasta después de la escuela. Y la verdad es que nunca he querido dedicarme a otra cosa. 

De tu formación, de tu paso por otros locales, ¿quién marcó tu forma de cocinar, quién te inspiró más?

AM. La cocina francesa. He estado trabajando en Francia, y ha sido siempre un referente. Joan Roca, Santi Santamaria… La cocina catalana también ha sido fundamental en mi formación. Pasé casi 5 años en Cataluña -Celler de Can Roca y Santi Santamaría- y ellos han sido mis referentes. Y creo que la influencia catalana la tengo aún en mi restaurante… Trabajo mucho el mar y montaña, tan típico de la cocina catalana y está presente en muchos de mis platos. En los menús siempre hay un mar y montaña. 

En Erre de Roca has tocado el cielo. Pero solo es la punta de lanza de un gran grupo de restauración, el Grupo Roca, con otros tres restaurantes en Miranda, uno en Condado de Treviño y dos en Madrid, además de un obrador y un servicio de catering, y que está a punto de inaugurar un nuevo establecimiento en Vitoria-Gasteiz. ¿Cómo se logra gestionar todo sin dejar de estar al frente de tu proyecto más personal?

AM. La estrella es un gran premio y para mí, es como cerrar un círculo. Un poco como cuando fui finalista del concurso Cocinero del Año, Cocinero Revelación… Y durante 10 años me he dedicado a hacer los restaurantes La Roca, y cuando empecé -ahora van a ser ya 8 restaurantes cuando abramos en Vitoria-. Pero cuando empecé con el primer local, La Roca de Miranda, un local pequeñito, de 50 m2, yo no sabía a dónde iba a llegar… Simplemente, fueron sucediendo las cosas y en eso es clave el equipo del que me he rodeado. Hemos ido construyendo esta familia que somos ahora de gente y proyectos y la verdad es que estoy súper contento.  Después llegó el obrador, el tema de bodas… todo un poco pasito a pasito, hasta llegar a ERRE. Con este proyecto decidí montar mi restaurante, para mí, para hacer mi cocina… e intento estar en ERRE el mayor tiempo posible, porque me gusta ver a la gente y la gente viene a verme… ERRE es muy importante, pero todo lo demás también. Al final, intento dividirme, pero, todo esto es posible gracias al equipo que me rodea. 

Finalmente, un sueño de futuro.

AM. La estrella lo ha sido sí… La verdad es que nunca lo había imaginado… Sigo soñando pero no sé con qué en concreto, porque ahora mismo solo quiero afianzar lo que tengo y seguir ahí, como hemos hecho siempre, sin prisa pero sin pausa y haciendo las cosas lo mejor posible.

 

Villaviciosa es un municipio influenciado por la ría y por la mar. Un lugar donde se puede disfrutar de una rica gastronomía, más allá de la deliciosa fabada con compangu y pote asturiano, tan típicos de la zona. Así lo demuestran en su casa de comidas Iñaki Gómez González (Merodio, Asturias, 1994) y su compañera Lola. En el restaurante Alenda, ubicado en una encantadora casita rural, el chef ofrece platos con un sello muy personal. Los sabores equilibrados ensalzan el entorno y sus productos. Así, en una carta dominada por los pescados frescos de lonja, también se cuelan otros muchos, como el Rotti de cochinillo con salsa de naranja de su huerto. 

Y es que, en Alenda practican la auténtica cocina de Km0. Una apuesta por la sostenibilidad que se decora con técnica y presentaciones que entran por los ojos.

Miremos un poco al pasado. ¿Cómo acabaste en el mundo de la cocina profesional?

IGG. Mi ilusión siempre fue ser productor musical, pero el verano antes de decidir los estudios me llamó mi tía, la hermana de mi madre, para pedirme ayuda en su local. Ella regentaba un establecimiento de menú del día y carta en Palencia. Lo probé, y allí me picó “el bicho de los fogones”. Y  es por ello que decidí estudiar cocina. Lo hice en la Escuela de Cocina de Llanes. 

Pero es cierto que en mi familia siempre ha habido grandes cocineras. Mi abuela tenía el don de guisandera y de la misma manera lo heredó mi madre. Yo vengo de una familia humilde donde lo más importante era la buena alimentación y el cariño y el amor se demostraba a través de la comida. En cuanto viví la experiencia con mi tía, me di cuenta de que cocinando hacemos feliz a la gente. Creo que no hay nada más gratificante que eso.

¿A quiénes consideras tus “maestros”?

IG. Mis grandes referentes son Nacho Manzano y Javier Olleros. Cocineros de territorio, con arraigo y un discurso natural, muy orgullosos de sus productos y su zona. Es así como yo entiendo la cocina.

¿Cómo definirías, por tanto, tu cocina? 

IGG. Es una cocina basada en la tradición, de fondo y guiso con una interpretación más llevada a hoy en día. Es una cocina cercana y de entorno. Muy basada en el producto de cercanía: lonja, ganadería y cultivo de nuestra huerta. Cocinamos nuestro paisaje, mar y montaña. Cocinamos Asturias.

Iñaki, recientemente te has presentado al Concurso Cocinero del Año. ¿Por qué decides presentarte al certamen?

IGG. Me presenté al concurso, sobre todo por la experiencia y el negocio. Creo que este tipo de concursos promueven el compañerismo y la camaradería, dos cosas que creo que son muy importantes para el futuro de la gastronomía en España. Para la nueva generación de cocineros es una aproximación a los grandes profesionales del panorama culinario actual. Además, el concurso brinda oportunidades y experiencias hermosas y muy enriquecedoras. A nivel profesional, pero también a nivel personal. Yo de la experiencia me quedo con los compañeros que hemos conocido.

Fuiste al certamen con "tus mejores cartas" ¿Cuál es tu mejor plato, aquella receta de la que te sientes muy orgulloso?

IGG. La Merluza del pinchu. Me siento más cómodo cocinando pescado, como es algo natural por la zona donde cocina. Y dentro de los pescados, la merluza es mi producto fetiche. Es un pescado que representa el Cantábrico: necesita esas corrientes frías y duras para conseguir su máxima expresión. Es delicada, elegante y requiere destreza en su elaboración.

Cuéntanos más sobre Alenda. ¿Cuándo inicias esta aventura y por qué en Villaviciosa?

IGG. La semilla de Alenda se plantó cuando conocí a Lola. Como cocinero creo que muchos esperamos llegar a un momento en el que podamos crear nuestros propios platos y tener un espacio propio para ello. Lola también tenía esa ilusión desde siempre. Alenda es un ensamblaje de nuestra pasión, estilo de vida y deseos de futuro.

Y la aventura comienza en la pandemia, cuando los dos estábamos trabajando en el mismo sitio y nos vimos afectados por un ERTE. La situación se dilató, nervios, miedos… El restaurante no iba bien y tuvimos mala suerte con los propietarios y empleadores. Otro de los motivos que nos animó a apostar por nosotros fue este.

Y ¿por qué Villaviciosa? Pues, porque la familia de Lola tiene una casa de campo en Rodiles. Es donde vivió en su infancia y donde compartimos el tiempo de la pandemia. Nos sentimos como en casa estando en esta zona.

Y decidisteis bautizar vuestro proyecto con el nombre de Alenda…

IGG. Sí, porque en asturiano significa tomarse un tiempo para respirar. También significa olfatear. Y vivir, fluir. Y todo eso es lo que esperamos y pretendemos que experimenten aquí, en casa, nuestros clientes. 

Pescado, verduras… ¿Te consideras un cocinero Km 0? ¿Y sostenible?

IGG. Pescados de la lonja de Lastres (6 km) y Tazones (17 km). Verdura de cultivo propio (manejamos una huerta de 1500 m2) por permacultura. Creemos que la economía circular es lo más sostenible para el planeta. Tratamos que todos los productos del restaurante sean de 30 km a la redonda. Pero la sostenibilidad en la gastronomía va mucho más allá. Importa la fuente de energía que consumes. El desperdicio que haces, cómo lo gestionas, evitar mermas, crear platos de aprovechamiento.

Tratamos siempre de tener el producto justo y necesario, evitar usos de plástico o productos químicos agresivos. Damos una segunda vida a la mantelería cuando pierde calidad para poner en mesa.  La sostenibilidad es algo complejo que abarca mucho más que ser solo dos empleados en el restaurante.

¿Cuál es tu relación con tus proveedores? ¿Cómo los eliges y qué deben tener para que lo sean?

IGG. Para mí, lo primero es que sean personas. Me parece imprescindible trabajar con buena gente. Obviamente, el producto tiene que ser excelente. Conocemos mucho nuestra zona y por ello a los productores locales. También conocemos a muchos a través de segundos. Entonces intentamos concertar una visita y conocer al posible productor. Nos importa mucho también los métodos que emplean en el cultivo, cría o elaboración del producto.

¿Te ves en el futuro cocinando en una gran urbe?

IGG. No, nunca. Somos gente de campo, necesitamos la brisa marina y el olor a prado. Además, nuestro concepto y estilo de vida no encaja en una gran (ni pequeña) ciudad. Alenda está en una aldea de 12 personas y esperamos que así siga por mucho tiempo.