Mediterráneo

La cocina es pasión, sabores y tradición. Un viaje por el mediterráneo que une Cataluña y Grecia es la propuesta de Margarit, un original y nuevo restaurante capitaneado por el chef Stefanos Balis, que aunque originario de Grecia, lleva tiempo en Barcelona y se formó en la Escuela Hofmann, desarrollando su carrera en diversos proyectos como los desaparecidos Bardot, Pakta y Rilke, en el Informal del Hotel Serras (que dirige Marc Gascons) y más recientemente, liderando la cocina del Pizzicato, el restaurante del Palau de la Música.

El mediterráneo como base

La cocina de Stefanos Balis permite descubrir platos tradicionales griegos como la skordalia, el taramas, el tulumba o el plan pita en clave mediterránea, mostrando al comensal cuán cercana es la tradición de la cocina griega con la catalana.

Toda una oda al mediterráneo con platos frescos, ligeros y bien trabajados. “Cuando empecé a aprender la cocina catalana pensé que sería muy interesante mezclar mi cultura griega con la de aquí, ver sus puntos de unión. Poco a poco y con el tiempo, mientras desarrollaba el recetario, propuse a mi socia dar el salto. Imaginamos un espacio abierto donde la cocina estuviese dentro de la sala, sin la típica barra en medio”, explica Stefanos a Caternewsdigital.com.

Foto: Guillermo Pérez

Con ello se propusieron hace una cocina mediterránea sin etiquetas para que el cliente fuera quien las pusiera: cocina griega, cocina greco-catalana, solamente cocina mediterránea… “Tuvimos claro que queríamos proponer platos diferentes y respetuosos con las bases tanto de la cocina griega como de la catalana”.

Por esto, se ha tomado muy en serio su papel de embajador, y lo ejecuta cocinando, introduciendo ingredientes y recetario de allí a sabores y recetas que nos son propias y son de confort, porque las reconocemos. El resultado: platos que sorprenden y arrojan combinaciones de sabores rotundamente nuevos y rompedores: genuina cocina de autor.

Para esta aventura, Stefanos se acompaña del chef Jordi Fenoll, con quien coincidió en Rilke pero que más recientemente ha estado en la cocina del Dos Pebrots.

Foto Guillermo Pérez. Skordalia, Gambas, Suquet, Orly

Un viaje de sabores reconocidos

El viaje por el mediterráneo empieza ya con el servicio de pan, que llega en una bandeja con pan de masa madre del vecino Forn Serra y un queso casero que elabora Stefanos con el aceite elaborado por su familia política, de donde también provienen las olivas kalamata que redondean este aperitivo.

Prosigue con los platos salados, como el taramas, un entrante que en Grecia se realiza con huevos de pescado en salmuera con miga de pan, zumo de limón, de cebolla o aceite de oliva se transforma en una sagaz versión de la brandada de bacalao en sabor (porque usa huevos de bacalao) y en textura, incorporando la remolacha y la algarroba a la ecuación.

Su pan pita relleno de feta y puerros con topping de escarola con romesco, elaborado de forma totalmente artesanal, es similar a la clotxa de las Terres de l’Ebre, de miga húmeda y corteza crujiente. Es el pan pita, precisamente, el particular caballo de Troya del chef: los fines de semana, en las sugerencias, propone pan pita con diversas versiones y rellenos tan atractivos como el de gallo negro y graviera (un queso azul griego) con huevo poché.

Foto: Guillermo Pérez, Cordero Palestino, Yogurt, Hierbas

La skordalia, por seguir con los ejemplos, es un puré de textura tosca elaborado con patata, pan, ajo y vinagre. En Grecia se sirve con bacalao en tempura al estilo Orly, de aquí que, en el plato, el Orly incorporado aporte crujiente y recuerde a ese origen. La integración del ‘suquet’ y las gambas es lo que enamora porque en este giro, el chef lleva al comensal a explorar desde el confort.

En los postres, el tulumba, una tradicional receta griega de masa frita que se empapa en almíbar y se presenta con una elegante crema de azafrán y pistachos picados.

En los vinos hay también espacio para el descubrimiento: referencias de pequeños productores locales y libres, como Viladomat-Aragó, a vinos griegos, macedonios de monovarietal de uva poco conocida aquí y algunas joyas más. O espirituosos tan inéditos como el Mastika, un licor condimentado que se obtiene de la resina del lentisco, un árbol pequeño típico de la zona de Quíos, que es muy difícil de encontrar en Barcelona.

Para el chef, ahora el objetivo “que tenemos es investigar, ahondar más en las recetas que elaboraban nuestros abuelos para rescatar y aprender mezclas y muchas técnicas que con el tiempo, se han ido perdiendo. Con ello buscamos afinar más las similitudes y puntos en común que existen entre todas las cocinas mediterráneas. ¿Nuevos proyectos? De momento ninguno, Margarit acaba de nacer y tenemos mucho camino por recorrer”.

Con unas vistas panorámicas espectaculares al Puerto de Pollença se le plántelo a Felip Polar Estudio la propuesta del proyecto del nuevo interiorismo para el restaurante del Club Náutico de esta localidad mallorquina. Hubieron varios retos a los que el interiorista tuvo que hacer frente, siendo el principal el de tener que integrar el nuevo local en el entorno de un edificio tan importante como el club, protagonizado por muros de hormigón visto y una compleja geometría.

 

"Sin duda, estos elementos han marcado la apariencia final de nuestro pabellón", declara Polar, "y lo hemos podido resolver gracias al diseño de un espacio que pasa casi totalmente desapercibido gracias a su ligereza, sus esbeltos pilares y sus fachadas acristaladas que permiten una generosa luminosidad en todo el local".

La estudiada combinación de distintos estilos de mobiliario crea atractivos contrastes. ©Antoni Perelló
La estudiada combinación de distintos estilos de mobiliario crea atractivos contrastes. ©Antoni Perelló

Continuidad visual del interior hacia el mar
Además, otra de las peticiones que se solicitaba en cuanto a la integración de la obra en el entorno a partir de una circulación directa, fluida y fácil, se centraba en la potenciación de las vistas desde el interior del restaurante en base a una configuración ‘in-out’ del espacio. La prácticamente ausencia de muros consiguen realzar la sensación de ligereza y ésta ayuda a integrar el espacio exterior en el interior.


"Porque el espacio, aún estando cubierto y acristalado, se integra a la perfección con las terrazas exteriores y la zona de la piscina", explica el autor del proyecto, considerándose el escenario ideal para degustar la mejor gastronomía autóctona con un clima mediterráneo envidiable durante todo el año.

El singular techo central compuesto por piezas de alicatado se combina con unas lámparas tubulares de metal. ©Antoni Perelló
El singular techo central compuesto por piezas de alicatado se combina con unas lámparas tubulares de metal. ©Antoni Perelló

Un diseño mediterráneo, elegante, con un techo refrescante
La elección de los materiales para los acabados y el mobiliario también juega un papel fundamental en el resultado final con el objetivo de "buscar un ambiente fresco y marinero, sin que le reste elegancia al espacio", comenta Felip Polar. En este sentido se optó por muebles de líneas ligeras, contemporáneas y atemporales, en base a una paleta de colores centrada en el blanco, el negro y las distintas tonalidades de marrones propias de la madera y las fibras naturales.

 

El estudio, que define el diseño del nuevo restaurante del Club Náutico Puerto de Pollença de "depurado y muy cuidado" destaca también la piedra mallorquina entre los materiales utilizados, combinada con maderas tropicales. Aunque, sin lugar a dudas, todas las miradas se centran en el techo central, un diseño propio de Felip Polar compuesto por piezas cerámicas en tonos blancos y azules que, a través de sus reflejos, emulan las olas del mar.

Desarrollar el proyecto hotelero de la envergadura que implican 465 habitaciones y 4 restaurantes bajo una categoría de cinco estrellas "debe hacerse de la mano de la propiedad, porque es el proyecto de interiorismo el que debe poder adaptarse a los requisitos de ésta", declara Daniel Isern, arquitecto del estudio de arquitectura Isern & Associats.

Y el proyecto del que estamos hablando es el nuevo Atzavara Hotel & Spa, situado frente al mar de Santa Susanna (Barcelona), y perteneciente a la cadena catalana Aqua Hotel Grup. De nueva construcción, suma un total de 45.000 metros cuadrados de superficie construida, con más de 200 metros de fachada, y está enfocado tanto al cliente vacacional como al del sector MICE.

El hall del Atzavara Hotel & Spa tiene una gran cubierta acristalada de la que cuelgan diferentes figuras artesanales de madera. ©Adrià Goula
El hall del Atzavara Hotel & Spa tiene una gran cubierta acristalada de la que cuelgan diferentes figuras artesanales de madera. ©Adrià Goula

"Un hotel debe entenderse como una experiencia"

La arquitectura no intenta esconder la envergadura del edificio y habla del lenguaje de la arquitectura moderna de veraneo, que tan bien define el mediterráneo. De hecho, según Isern, en el proyecto se establece un diálogo entre ésta -blanca, contundente, con celosías y lamas de colores- y el interiorismo, entendido como una consecución de escenarios ligados entre sí por la idea del camino de ronda, un camino que a lo largo de la costa va uniendo experiencias teniendo como elemento común el lugar.
"Un hotel debe entenderse como una experiencia y es importante que un hilo conductor defina todos los espacios que el cliente encontrará, de manera que dote al conjunto de cierta coherencia", explica el arquitecto. El resultado es que cada espacio del hotel, aunque distinto, se vincula entre sí por la paleta de materiales naturales (toba, celosías, maderas, vegetación…) "que nos remiten no a nuestro edificio, si no a la idea de nuestro mediterráneo", añade.

Restaurantes diferentes bajo un concepto común

Además de las 465 habitaciones de diferentes tipologías, las 20 salas para congresos y eventos, las 7 piscinas y la zona de spa y wellness, el Atzavara Hotel & Spa ofrece también 4 restaurantes y 2 bares, cada uno con su idiosincrasia, desde el gran restaurante de buffet, diseñado como un gran mercado, al restaurante a la carta inspirado en un jardín botánico, pasando por el chiringuito de playa. Pero, sin duda, el más destacable de todos es el exclusivo pool club & restaurant Bamboo, situado en el rooftop del hotel, con vistas al mar, y que abrirá este año.

Los diferentes restaurantes se visten de mediterráneo con tonalidades marrones y azules y materiales naturales. ©Adrià Goula
Los diferentes restaurantes se visten de mediterráneo con tonalidades marrones y azules y materiales naturales. ©Adrià Goula
Las alusiones al estilo de vida mediterráneo y sus tradiciones estivales son una constante en todos y cada uno de los rincones del establecimiento, donde predomina una paleta cromática en tonalidades tierra, beiges y azul. Tan claro y evidente es el concepto vacacional que muestra el hotel, que hasta la elección de su nombre está ligada, ya que ‘Atzavara’ es el nombre de una planta típica de las costas mediterráneas, cuyas hojas llenas de vida simbolizan los espacios singulares del hotel.

Y aunque a simple vista podría parecer que el concepto hotelero vacacional responde a unas líneas de trabajo preconcebidas, Daniel Isern quiere resaltar que cada proyecto es distinto, "y no deberíamos caer en la repetición ni en la simplificación de lo que es vacacional". En este sentido, la fórmula que siguen en el estudio de arquitectura Isern & Associats es: "Primero entender el lugar como principal premisa y, desde sus necesidades específicas, intentar hacer el mejor proyecto posible".