Restaurante

Era la petición principal de los propietarios del Hotel Igeretxe, que las obras llevaran el menor tiempo posible para evitar tener cerrado el restaurante demasiado tiempo. Dicho y hecho. El estudio de interiorismo Raquel González consiguió en apenas tres meses darle un giro de 180º a la estética del nuevo espacio gastronómico La Veranda, “más acorde con la del hotel y con el entorno”, declara la autora del proyecto. 

 

Por su parte, la interiorista focalizó las prioridades en tres objetivos: ganar espacio para poder albergar más comensales, conseguir una estética joven e informal, y potenciar las vistas al Cantábrico. También quiso conservar elementos originales y característicos del local, como el hormigón visto de los pilares y la pared forrada de madera de la zona de la librería. 

Fachada del Hotel Igeretxe, situado frente a la Playa de Ereaga, en Getxo.
Fachada del Hotel Igeretxe, situado frente a la Playa de Ereaga, en Getxo.

Tonos naturales para crear un ambiente confortable

El reformado establecimiento gastronómico forma parte del Hotel Igeretxe, situado en la localidad vasca de Getxo y, más concretamente, frente a la Playa de Ereaga, por lo que se considera un lugar privilegiado para desayunar, tomar el aperitivo, comer o cenar en cualquier mes del año gracias a los diferentes espacios que ofrece. Sus 470 metros cuadrados se distribuyen en la zona del bar, el restaurante y la terraza que, a su vez, tiene una parte abierta y otra cerrada, dependiendo del servicio. 

 

El hilo conductor entre todos ellos es la combinación cromática del mostaza y el verde, adaptando el nuevo mobiliario y los revestimientos al suelo original y a los materiales nobles existentes, como los pilares, ocultos con pladur, los cuales “decidimos picarlos todos para que lucieran como elementos destacables en el nuevo espacio”, explica Raquel González.  

En el bar, los taburetes altos son de la firma Andreu World tapizados con tela de Güell Lamadrid.
En el bar, los taburetes altos son de la firma Andreu World tapizados con tela de Güell Lamadrid.

Los textiles también juegan un papel importante a la hora de crear el ambiente cálido, acogedor y cosmopolita que se buscaba en el proyecto, así como la iluminación que combina diferentes luminarias dependiendo de la zona. Por no hablar de la insonorización, tan fundamental en un lugar público, que se ha solucionado mediante paneles absorbentes acústicos con una estética acorde con el proyecto. 

Tres ambientes, todos con vistas privilegiadas de la playa

En el espacio del bar, es la barra, diseñada con un modelo clásico actualizado, la que preside el ambiente protagonizado por varias mesas altas con taburetes,  que comparten el sobre de mármol negro veteado que aporta un toque elegante. Y en una de las esquinas de la barra y a petición del propietario, se ha creado un espacio gourmet dedicado a embutidos que se ofrecen con servicio al corte. 

 

En la zona del restaurante, la combinación de mesas redondas y cuadradas de la firma Casual, con asientos también diferentes en formato de butacas y bancos tapizados y sillas de estilo retro de Ton permite poder jugar con distintas distribuciones según las necesidades del local para aprovechar mejor el espacio, siendo uno de los objetivos del proyecto. Cabe destacar el detalle de la pared de azulejos de Nais que acoge la librería original del local. 

En La Veranda, las vistas al mar acompañan todos sus servicios gastronómicos.
En La Veranda, las vistas al mar acompañan todos sus servicios gastronómicos.

La terraza es la gran protagonista del establecimiento gracias a sus privilegiadas vistas al mar y el proyecto ha contemplado la propuesta de una zona semicubierta para el servicio de restaurante, con el mismo estilo de mobiliario que el interior, y otra zona abierta destinada al bar con un ambiente tipo chill out con mesas bajas más informales, con piezas de las marcas EMU y Piet Boon. 

 

La propuesta culinaria de La Veranda comprende menús del día saludables de gastronomía tradicional que sorprende por sus matices y la calidad de la materia prima, además de una barra de pintxos muy variada y unaamplia carta de comida ligera y fresca hasta después de la puesta de sol. Y todo ello en uno de los mejores ambientes de Getxo y con música en directo con artistas de la zona. 

Durante varias décadas el Racó d’en Cesc ha sido todo un referente del buen comer en Barcelona. Un establecimiento culinario reconocido por su confort y privacidad, y por su cocina y sus maridajes con cervezas artesanas. Buena parte de “la culpa” de haber ensalzado hasta la categoría de “imprescindible” a este establecimiento barcelonés la tiene Toni Romero (Barcelona, 1969), al frente de los fogones del Racó d’en Cesc durante los últimos 30 años.  

 

Este 2023, sin embargo, el chef ha emprendido una nueva andadura, dejando atrás ese capítulo de éxitos y reconocimientos por su labor en el templo de la cocina catalana actualizada. Ahora, Toni Romero muestra su faceta más rockera, más transgresora y divertida en Bart Gastronòmic, un pequeño local santboiano en donde quiere demostrar que la alta cocina también puede tener forma de hamburguesa.   

Toni Romero en su nuevo establecimiento, Bart Gastronòmic (©Isabel Acevedo)
Toni Romero en su nuevo establecimiento, Bart Gastronòmic (©Isabel Acevedo)
Toni, antes de entrar en materia, nos encantaría saber ¿cómo y por qué entraste en el mundo de la cocina?

TR. Mi padre, mis tíos, mis primos eran y son cocineros. Así que, supongo que fue algo natural. A los 15 años me puse a trabajar en uno de los restaurantes de la familia y decidí que aquello era lo mío. Luego me fui a trabajar a un restaurante de Sarrià que se llamaba Churchill, y que por aquella época bastante famoso. Y de allí a otro y a otro y a otro… Soy 100% autodidacta, porque no estudié Cocina en ninguna Escuela de Hostelería. Eso sí, he aprendido de todos y cada uno de los restaurantes por los que he pasado, desde los más sencillos a los de alta cocina. He tenido la suerte de estar en restaurantes muy afamados, como La Dama o el Grupo Paradís, y he tenido el privilegio de trabajar también con el maestro Lladonosa… Y de todos ellos fui cogiendo un poquito de aquí y otro de allí. Porque todos tenían algo especial, que yo luego le daba la vuelta y lo adaptaba a mi forma de cocinar.

¿Cuál es la mejor lección que has aprendido de tu familia “cocinera”?
TR. De ellos he aprendido el sacrificio. Porque antes esta profesión no era tan afable como lo puede ser ahora. Y yo aprendí que para ser chef hay que sacrificar muchas otras cosas de tu vida.

30 años en los fogones del Racó d’en Cesc

Y de aquella etapa formativa, al Racó d’en Cesc.

TR. Sí. Con ellos he estado 30 años, que son muchos. Son como mi familia. Allí he podido dar rienda suela a la técnica y a todo lo que fui aprendiendo de jovencito. Porque al Racó entré con 24 años. Y me siento muy afortunado por todo lo vivido en El Racó d’en Cesc. Hemos hecho muchísimas cosas de las que me siento orgulloso. Sobre todo, porque recuerdo que cuando entré, en el año 1992, me encontré con una cocina muy sencilla y algo anticuada, y le dimos un vuelco total.

 

De una carta de más de 80 platos, nos quedamos con una veintena de platos que cambiaban por temporada y con las sugerencias del día, según lo que comprábamos en el mercado. Hacíamos cocina catalana actualizada, y como nunca paré de aprender yendo a congresos, visitando muchos otros restaurantes, y haciendo cursillos y talleres, pudimos ir evolucionando también la carta del restaurante.

¿Cómo te defines como chef?
TR. Soy un apasionado de la cocina y de la gastronomía, un chef inquieto, al que le gusta estar siempre creando y pensando en el nuevo plato que haré, en la nueva receta. Mi cabeza va muy rápido siempre.
Supongo que esa faceta de “inquietud” constante fue la que te llevó también a entrar en el terreno de las cervezas artesanas…
TR. Sí. Más o menos en 2010, cuando entró al Racó d’en Cesc Edgar Rodríguez empezamos a investigar sobre la cerveza artesana. A él ya le gustaba el tema y me condujo a mí. Así hicimos muchas cosas juntos, maridajes sorprendentes y cervezas únicas. Y es que, yo soy de los que piensa que si quieres ofrecer algo a tus comensales, primero tienes que conocerlo y probarlo y entenderlo muy bien. Así que me puse a estudiar y a investigar y a hacer en casa cerveza casera. Empecé con una olla de 50 litros, y acabamos Edgar y yo haciendo cervezas a litros en fábricas artesanas.
¿Recuerdas cuál fue la primera de esas cervezas?
TR. Sí, fue para el 25 aniversario del restaurante y la llamamos Cesc, una cerveza con una infusión de manzanilla y pimienta de Sichuan muy equilibrada, muy gastronómica. Y de aquella, la siguiente fue la Black 201, con trigo y naranja; luego la Marialuisa; la Plancton; una de melocotón…y la de alcachofa, que fue todo un éxito.
Bueno, digamos que era natural para ti, que vives en Sant Boi, trabajar con la alcachofa, ¿no?

TR. Por supuesto. Además, soy un apasionado del producto de proximidad, y trabajo con los productores del Parc Agrari del Baix Llobregat y especialmente con la Cooperativa Agrícola de Sant Boi. Es un lujo para un cocinero de ciudad poder tener productos frescos de tanta calidad, y cultivados tan cerca. Además, son colaboraciones que van más allá de la cocina, porque también participamos con ellos en Jornadas Gastronómicas como el Març Gastronòmic o la Carxofada de Sant Boi, vamos a ponencias y congresos como el Fòrum Gastronòmic o Alimentaria a mostrar la cocina de proximidad.

De Barcelona, a Sant Boi

Y hablando de proximidad, por fin “has vuelto a casa”, a Sant Boi (donde resides)…
TR. Sí. Era algo que me iba rondando desde hace tiempo. Tenía ganas de volver a casa, con los míos -que me han visto bien poco en todos estos años-, e iniciar una etapa más tranquila. Y lo hacemos en Bart Gastronòmic, una hamburguesería donde queremos demostrar que las hamburguesas no siempre es fast food, que pueden ser platos de alta cocina.
¿Cuándo y por qué tomaste la decisión de dejar El Racó d’en Cesc?
TR. En principio, el proyecto lo íbamos a emprender juntos, Iván Cánovas y yo. Iba a ser una cadena de hamburgueserías, y yo iba a compatibilizar ambos trabajos. Pero nos pilló la pandemia y tuvimos que replantearnos todo de nuevo. Finalmente, con todo lo que pasó, me hizo pensar que realmente lo que me apetecía era bajar el ritmo, y emprender algo junto a mi familia, en casa. En Bart Gastronòmic tengo a mis dos hijos ayudándome, y a mi mujer, María, con el obrador de pastelería Romaní de Sant Boi, encargándose de la partida de postres creativos de muy alto nivel, al acorde con nuestra carta.
¿Y por qué una hamburguesería o no una pizzería?
TR. La pizzería, ya llegará (sonríe) Y una hamburguesería, ¿por qué no? Muchos chefs de alta cocina también han montado hamburgueserías, o conceptos de cocina más informal. A mí me apetecía muchísimo demostrar que se puede hacer hamburguesas de autor, hamburguesas de alta cocina, que es lo que hacemos en Bart Gastronòmic. Hay que dejar de asociar este plato al mundo del fast food.
Algunos dirán que te has subido al carro del nuevo boom de las hamburguesas de autor.
TR. Sí, efectivamente, hay un boom de nuevas hamburgueserías, pero creo que lo que hacemos aquí es un punto diferente a todo lo que he visto y probado. Trabajamos todos los detalles como si fuera alta cocina, desde el pan, que hacemos nosotros con masa madre, largas fermentaciones, ingredientes y recetas diferentes como el pan de alcachofa; hasta todo el resto de los ingredientes que usamos, la mayoría de proximidad y de payeses del Baix, como decía antes. Utilizamos carnes nobles -hemos tenido hasta ocho tipos distintos de carnes-, pero también realizamos otras “fantasías”, como la hamburguesa de sepia, u otras que haremos, como una que tengo en mente con langostinos.

La hamburguesa, un arte

¿Y lo de BART? ¿Algo que ver con el famoso personaje de dibujos animados?
TR. No, para nada. Es la contracción de “Burger” y “ART”, arte en catalán. Aunque haya acabado recordando al protagonista de los Simpson… (bromea) Queríamos que incluso en el nombre se viera que lo que hacemos aquí quiere ser diferente. Queremos elevar la hamburguesa a la categoría de arte, en Bart Gastronòmic hacemos hamburguesas gastronómicas. Así es como nos salen platos como las manitas de cerdo rellenas de butifarra del Perol con trufa; la de costillas de angus beef a baja temperatura; o la de carne de buey madurada con queso brie y anacardos tostados. O la hamburguesa con salsa Café de París, que recuerda al mítico plato tan de moda en los años 80.
¿Y en el apartado de las cervezas, hay algo de arte, también?
TR. ¡Por supuesto! Solo tenemos cervezas artesanas, la mayoría de elaboración propia. Y siempre ofrecemos nuestras nuevas creaciones. Por ejemplo, en breve estrenaremos una kombucha lupulada que además ayudará a recuperarse después de practicar deporte; y otra edición de la Marialuisa en versión IPA, con una intensidad increíble.
30 años creando platos y cocinándolos en el Racó d’en Cesc, ¿no echas de menos la elaboración de otros tipos de platos, que no sean hamburguesas?
TR. Claro. Uno lleva en el ADN la profesión de chef. Yo llevo la cocina en vena, por eso, los fines de semana dejo volar algo más mi faceta creativa y ofrecemos sugerencias diferentes, como una exquisita fideuà con mayonesa de trufa y kikos. O si viene producto fresco de mercado, invento al momento cómo ofrecerlo. Por ejemplo, el otro día entraron una sepietas de costa que hicimos con puntillitas de alcachofa, calçots, con picada de romesco y cebolla crujiente. O ahora, que estoy investigando con los buñuelos de bacalao a los que les inyecto un pil il de cebollino… y están quedando deliciosos.
¿Y no echas tampoco de menos estar en la primera línea de la gastronomía barcelonesa?

TR. ¿Qué es estar en la primera línea? Que la gente venga a decir lo bien que lo hacemos. Ahora, también lo hacen, pero en otra liga. La satisfacción es la misma. Evidentemente que me llevo muchísimos buenos recuerdos del Racó d’en Cesc, han sido muchos años. Lo hemos pasado muy bien y muy mal, también.

 

He vivido momentos incomparables, como cuando venían a comer los Reyes y te felicitaban por tu cocina… O cuando los clientes me decían que estaba loco por ofrecer unos espaguetis de chocolate y naranja, que luego se quedaron en carta. Por todo ello, les estaré muy agradecido, pero estoy ahora en otro momento. Tenía la necesidad de frenar el ritmo y de buscar un refugio donde no viviera con tanto estrés. Porque estar en lo alto conlleva mucho sacrificio y estrés.

Con lo inquieto que eres… ¿habrá más Bart Gastronòmic o más proyectos?
TR. Habrá más cosas, seguro. Pero aún estamos consolidando el nuevo proyecto. Solo hace un año que abrimos, y justo ahora empezamos a ver que esto funciona, que ha gustado y gusta mucho. Empezamos a tener clientes fijos que aprecian lo que hacemos, que saben que aquí damos algo muy exclusivo, que pueden saborear alta cocina en forma de hamburguesa, pero sobre todo, que vienen también a disfrutar y a divertirse. Estamos recogiendo ya los frutos.
Hamburguesa de Bart Gastronòmic (©Isabel Acevedo)
Hamburguesa de Bart Gastronòmic (©Isabel Acevedo)
¡Error, el grupo no existe! ¡Comprueba la sintaxis! (ID: 9)

Brutus. El nombre no es casual. Hace referencia al brutalismo, movimiento arquitectónico de los años 50, tan latente en los diferentes espacios del nuevo restaurante diseñado por Sandra Tarruella Interioristas, debido al uso de hormigón y la estructura vista, además de texturas ásperas y tonos grises. Este fue el punto de partida del proyecto.

 

Se trata de un restaurante italiano que ofrece servicio de brunch, comidas y cenas y donde el cliente puede ver la preparación de los platos gracias a su cocina mayormente abierta y a las tres barras que tiene en el centro del local destinadas a bar, preparación y cocinado, dando como resultado un local dinámico y honesto.

El color primario en el brutalismo, el naranja, se ha utilizado en algunos elementos del local, como el horno de la pizza
El color primario en el brutalismo, el naranja, se ha utilizado en algunos elementos del local, como el horno de la pizza (©Salva Lopez)

La distribución del nuevo restaurante se plantea con una entrada a modo de salón para esperar el turno o para tomar un cóctel después de comer. Y luego está la zona principal con mesas redondas y cuadradas para grupos pequeños y parejas, incluyendo una acomodación con bancos para clientes más numerosos. Todo el mobiliario ha sido diseñado a medida por el estudio de interiorismo en madera de ipé y teca para aportar la calidez que contrasta con el frío material predominante.

 

El interior del local está conectado con la terraza de forma que ambos ambientes se integran como si fueran uno solo, teniendo en cuenta el agradable clima de la isla a lo largo del año. Macetas a diferentes alturas que por la noche se iluminan y el protagonismo del algarrobo como árbol autóctono crean una agradable ambientación exterior.

El restaurante Brutus cuenta con la terraza central del edificio y con la planta baja de uno de los bloques (©Salva López)
El restaurante Brutus cuenta con la terraza central del edificio y con la planta baja de uno de los bloques (©Salva López)

El proyecto Gomila y la familia Fluxà

El nuevo restaurante Brutus está ubicado en la Plaza Gomila, punto neurálgico de uno de los barrios más emblemáticos de Palma, El Terreno, que vivió su época gloriosa en los 80, como la zona de ocio nocturno más popular de la capital balear. Tras unos años de decadencia, el lugar se encuentra actualmente en pleno proceso de revitalización gracias al llamado proyecto Gomila.

 

Detrás de este plan urbanístico está la familia Fluxà, propietaria de la marca mallorquina de zapatos Camper, quien adquirió una serie de edificios y solares en el entorno de la plaza y pidió a los arquitectos GRAS  y MVRDV que desarrollaran un proyecto. Cada uno de los siete edificios ofrece un cromatismo y una identidad propia y el restaurante Brutus se halla en el de color blanco.

El proyecto Gomila abarca varios edificios de diferentes colores (©Salva López).
El proyecto Gomila abarca varios edificios de diferentes colores (©Salva López).

El local que acoge El Chalet Suizo by Quesos de Suiza  estaba en desuso desde el 2020 hasta que la empresa pública CETURSA y SWITZERLAND CHEESE MARKETING S.L. (compañía propiedad del gobierno suizo, encargada de promocionar el producto en España) decidieron unirse en una ‘joint venture’ que ha dado como fruto esta exitosa colaboración en el ámbito de la restauración.

Interior del restaurante El Chalet Suizo by Quesos de Suiza protagonizado por la madera y el color rojo
Interior del restaurante El Chalet Suizo by Quesos de Suiza protagonizado por la madera y el color rojo

Situado en la cota 2500 de la estación de esquí más meridional de Europa, Sierra Nevada, se presenta este nuevo restaurante cuyo proyecto de interiorismo ha desarrollado 118 Studio , asumiendo una rehabilitación integral del local en la que el uso de los materiales constructivos tradicionales de la zona, como la madera y la piedra granítica, debía ser protagonistas.

La edificación de líneas simples, con tejado a dos aguas, amplios aleros y techos y fachadas proyectados al exterior, reinterpreta la arquitectura típica de un chalet suizo. El establecimiento ofrece un espacio interior de 280 metros cuadrados cálido y acogedor gracias al uso de la madera, y donde destaca el color rojo como símbolo de la bandera del país helvético, que comparte también la imagen corporativa de Quesos de Suiza.

Detalle de la terraza con vistas a las pistas de esquí de Sierra Nevada
Detalle de la terraza con vistas a las pistas de esquí de Sierra Nevada

Proyecto interior y exterior integrado en el paisaje 

El interiorismo se compone de una cocina a la vista, así como de mobiliario moderno de piezas sencillas, bancadas rojas a medida, tableros de pizarra en la pared para mostrar las especialidades y carteles de neón con el nombre de algunos quesos. La obra ha contado con la colaboración y patrocinio de Cosentino, que ha suministrado el material ultra compacto Dekton® en acabado Bromo, que recubre el perímetro del local a una altura de 120 centímetros y la encimera de la barra del bar.

En los exteriores del establecimiento, de más de 500 metros cuadrados, 118 Studio ha distribuido una zona de bar, lounge, hamacas y restaurante, con mobiliario de la marca Vondom, cojines y mantas para combatir el frío y una llamativa señalización exterior.

Cocinero preparando una raclette con Quesos de Suiza
Cocinero preparando una raclette con Quesos de Suiza

Los mejores quesos suizos a prueba de frío 

Como se deduce del nombre del restaurante -El Chalet Suizo by Quesos de Suiza-, las especialidades que los comensales pueden disfrutar son la Fondue, la Raclette y una cuidada selección de Quesos de Suiza entre los que destacan: Le Gruyère AOP, Emmentaler AOP y Le Tête de Moine AOP.

Actualmente 118 Studio está ultimando el proyecto de interiorismo del próximo Chalet Suizo en Formigal – Aramón.

Restaurante italiano de día y coctelería de noche, el G&P Tuset, situado en la mítica calle del mismo nombre, ha renovado su local para posicionarse como un referente en la zona por su cocina, sus combinados y su interiorismo.

118 Studio, encargado de la renovación de su imagen, se adaptó a la filosofía y a los valores de la propiedad, mezclando el espíritu desenfadado de la ‘Dolce Vita italiana y la identidad y modernidad de lo que fue ‘Tuset Street’. El resultado que presenta G&P Tuset es una imagen sofisticada, mezcla de una estética histórica y una arquitectura contemporánea.

Foto 1 (© Víctor Montoro)
La Dolce Vita significa en italiano “la buena vida”, una forma equilibrada que proporciona placer, satisfacción y felicidad. © Víctor Montoro, de Playfiction
Materiales como el latón, el mármol, el alicatado cromático, el hierro, las molduras, los espejos, los textiles y una cuidada iluminación protagonizan los diferentes ambientes del local, con cierto protagonismo al color. En este sentido, la identidad del restaurante se basa en el tono salmón para el alicatado, con más o menos intensidad, y el elegante midnight blue para los textiles.

Un interiorismo rompedor para los baños 

Pero para protagonismo el que se llevan los baños del restaurante. Tomando como excusa la imagen de un búho -símbolo familiar de la propiedad-, 118 Studio dio rienda suelta a un diseño único, divertido y desenfadado, con una estética rompedora sobre la imagen de este animal de más de dos metros de altura y los ojos hechos de espejo.

Los colores negros y amarillo son la base sobre la que se implementa un juego de iluminación con tecnología led de última generación que hace que el espacio vaya cambiando de aspecto según se refleja en los materiales y las piezas, logrando un divertido efecto transformador.

Foto 2 (© Víctor Montoro)
Gracias a la iluminación led, puedes entrar en el baño con un ambiente y salir con otro. © Víctor Montoro, de Playfiction

En 2020, en plena pandemia, algunos “valientes” restauradores no frenaron sus proyectos de nuevos negocios. Fue el caso de los impulsores del Bar Mono en Barcelona. Y es que, llevaban meses -y años- (desde 2018) cocinando a fuego lento su sueño: abrir un restaurante de cocina saludable, sana, pero también moderna y para todos los paladares.

 

Así, tras meses de reformas de un local idealmente ubicado junto a la Plaça del Pi, en el corazón de la Ciudad Condal (Pl. Sant Josep Oriol 4), el Bar Mono abrió sus puertas en julio de 2020, adaptándose a todas las medidas y restricciones anticovid. Pero fue ya en 2021, y con la nueva normalidad, cuando el restaurante renació y se convirtió en el local de moda.

 

Su propuesta era infalible: 365 días de cocina ininterrumpida, propuestas gastronómicas donde brilla una perfecta fusión de cocina mediterránea con toques multiculturales; y una decoración moderna, cálida y con estilo, que invita, sobre todo, a compartir buenos momentos.

 

Desde su apertura, y hasta este otoño de 2022, el chef Francesc Fernández, dirigió los fogones, y aportó su experiencia mezclando sabiamente bases de cocina mediterránea con algunos toques de aquí y de allí (de oriente, especialmente). El Bar Mono se popularizó entre el público local, por sus deliciosos arroces, y por otros platos como el Tomahawk de vaca vieja madurada, Café de París y Demi-Glace, o sus divertidas y refrescantes propuestas de street food. Pero también se convirtió en imprescindible para un turista que regresaba a Barcelona y que buscaba un local céntrico para saborear unas buenas patatas bravas, unas croquetas de buey deliciosas, una tortilla abierta de setas de temporada, botifarra del perol y ajos tiernos, o unos huevos estrellados o cabreados con jamón ibérico o con gulas.

Y ahora, en Sant Cugat 

Tras el éxito del Bar Mono en Barcelona, este abril de 2022 los tres impulsores del proyecto, encabezados por el empresario Haykel Vidal, han abierto en Sant Cugat un nuevo Bar Mona, esta vez mucho más amplio (en Barcelona es para 100 comensales, en Sant cugat, para 250).

Nuevamente, la ubicación ha sido muy acertada. Así, y gracias a la amistad que mantienen con su anterior propietario, se han hecho con un local mítico del municipio, el Mesón de Sant Cugat (Pl. d’Octavià, 6), un bar muy frecuentado por personalidades sancugatenses, “un lugar mágico y emblemático”, en palabras de Vidal.

 

De hecho, tal y como remarca Haykel Vidal, “hemos querido hacerle un homenaje al antiguo local”, por eso, no han querido borrar todas sus huellas, manteniendo la estructura del local y conservando algunos elementos decorativos, como un cartel luminoso y algunas fotos que siempre recordarán al popular bar de Sant Cugat.

 

El nuevo Bar Mono, sin embargo, respira modernidad y nuevos aires, con decoración de Daniel Poch y arquitectura de Salvador Llobet. La idea del nuevo Bar Mono es convertirlo en un establecimiento para que los comensales “compartan” tapas, platillos, ensaladas, street food, brasas y arroces. “Algo primordial para nosotros es que la carta sea amplia, que un día puedas picar algo y otro darte un homenaje”, cuenta Haykel Vidal.

 

Entre los platos que más destacan está el arroz de secreto ibérico y trompetas de la muerte, que ya se considera uno de sus platos estrella, tras triunfar durante mucho tiempo en su local hermano de Barcelona. Sin embargo, según asegura Vidal, “hay muchos platos nuevos en cartera, esperando buenos momentos para probarlos con nuestros clientes”. Platos que se diseñan en equipo, tanto con los chefs, como con los socios fundadores y otros trabajadores (entre los dos restaurantes suman unos 75 profesionales).

 

Así se selecciona también la gran variedad de vinos expresamente escogidos para complementar sus platos, tanto de proximidad como de bodegas nacionales e internacionales. Y, a destacar, la buena oferta de cócteles clásicos y exclusivos, como mojitos, Moscow Mules, Bloody Marys o Micheladas. No en vano, Haykel Vidal es un empresario con larga trayectoria profesional en el sector del ocio nocturno, por lo que la selección de bebidas es algo que cuida al detalle.

Del ocio nocturno a la gastronomía 

Para Haykel Vidal su paso a la restauración y al mundo de la gastronomía le ha venido de forma muy natural, ya que como gerente de locales barceloneses de ocio nocturno de gran éxito, como el conocido y popular Gatsby, dar el paso a la hostelería era algo lógico. “En Cocobongo o Gatsby juntamos las cenas y las copas, y fue así como me enganché a la restauración. Es mágica, me sedució, y descubrí muy pronto que era algo que me encanta”, asegura el empresario.

 

Ahora, su mirada está puesta en la playa. A medio plazo, quieren seguir creciendo y lo harán en zona costera, no en vano, “hacemos muy buenos arroces”, subraya Haykel Vidal, y abrir en la playa sería algo lógico y natural.

 

Este 2022, pese a la inflación, “ha sido un muy buen año, sobre todo en verano”, añade Vidal, aunque augura que en breve la restauración, en general, “tendrá que subir precios, porque los suministros, alquileres, impuestos y materias primas son una losa cada vez más grande.

 

Tenemos que tener liquidez para poder pagar más a nuestro personal, a nuestros profesionales, o corremos el riesgo de que emigren a otros sectores, con mejores horarios y condiciones en general”, añade Vidal. De hecho, el empresario espera que haya más apoyo institucional: “espero también, tarde o temprano, que llegue un giro en lo que se refiere al apoyo institucional. Somos -los hosteleros de Barcelona- de los que tienen envidia a otras ciudades como Madrid o Sevilla… ciudades donde dan muchas más facilidades en todo: terrazas, impuestos, etc… Si queremos recuperar el centro de Barcelona, empecemos por apoyar sus negocios, y, por ejemplo, no tardar 20 meses en dar una licencia de obras, ni prohibir terrazas donde se pueden poner perfectamente”.

 

Pero el 2023 lo ve con optimismo: “lo encaramos con ilusión, con ganas de mejorar, crear, aprender y seguir creciendo como equipo de profesionales”.

Desde su inicio, Basque Culinary Center se jacta de dotar de formación superior, centrada en la investigación, innovación y promoción de la gastronomía y la alimentación. “Trabajamos para impulsar la gastronomía” es uno de sus lemas. Es una institución académica pionera a nivel mundial, que integra la Facultad de Ciencias Gastronómicas adscrita a Mondragon Unibertsitatea y un Centro de Innovación e Investigación, BCC Innovation.

 

La Asociación Diálogo organiza cada año el Prix Diálogo con el objetivo de promover y desarrollar la cooperación y la amistad hispano-francesa, galardonando a organismos o personalidades representativos en diferentes sectores. Este año, el 19º Prix Diálogo en su edición de 2022 ha sido concedido a las escuelas de arte culinario y de gastronomía Basque Culinary Center y Le Cordon Bleu. Por este motivo y para saber más proyectos sobre esta importante institución, Caternewsdigital entrevista a Joxe Mari Aizega, director de Basque Culinary Center.

Basque culinary center

El Prix Diálogo de esta edición 2022 ha sido concedido a vuestra escuela y también al Cordon Bleu. ¿Qué significa este reconocimiento para el centro? 

JM. En general, que una organización, sea cual sea, reconozca el trabajo que venimos haciendo desde esto 11 años que tenemos de actividad, es muy bonito y motivador. En este caso concreto del Prix Diálogos, nosotros cuando empezamos a diseñar lo que iba a ser el Basque Culinary Center, uno de los centros que analizamos era Cordon Bleu, que tiene más de 125 años de vida, que es un gran centro con mucho recorrido, y que ahora recibamos un premio conjunto, ellos como entidad de referencia francesa y nosotros como entidad de referencia en España, creo que es súper bonito, muy emocionante y nos ha alegrado mucho.

Estáis continuamente innovando. ¿Vais a tener unas segundas instalaciones en el centro de Donosti para ello?

JM. Para nosotros, la innovación y emprender han sido los ejes de desarrollo de Basque Culinary Center en toda su trayectoria. Hemos sido y somos una entidad que está innovando permanentemente desde la formación, en investigación, en proyectos, en eventos… De alguna forma, hace ya un par de años empezamos a pensar en el futuro, hicimos una hoja de ruta estratégica, y decidimos que íbamos a impulsar todavía más la parte de conocimiento, la investigación, la innovación y el emprendimiento, y de ahí surge el proyecto GOE, Gastronomy Open Ecosystem, que va a suponer construir un nuevo edificio de 9.000 m2 en el centro de la ciudad, porque queremos apostar por crear un distrito urbano de innovación e integrar al ciudadano en los procesos de innovación, y por eso bajamos del parque tecnológico donde estamos ahora a la ciudad.

¿Tenéis previsión de cuándo se abrirá? 

JM. Esto tiene su proceso, lanzamos un concurso internacional de arquitectura, que ganó un estudio danés que es referente mundial, Bjarke Ingels Group, y ya hemos adjudicado el diseño y la gestión del edificio. Justo estamos ahora mismo haciendo el proyecto básico el edificio, luego el proyecto de ejecución, con la idea de comenzar las obras en verano del año que viene y, si se cumplen los plazos, a finales de 2024 habremos terminado el edificio.
Edificio basque culinary center

¿Tenéis alguna herramienta que permita conocer qué alumnos han escalado a posiciones notorias? ¿Qué contacto tenéis con aquellos que ya han sido chefs propietarios de negocios?

JM. Tenemos un departamento de alumni que está permanentemente en contacto con ellos, desde conocer lo que hacen hasta ofertas laborales que recibimos, propuestas de todo tipo que recibimos, desde que nos ofrecen un restaurante hasta que nos proponen un proyecto.

 

Además, en los últimos tiempos decidimos que íbamos a impulsar muy activamente el talento joven, y hacemos varias iniciativas, tanto para alumni, dándoles visibilidad, organizando jornadas y encuentros, como iniciativas en las que también integramos a otros jóvenes, que no tienen por qué ser alumni, y hacemos, por ejemplo, una lista de 100 jóvenes talentos de la gastronomía española, donde en toda la cadena de valor de la gastronomía identificamos a 100 jóvenes menores de 35 años. Hemos decidido que nuestro rol natural es impulsar el talento joven y sus logros, para darles apoyo y visibilidad.

¿Cómo han cambiado los estudios de cocina en estos años? ¿Cómo veis el fenómeno Food Tech?

JM. El mundo evoluciona muy rápido, y también la gastronomía en general, y esto nos obliga a estar permanentemente actualizando contenidos. Y también la cocina: hace 11 años estaba muy basada en la vanguardia, la cocina molecular, la cocina creativa, y en los últimos años han cogido mucha fuerza las técnicas más vinculadas con las fermentaciones, la cocina enzimática, incluso lo silvestre, el producto, el aprovechamiento integral. En estos años hemo ido evolucionando los contenidos culinarios. El mundo cambia y nosotros, como entidad innovadora, tenemos que cambiar también con el mundo y, si podemos, anticiparnos un poquito, pero es un cambio permanente.

 

Nosotros tenemos acuñada una expresión que nos guía, que es "gastronomía 360 grados", y en ese ámbito también está el Food Tech, y tenemos aceleradoras, trabajamos con startups en procesos de aceleración, organizando eventos tanto en España como fuera, por ejemplo la semana que viene estaremos en Copenhague organizando un evento de Food Tech en el ecosistema nórdico.

 

También somos socios de fondos de inversión, porque queríamos colaborar en herramientas para ayudar al mundo Food Tech, ya que hay un movimiento muy grande en proteínas alternativas, blockchain aplicado a la alimentación. Incluso pusimos en marcha hace cuatro años un laboratorio, que se llama LABE Digital Gastronomy, para promover la digitalización de la gastronomía. Tenemos muchas actividades vinculadas con el mundo Food Tech.

Estudiantes Basque Culinary Center

¿Qué retos tenéis para 2023?

JM. Primero, mantener la innovación permanente, y eso significa ir pensando en nuevas necesidades de formación y, por tanto, lanzar nuevos programas. Un segundo gran proyecto es el GOE. Para nosotros, el esfuerzo de construir un nuevo edificio, que quiere ser también un hub de innovación global en el ámbito de la gastronomía, es uno de los grandes proyectos de 2023.

¿Puede la formación online perjudicar al valor añadido que supone una formación presencial, y más en este tipo de estudios? ¿Vais a combinar ambos tipos de formación?

JM. Nuestra realidad es que cada formación tiene su espacio y su sentido. Tenemos grados y masters que son presenciales, obviamente todo tiene una capa digital porque hoy en día nada es 100% presencial, todos tienen contenidos digitales, contenidos que son como capas, pero es verdad que principalmente son presenciales, y luego tenemos programas que son online, incluso masters concretos, que tienen capas presenciales también algunos de ellos, y otros son 100% online.

 

Creo que se trata de ser flexibles y adaptar los programas de formación a cada necesidad y cada perfil de persona. Hay algunos que quieren venir, quieren estar aquí y quieren vivir la experiencia presencialmente, porque es diferente, pero hay otros que quieren formarse y no pueden o no quieren venir y puede ser 100% online. Y luego hay programas que son híbridos. Creo que hay espacios para todos.

¿Qué actividades tenéis en cuanto a la sostenibilidad?

JM. Obviamente, como nosotros hemos querido ser una entidad contemporánea en todos los ámbitos ya desde nuestra creación, el reto de la sostenibilidad lo hemos trabajado siempre y tenemos un plan de desarrollo sostenible. Cada cuatro años hacemos un plan estratégico y cada año el plan de desarrollo sostenible lo impregna todo, desde programas de formación -en el grado y los masters hay formación y prácticas vinculadas con sostenibilidad en todos los ámbitos, residuos, aprovechamiento integral del producto, clasificación- hasta programas específicos de gestión para profesionales.

 

En el centro tecnológico hay una línea de investigación de sostenibilidad, y trabajamos con instituciones y empresas en diferentes proyectos en relación con el ámbito de la sostenibilidad. Hacemos publicaciones, por ejemplo, hace unos meses publicamos con la Secretaría General Iberoamericana que reúne a 22 países de Iberoamérica, un informe de la contribución de la gastronomía a los objetivos de desarrollo sostenible. Creo que somos una entidad que aplica estrategias y acciones en todos los ámbitos de la sostenibilidad. Esa visión holística 360 grados también la aplicamos en esto.

¿Hacia dónde cree que va el sector Horeca?

JM. Ahora mismo, en términos de clientes, está viviendo un buen momento. Es verdad que, depende de las ciudades y entornos se concentra todo bastante en fines de semana, pero los hábitos de disfrute están cambiando. Es la gran actividad social, y eso hace que en épocas de celebración y fines de semana se trabaja muchísimo, y creo que el sector seguirá estando en auge.

 

Cada vez hay una mayor concienciación, hablando de sostenibilidad, en torno al producto y a la proximidad. Tenemos un gran reto en atracción y fidelización de talento, y el sector está evolucionando hacia propuestas orientadas a atraer y fidelizar talento, ajustando condiciones laborales, horarios, etc. Creo que estamos en una fase de transformación también en esto y también en la gestión empresarial del sector.

¡Error, el grupo no existe! ¡Comprueba la sintaxis! (ID: 9)

Saüc, Disfrutar, Tickets, Pakta, Mont Bar… Todos tienen un denominador en común. Todos han sido “escuela” de Jaume Marambio, uno de los jóvenes chef están despuntando en el universo gastronómico barcelonés, y chef y propietario de Alapar.

 

Jaume (1990) es uno de los pupilos aventajados de la factoría elBarrio -grupo creado por los hermanos Iglesias y los Adrià que llegó a revolucionar el entramado culinario de Barcelona antes de la pandemia-. Junto a su compañera Vicky Maccarone se ha lanzado en solitario (o a la par, para ser más exactos) inaugurando este año Alapar, un proyecto gastronómico en el local que ocupó el Pakta, donde el cocinero fue jefe de cocina. El formato elegido para su estreno como empresario restaurador es el de una bodega mediterráneo-japonesa, o “izakaya de aquí”, como les gusta decir.

 

Su ubicación, en la calle Lleida de Barcelona, junto al mítico Rías de Galicia, lo hace accesible a un grueso de clientes que aprecian el buen comer. Pero también es un auténtico reto, pues tiene que competir con el recuerdo de lo que fue uno de los locales más de moda de la ciudad, así como con la nueva ola de locales que han abierto este año a la sombra de grandes empresarios o imponentes chefs.

 

Pero ni Jaume ni su socia y compañera (y jefa de sala), se amedrentan. Lo único que sucede es que consiguen más impulso para hacer las cosas bien, con técnica y un producto que quita el hipo. Saben que la clave del éxito es trabajar muy bien y con técnica un producto de primera calidad y siempre respetando la temporalidad. Es un producto mediterráneo donde se aplican técnicas asiáticas de cocción, de encurtidos, de marinados y de cortes. “Hemos crecido en esta profesión a la par, y así queremos que sea nuestro restaurante. Juntamos dos culturas que a la par son una maravilla”, explican Jaume y Vicky.

El chef cocinando en la barra

En tiempo récord, solo unos meses después de haber inaugurado, habéis conseguido colocar Alapar entre los “imprescindibles” de Barcelona ¿Cuál es el secreto? 

J. No hay secreto alguno, solo mucho trabajo y esfuerzo. Somos un gran equipo, y eso es una suerte, porque donde no llega uno el otro lo cubre y viceversa. Es verdad que los dos primeros meses costó mucho, pero creemos que ahora hemos conseguido una pequeña estabilidad que esperamos que dure. 

Sería duro porque abrir un restaurante en Barcelona y sin respaldo de inversores no debe ser fácil. 

J. Efectivamente, lo hemos hecho los dos solos, con nuestros ahorros… bueno, podría decirse que el socio es el banco… Pero para bien o para mal, es un orgullo decir que Alapar es absolutamente nuestro. Ya habíamos estado al frente de restaurantes que eran de otros, y ahora, nos apetecía hacer algo nuestro. Pero nos llevamos bien con todos nuestros ex jefes.  

¿Por qué una taberna mediterráneo-japonesa como primera “aventura en solitario”, o mejor dicho, “aventura a la par”?

J. Es una comida con la que nos sentimos muy a gusto. Nos encantan esos sabores y las combinaciones que hemos creado. Es muy importante también la parte de “aquí”, la cocina catalana, mediterránea, tiene mucha presencia en nuestra carta. 

Has pasado de ser uno más del equipo, a liderar el equipo ¿Cómo se lleva ese cambio, sobre todo, cuando estás en la misma ubicación? 

J. Realmente no ha sido un cambio tan grande, solo que ahora le sumas otras preocupaciones. En el antiguo Pakta, yo era el jefe de cocina y por suerte, Albert Adrià nos daba la oportunidad de aportar creatividad y guiar el restaurante. Así que, lo único que ahora cambia es que además el local es nuestro y tenemos más responsabilidades. 

El local 

En alguna otra entrevista habéis comentado que fue casi imposible hacer el interiorismo de Alapar, por falta de carpinteros… Explícanos cómo conseguisteis salvar ese bache. 

J. Queríamos darle un cambio de imagen al restaurante. Era muy necesario que el restaurante no fuera el mismo, queríamos que fuera nuestro y no “el antiguo…”. Empezamos quitando todos los telares y el espacio se abrió muchísimo. Luego, buscamos colores más mediterráneos, con tonos tierra y ese verde de las cerámicas. Como no había carpinteros, buscamos una solución: ¡El padre de Vicky! Por suerte es muy manitas y él ha hecho posible prácticamente todo. Nuestra familia ha sido una parte muy importante en todo el proyecto y, obviamente, ¡lo es hoy en día! ¡Son los más críticos, pero también los que más nos apoyan! 

¿Cuál es el reto más importante al que os habéis enfrentado hasta el momento con Alapar?

J. Lo más complicado ha sido tener paciencia. Abrimos y los dos primeros meses pensábamos que todo estaba mal y que teníamos que modificar las cartas. Por suerte entre los dos nos ayudamos a contenernos y, al final, era paciencia lo que debíamos tener. 

Saüc, Disfrutar, Tickets, Pakta, Mont Bar… ¿Cuál de todos ellos te ha marcado más? 

J. Saüc fue el primer restaurante gastronómico en el que trabajé, y en el que me di cuenta de que quería ser cocinero y aprender al máximo, algo que me hizo cambiar la mentalidad de la gastronomía. Y en Elbarri, tanto en Tickets como Pakta, con Albert, me cambió la manera de pensar, tanto a nivel profesional como personal. Un lugar donde cada día se intentaba ser mejor y evolucionar diariamente.

De uno de los platos más representativos

Ya con unos meses de andadura, ¿cuál es el “plato” estrella, aquel que pensáis que será el “imprescindible”? 

J. Uno de los primeros platos que probamos antes de abrir, y que hoy en día creemos que es de los que no podemos quitar de la carta, es el Montadito de calamar y panceta. Es un pan a la brasa, yema de huevo, panceta ibérica y sashimi de Calamar. 

En el pasado Gastronomic Forum BCN estuviste a un paso de ser premiado con la distinción “Cuiner 2022”. ¿Qué ha significado llegar a la final?

J. Para nosotros ha sido un premio estar dentro de los seis finalistas. Cuando nos llamaron para decirnos que estábamos entre los finalistas nos quedamos sorprendidos y agradecidos. Estar entre estos finalistas significa mucha visibilidad para el restaurante que, ahora mismo, es primordial para seguir creciendo. 

¿Un sueño, una meta de futuro?

J. Para el futuro esperamos que Alapar siga creciendo y madurando. Creemos que tenemos mucha trayectoria con este proyecto. ¡Podemos dar más! Pero, es verdad que somos un poco inquietos, no descartamos la idea de montar otro espacio, algo totalmente diferente de Alapar en algún momento. 

C/ Lleida, 5, Barcelona, 08004

938 87 20 96

info@alaparbcn.com

https://alaparbcn.com/

¡Error, el grupo no existe! ¡Comprueba la sintaxis! (ID: 9)